La precampaña

Los alcaldables barceloneses gentrifican a los turistas con un vermut en la Boqueria

Toni Sust

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Los candidatos a la alcaldía de Barcelona de ERC, Barcelona en Comú, el PSC, Junts, Ciutadans, Valents y el PP (los grupos con representación en el ayuntamiento) han dado un paso complejo este viernes: acudir al mercado de la Boqueria a mediodía para compartir un vermut ante la prensa. Es un reto entrar ahí.

Lo ha sido también para los medios de comunicación: cómo llegar hasta el punto de la cita sin morir arrollado por un francés, o por una familia holandesa, en el tramo central de la Rambla. Sería una muerte distinta: en lugar de que toda tu vida pase por delante en esos últimos segundos,  el ruido de las ruedas de una maleta contra el pavimento de la avenida acompañándote mientras dejas este mundo.

Zumos y rape

Pero nadie ha muerto. Es indudable que los alcaldables han gentrificado un poco a los gentrificadores: Ernest Maragall, Ada Colau, Jaume Collboni, Eva Parera, Anna Grau, Xavier Trias y Daniel Sirera se han hecho un espacio considerable donde normalmente habría turistas para poder tomar algo en el Quiosc Modern. Hace cuatro años, el mismo vermut de candidatos tuvo lugar en el local del Quim de la Boqueria, y tocaba rotación.

Para llegar al bar, lo fácil era buscar atajos laterales, pero este diario ha querido vivir la experiencia, que es como se llama a las cosas para subirles el precio. Por ejemplo: muchos de los turistas que hoy sostienen un zumo de colores en la Boqueria pagarán mañana por la experiencia de ir a Montjuïc a ver al Barça.

Parera bebe sangría

Entrar en la Boqueria por la Rambla, y avanzar por el carril central impresiona: turistas con un zumo en la mano, turistas que llevan maletas, turistas con zumo y maleta, turistas que miran los pescados, porque no puedes llevarte un rape al hotel.

Hay momentos en los que no se puede avanzar. Junto al Quiosc Modern, y para paliar el problema potencial de la invasión turística en el vermut, una valla protege la zona en la que los alcaldables beben: Maragall, Grau, Trias y Collboni, cerveza. Parera bebe sangría. Sangría. Sirera, vermut negro (“Solo se me puede votar a mí, dijeron vermut y todos beben otras cosas. Todos mienten”, dice). Colau bebe agua con gas.

La alcaldesa viene de estar encerrada en casa por covid, pero subraya que el test ha salido negativo y que no está poniendo en peligro a sus rivales. “No ha parado de dar besos a la gente”, dice un testigo algo airado. “A mí no me lo ha dado”, afirma Sirera. El alcaldable del PP se acerca sarcástico a Trias: “Un tío que gane 3.000 euros no se puede comer esas zamburiñas”.

La Generalitat, culpable

Al exalcalde se le ve sonriente. Saluda sonriente a un hombre mayor que le saluda: “¡Tú estás en todas partes!”, le dice afable. Y cabe preguntarse si realmente le ha reconocido o no.  Maragall reparte jamón: antes del vermut ha estado en otra parada en la que le han dado lecciones de cómo cortarlo. También Parera reparte con la bandeja.

Collboni es el primero en acercarse a la valla para saludar al pueblo, vecinos y periodistas -los turistas no se paran aquí- y la valla acaba desapareciendo. Una vecina se acerca a Colau para afearle el exceso de turistas. Y la alcaldesa la escucha junto a la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, que advierte a la señora que hay medidas para combatir el fenómeno, pero no se escucha cuáles cita. Sí se oye lo que Sanz añade: “Es que la Generalitat no nos deja”.

La habilidad de los Comuns en estos casos es destacable: lejos de preguntarse porque no hay menos turistas tras ocho años de Colau, que en principio quería menos turistas, que haya tantos les sirve para decir: ¡Veis como hay demasiados turistas!

Los percebes de Trias

Los candidatos no tardan en desfilar, y Trias y Sirera son los que se quedan más rato. Al final, el exalcalde es visto en una pescadería: compra todos los percebes que quedan en la parada. En la de al lado, los venden a 48 euros el kilo. 

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