Un reto para organizadores y público
Las fiestas de Gràcia, en busca de una receta contra la masificación: "Viene demasiada gente"
Vecinos implicados en las calles engalanadas relatan el impacto de la afluencia creciente: más de tres millones de visitantes el año pasado
Los porqués detrás del esfuerzo vecinal de las fiestas de Gràcia: "Es una cosa increíble"
GUÍA | Fiestas de Gràcia 2023: fechas, conciertos y actividades principales
MAPA | Esta es la decoración que lucirán las 23 calles engalanadas
Cientos de vecinos rematan decorados contrarreloj, a pocos días del inicio de las fiestas de Gràcia 2023. Un año más, las calles engalanadas y las muchas actividades del programa de actos atraerán una riada de visitantes. Muchos, para admirar este trabajo voluntario. Otros, menos respetuosos. La enorme afluencia a esta fiesta mayor barcelonesa -más de tres millones de visitantes en 2022- tiene un impacto tangible y que preocupa mucho a las comisiones vecinales que impulsan la fiesta.
“Cuando terminan las fiestas de Gràcia nos queda una doble sensación: por una parte, la satisfacción y el orgullo de lo que has hecho y cómo lo ha valorado la gente, y por la otra, una más negativa relacionada con la masificación que sufrimos”, resume desde la comisión de la calle del Progrés, Eli Pujol. “Con tantísima gente no se puede disfrutar de las fiestas, necesitamos que las instituciones nos ayuden a parar esta masificación a la que contribuyen la industria turística y los medios”, considera.
En su opinión, la dinámica “es insostenible y cada vez va a peor”. “Por suerte, las vecinas de nuestra calle no se quejan mucho y tenemos buena relación con ellas, por lo que parece que desde nuestra comisión hemos trabajado bien la mediación”, destaca Pujol. En este sentido, Henar Arranz recuerda como, cuando se fundó su comisión de Travessia de Sant Antoni, una de las vecinas “se posicionó totalmente en contra por las problemáticas que podía atraer el hecho de decorar su calle”. “Al final, tras dialogar y mediar muchísimo con ella, ahora baja cada tarde a ayudarnos”, resume satisfecha.
"Cada año tenemos destrozos en los decorados"
A pesar del esfuerzo de las comisiones a la hora de mediar con los vecinos más descontentos para hacerles entender que los decorados no son el problema, estos también reclaman soluciones a la administración local. “Es evidente el modelo no puede seguir de esta manera, cada año tenemos destrozos en los decorados, altercados… todo esto no hace más que generar incomodidad y que estés más pendiente de hacer de policía que no de disfrutar de las fiestas”, admite Pujol.
Una dinámica que, en opinión de Ferran Pons, miembro de la comisión de la calle de la Llibertat, no ha hecho más que distanciar algunos vecinos de toda la vida de sus fiestas. “La masificación ha producido que muchos vecinos estén descontentos y lo paguen con la fiesta en general, cuando el problema no es de las fiestas en sí mismas, sino del hecho que venga demasiada gente”. Por ello, apuesta no solamente por explicar la semana grande de Gràcia a los visitantes, sino también a sus conciudadanos para que vuelvan a hacérsela suya: “Me encantaría que se la volviesen a sentir propia”.
Una tradición a preservar
Mientras que por una parte la masificación cada año hace estragos en los decorados, la gentrificación que sufre Gràcia no ha hecho más que diezmar las comisiones: “Hay mucha gente que se había dedicado a decorar las calles que, por desgracia, se ha tenido que ir de Gràcia por la subida de los alquileres”, apunta Arranz. Una dinámica que, sin embargo, están dispuestos a revertir: “Todas las comisiones no dejaremos de luchar para que esta fiesta, con más de 200 años de historia, siga adelante con la gente del barrio, así como cuidando e invitando a aquellos que se tuvieron que ir para que vuelvan a ayudarnos”.
En relación con los cambios que todo ello pueda suponer al sentido de la tradición y la cultura popular de las fiestas de Gràcia, desde su faceta de historiador, Pons recuerda que estas “siempre están vivas y mutan”. “Si por desgracia hay mucha gente en la plaza y no se puede hacer un ball de gegants o una diada castellera como se debería de hacer, pues se crea un nuevo protocolo y se adapta la festividad para que se puedan seguir haciendo”, sostiene.
Sobreesfuerzo vecinal en mediación
Como último recurso, los decoradores de las calles apelan a la imaginación colectiva y a la actuación acertada de la administración para frenar el tsunami de visitantes y los problemas que acarrea celebrar unas fiestas en un entramado urbano tan denso. “Nosotros, como comisiones, lo tenemos todo super controlado y cumplimos estrictamente los horarios, pero los cuerpos de seguridad también tienen que hacer su trabajo a la hora de vaciar el barrio cuando se termina la fiesta”, señala desde la comisión de Verdi, Susana Font.
“También debemos tener en cuenta que a Gràcia ha venido a vivir mucha gente, tal vez por ‘postureo’, y luego no entienden las tradiciones”, se queja Font. “Esto es lo que cuesta más de gestionar, que los nuevos vecinos entiendan que aquí intentamos mantener viva una tradición de muchos años y que supone mucho trabajo”. “A veces cuesta mucho crear vínculos y generar cohesión social con los nuevos vecinos, pero también hay que destacar que algunos que han venido de sitios como Chile o México no han tenido problemas para integrarse en el barrio y pasar a formar parte de las familias de las comisiones; aquí siempre tenemos las puertas abiertas para buscar soluciones”, sintetiza.
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