En la dreta de l'Eixample

El emotivo mensaje de despedida de un bar que cierra tras 70 años sirviendo en Barcelona

El bar Jofama, regentado siempre por la misma familia, echa la persiana, no sin antes dejar escrito un epitafio en la fachada que alerta de una ciudad que se apaga

Emotivo adiós al bar Jofama, tras 70 años en activo en Barcelona

Emotivo adiós al bar Jofama, tras 70 años en activo en Barcelona. /

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

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Otro establecimiento emblemático ha sucumbido en Barcelona. El bar Jofama ha servido a la clientela en la confluencia de la calle Girona con la avenida Diagonal durante casi 70 años, hasta que echó el cierre para siempre este sábado. La fachada del célebre local ha amanecido con un largo epitafio escrito a rotulador, con letra diáfana y firmado de puño y letra por Anna, tercera generación de la familia que ha regentado el negocio desde que abrió.

"Sábado 3 de diciembre del 22, el Jofama baja las persianas definitivamente de forma forzada", anuncia el manuscrito que, a modo de un bando pegado en la pared, se despide de los clientes y, a su vez, advierte de una ciudad que se diluye. Vecinos y fieles del Jofama se han acercado este domingo al chaflán donde aún permanece el rótulo del conocido local para estampar sus mensajes de afecto en los muros que flanquean la entrada, igual que si se tratara de un libro de condolencias. Alguien ha pintarrajeado una columna para proclamar su lealtad incondicional en mayúsculas. "Jofama para siempre", se lee.

Emotivo mensaje en la fachada del bar Jofama.

Emotivo mensaje en la fachada del bar Jofama. / ZOWY VOETEN

La compra del inmueble situado en la Dreta de l'Eixample por parte de un fondo de inversión ha acabado por condenar el establecimiento, según se desprende del escrito de la nieta de Siscu y Antònia, los primeros dueños del bar, e hija de Carles, quien llevaba las riendas hasta el mal trance de la clausura. "Donde había familias y vida, ahora tan solo quedan apartamentos de alquiler turístico y un fondo buitre, tristemente, ha conseguido hacernos cerrar", acusa la pintada, que incluye un emotivo tributo a quienes se han situado tras la barra del bar y su parroquia.

"El abuelo murió sin saber qué era el descanso, y es que detrás de cualquier pequeño negocio hay mucho sudor y mucho sacrificio", ha plasmado Anna en la pared. También ha dejado patente su "enorme satisfacción de ver el comedor lleno de buena gente disfrutando de los alimentos que has cocinado con tanto orgullo". Quienes lo frecuentaron no olvidan el trío de ensaladillas que allí servían.

El epílogo en tinta del Jofama luce en la fachada con la dignidad de una lápida de recuerdo a los caídos. "Este escrito es de agradecimiento a todos aquellos 'Siscus', 'Antònies' y 'Carles' que hay en todas partes", ha glosado Anna, en alusión a sus abuelos y su padre, "quien lo ha dado todo y ha luchado hasta el último minuto", ha elogiado. "Siempre seréis mi orgullo, mi brújula, un ejemplo de lucha, de esfuerzo y de coraje", confiesa el mensaje, que invita al luto por una Barcelona castiza que se difumina. Quizá convendría colgar una placa de metraquilato para proteger el grafiti, testimonio de una ciudad que llora demasiado tarde a sus emblemas perdidos.