Testimonios

Los porqués detrás del esfuerzo vecinal de las fiestas de Gràcia: "Es una cosa increíble"

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Henar Arranz (Travessia de Sant Antoni), Eli Pujol (Progrés), Ferran Pons (Llibertat) y Susana Font (Verdi), cuatro vecinos implicados en las fiestas de Gràcia

Henar Arranz (Travessia de Sant Antoni), Eli Pujol (Progrés), Ferran Pons (Llibertat) y Susana Font (Verdi), cuatro vecinos implicados en las fiestas de Gràcia / Zowy Voeten

David García Mateu

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Hasta 23 calles y plazas volverán a transmutar su aspecto durante las fiestas de Gràcia 2023. Entre el 15 y el 23 de agosto se convertirán en mundos fantásticos: desde el cosmos del Mago de Oz, en la calle de Fraternitat de Dalt, hasta una jaula de mariposas en búsqueda de la libertad, en la plaza de Rovira i Trias; pasando por la recreación de New Orleans en Travessia de Sant Antoni. Todos ellos, universos paralelos que tienen un denominador común: el ingenio, la motivación y los valores de sus creadores.

Vecinos con funciones de artista a tiempo parcial admiten disfrutar más durante la gestación de los diseños que no los días de exposición. Cuatro testimonios de diferentes calles implicadas relatan a EL PERIÓDICO qué les mueve a dedicar a la fiesta mayor tantas horas de trabajo gratuito. Spoiler: no hay un solo ‘por qué’ que pueda explicarlo.

“En mis venas no hay sangre, sino cola y pintura”

“La base de las fiestas son los decorados y lo hacemos porque nos lo pasamos bien, aprendemos los unos de los otros y nos tratamos de superar año tras año”, sintetiza desde la comisión de Verdi, Susana Font. Una dedicación que, en su caso, es herencia genética: fue su padre quien, en los años 70, recuperó la idea de decorar las calles. “Lo que mueve más a la gente a participar en todo esto es tenerlo en la sangre o estar muy integrado en las entidades”, considera quien, con 57 años, mantiene la familia implicada al completo, cuarta generación incluida. “En mis venas no hay sangre, sino cola y pintura”, resume.

Susana Font, de la comisión de Verdi, es hija de uno de los vecinos que recuperó la tradición de adornar la calle en los 70

Susana Font, de la comisión de Verdi, es hija de uno de los vecinos que recuperó la tradición de adornar la calle en los 70 / Zowy Voeten

“El significado de vivir en Gràcia”

Los cambios en las fiestas reflejan las transformaciones sociales que ha experimentado Gràcia y las entidades del barrio también son un espejo de nuevas formas de organizarse. “En la comisión de la Travessia de Sant Antoni tenemos la peculiaridad que, desde que nos fundamos, somos totalmente asamblearios: siempre buscamos que la mayoría esté de acuerdo con lo que se vaya a hacer”, explica Henar Arranz. De hecho, Arranz es un ejemplo de la nueva generación de decoradores: con 37 años, hace apenas seis esta alicantina descubrió “lo que significa vivir en Gràcia”.

“Cuando se fueron mis compañeras de piso me di cuenta de que tenía que hacer el paso de implicarme más en el barrio; así fue como empecé a participar y descubrir lo que me aportaba la cohesión vecinal”, destaca Arranz. Una inmersión de la que ahora se ve incapaz de desprenderse: “Las fiestas las disfrutas, pero no dejan de ser unas fiestas, mientras que el proceso creativo previo es una cosa increíble, lleno de momentos mágicos, que, luego, cuando todo termina, te provoca incluso melancolía”.

Henar Arranz, de la comisión de la Travessia de Sant Antoni de las fiestas de Gràcia

Henar Arranz, de la comisión de la Travessia de Sant Antoni de las fiestas de Gràcia / Zowy Voeten

“Reivindicar las calles como nuestras”

Este carácter en pro de tejer relaciones vecinales no solamente se queda en el taller, sino que también busca reconvertir la misma calle. “Yo llegué a la calle del Progrés con 16 años y, desde entonces, empecé a participar en la comisión y en la decoración”, recuerda Eli Pujol, de 33 años. Tal como relata, a lo largo de este tiempo no solo ha engatusado a todo su entorno, sino que también ha aprendido a ver las calles “como un espacio que las vecinas se tienen que reapropiar”. “Precisamente son las fiestas las que nos dan la oportunidad de reivindicar las calles como nuestras, como un entorno en el que trabajar, bajo consenso, todos nosotros”, enarbola.

Eli Pujol, de la comisión de la calle Progrés, una de las más jóvenes de las fiestas de Gràcia

Eli Pujol, de la comisión de la calle Progrés, una de las más jóvenes de las fiestas de Gràcia / Zowy Voeten

A pesar de ello, los nuevos tiempos a los que se ha visto abocado el vecindario de Gràcia también ha terminado por afectar a las comisiones que se encargan de decorar las calles. “La gentrificación se ha convertido en el principal problema de las comisiones porque cada vez hay más personas que antes decoraban el barrio y ahora ya no pueden vivir aquí por los precios”, denuncia Pujol. “En el caso de Progrés, como casi todos somos gente en la treintena que vivimos de alquiler, la masa social es muy precaria y muchos ya tienen que desplazarse desde sus nuevos barrios para echar una mano aquí”.

“Gente nueva con muchas ganas”

“Aunque algunos llevamos muchos años implicados, es cierto que existe mucha rotación”, admite Ferran Pons, historiador de 33 años y miembro de la comisión de Llibertat desde hace más de dos décadas. Una dinámica que, bajo su punto de vista, tampoco hay que interpretar de forma negativa: “En cierta manera también es bueno, porque quienes entran siempre es gente nueva con muchas ganas”.

Ferran Pons, de la comisión de la calle Llibertat, poco antes de las fiestas de Gràcia 2023

Ferran Pons, de la comisión de la calle Llibertat, poco antes de las fiestas de Gràcia 2023 / Zowy Voeten

“Yo no tengo ninguna formación artística, pero no pienso dejarlo porque aquí me lo paso muy bien; de hecho, todo lo que sé lo he aprendido de los demás”, destaca Pons. Una dinámica formativa que, tras la pandemia, tratan de hacerla lo más inclusiva posible: “Hemos empezado a trabajar para acercar la fiesta a quienes pueden tener dificultades para vivirlas como nosotros; por ejemplo, contamos con paneles en braille, paneles de texturas, espacios reservados para personas con movilidad reducida y visitas programadas para personas ciegas o con autismo”. Incluso uno de los conciertos será interpretado en lenguaje de signos.

“Cuando a los visitantes les explicas que todo esto está hecho de forma voluntaria y que nadie se lucra, algunos no lo acaban de entender”, revela Pons. “Nosotros siempre invitamos a la gente a vivirlo desde dentro; hay gente mayor, niños, personas con discapacidad… y al final nos terminamos cuidando entre todos”, añade Susana Font. “Mientras el cuerpo aguante, haré lo posible por mantener viva esta forma de hacer fiesta: ya sea con mayor o menor nivel, aquí lo importante es fomentar la participación, la cohesión y la integración”.