Orden judicial
Desalojado el hotel de los cuarenta ladrones de Poble Sec
Los Mossos d'Esquadra han puesto fin a una ocupación delincuencial "terrible" que llevaba años en las instalaciones de una antigua empresa de transportes de la calle Blesa de Barcelona
Guillem Sánchez
Redactor
Periodista de sucesos. Antes trabajé como redactor de sociedad en la Agència Catalana de Notícies (ACN).
Profesor asociado en la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna.
Libros Publicados: 'El Estafador' (Editorial Península) y 'Crónica del Caso Maristas' (Ediciones B).
Los Mossos d'Esquadra han desalojado este viernes a las seis de la madrugada una ocupación delincuencial que se había convertido en un problema de seguridad "terrible" para el barrio de Poble Sec, en Barcelona, según el inspector Jordi Fàbregas, jefe de la comisaría del distrito de Sants-Montjuïc. "No sabéis lo que hemos pasado", aseguran vecinos como Rosa y Vicenç, un matrimonio de 68 y 71 años, respectivamente, que han convivido con las peleas, apuñalamientos, robos y agresiones de los "treinta o cuarenta" ladrones que han residido en el local de los bajos del número 10 y 12 de la calle Blesa.
Este inmueble es un espacio muy grande, de dos plantas, que había sido una antigua empresa de transportes. Cerrada hace muchos años, el local terminó en manos de un banco, El Santander, que lo mantuvo vacía. Desde la pandemia se había convertido en un nido de delincuentes. Comenzó como un punto de venta de drogas y pronto pasó a ser un refugio para ladrones. "Robaban un negocio o cometían un robo violento y se metían en el local", lamenta Fàbregas. Tan grosera era la actividad de los inquilinos de este inmueble que cada vez que se denunciaba un delito en la zona, las patrullas iban directamente a esperarlos a la puerta principal de estos bajos. "Y casi siempre los pillaban así", insiste el inspector.
En los últimos seis meses, los Mossos han contabilizado 70 incidentes entre robos violentos, hurtos, robos con fuerza en establecimientos comerciales o tráfico de droga perpetrados por hombres residentes en este lugar. "Los vecinos estaban desesperados, y tenían razón", dice Fàbregas.
Orden de desalojo
Este viernes ha llegado finalmente la orden judicial que ha permitido a los policías irrumpir en el local y desalojarlo. En el momento de la intervención, había 19 personas que sumaban 130 antecedentes policiales. Al inspector Fàbregas le parecen pocas: "Hemos entrado dos veces con orden judicial para perseguir delitos de drogas y hemos llegado a identificar a cuarenta personas".
La media de edad de los inquilinos se encuentra alrededor de los 25 años. Muchos son de nacionalidad argelina o marroquí, aunque durante las identificaciones han aparecido jóvenes de otras procedencias. En la zona donde antiguamente estarían aparcados los vehículos de la empresa de transporte, se traficaba con droga. Y dónde estaban las oficinas, los ladrones habían montado las habitaciones. Había colchones, pósters, armarios y microondas. Los dos baños estaban destrozados y cubiertos de heces.
Los vecinos aseguran que los que mandaban más en el lugar alquilaban las habitaciones al resto. Los policías, que no han podido acreditar ese subarrendamiento, sí han comprobado que todos los presentes se conocían y vivían de la delincuencia. No era una ocupación efectuada por familias en busca de un techo, remarca Fàbregas, era un lugar que usaban para vivir y delinquir. Los Bombers de Barcelona, además, habían elaborado ya al menos dos informes por inundaciones. Tenían un grifo roto del que salía agua de forma ininterrumpida, un detalle no menor en tiempos de sequía y que ellos no trataron de remediar.
Vecinos desquiciados
El uso de este inmueble como un alojamiento que –pervirtiendo la inviolabilidad de la vivienda– los ladrones usaban para mantener a raya a la policía ha enloquecido a los vecinos. "Los agentes venían cada día pero no podían entrar ni echarlos", remarca Rosa, que lleva 45 años viviendo junto a su marido Vicenç justo frente al local. "Eran agresivos y se enfrentaban con nosotros. Un día a mí me tiraron una botella a la ventana", añade él.
Para evitar que entren de nuevo, los Mossos han dejado una patrulla de guardia y han solicitado al banco que instale alarmas y tome las medidas necesarias para evitar que su reocupación.
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