La protesta

La Teixonera se moviliza contra el cierre de la única agencia bancaria que le queda

Vecinos se manifiestan cada jueves para tratar de que siga abierta la oficina de CaixaBank de la calle de Fastenrath

Los principales afectados son la gente mayor, con problemas para caminar hasta otro barrio y acceder a la banca digital, y los comerciantes

Protesta contra el cierre de la última oficina bancaria en la Teixonera

Protesta contra el cierre de la última oficina bancaria en la Teixonera / Robert Ramos

Toni Sust

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Vecinos de la Teixonera, en el distrito de Horta-Guinardó, se han concentrado este jueves ante la única oficina bancaria que queda en el barrio, una agencia de CaixaBank situada en la calle de Fastenrath, unos metros antes de su cruce con la de Arenys. Está previsto que cierre a finales de diciembre, y de ahí esta protesta, que se celebra cada semana, el mismo día.

Es el quinto jueves consecutivo de protesta. Los concentrados no son muchos, una veintena, aunque sí muy activos. Los capitanean Montserrat Duatis y Pilar Fernández, y los cánticos van variando, aunque sobre todo se impone uno: “La caja no se cierra”. Durante un buen rato, los concentrados entran en la agencia, y un responsable cierra la puerta interna que separa el interior de la zona de los cajeros.

La nueva oficina

La entidad bancaria abrirá simultáneamente al cierre de la de Fastenrath otra oficina en la calle de Judea, por encima de la Ronda de Dalt y, técnicamente, en otro barrio, Sant Genís dels Agudells. Este miércoles varios operarios trabajaban en su acondicionamiento.

En la Teixonera, las pendientes son notables. Ahora subes un Tourmalet, ahora bajas del Everest. Nada grave para un adolescente. Algo molesto para las rodillas de una persona de edad. Por eso que cierren una agencia bancaria puede ser especialmente complicado para parte de los residentes, aunque también lo es para los comerciantes, según denuncian los de la zona.

Más de 20 minutos en total

Aunque en este caso no es uno de los más empinados, el itinerario que va desde la oficina de Caixabank del número 8 de la calle de Fastenrath, la que cerrará, hasta la que abrirá a partir de enero, la que tendrán más cerca los vecinos, la de la calle Judea, 9, supone recorrer una pendiente constante. Son 700 metros aproximadamente, más de 10 minutos de ir y más o menos lo mismo para regresar. Hay que cruzar la Ronda de Dalt.

Y por eso, porque no quieren perder la proximidad, los vecinos acuden a manifestarse ante la agencia de Fastenrath. El 14 de noviembre enviaron una carta a la sede social de la entidad, en Valencia, para reclamar que no cierren la oficina. La enviaron con el apoyo de 600 firmas. No han recibido respuesta.

La versión de la entidad

Fuentes de CaixaBank informan de que el tema lo lleva la Dirección Territorial de Barcelona y aseguran que esta está en contacto con los afectados. También explican que el cierre responde a la política de concentración de oficinas, que la nueva agencia dará servicio con horario ampliado, desde las 8.30 hasta las 18.30. En Fastenrath solo se abre por la tarde los jueves.

Añaden que en Judea habrá 13 profesionales, dos de los cuales serán “gestores sénior, empleados especialistas en el servicio a las personas mayores, con formación específica en gerontología y dedicados a ofrecer un acompañamiento basado en la proximidad, confianza y contacto de calidad”. La nueva oficina dispondrá de cinco cajeros, tres de ellos en la fachada.

Duatis y Fernández explican que el martes hubo reunión con representantes de CaixaBank, que estos les expusieron las ventajas de la nueva oficina: “Les dije que todo lo que me estaban ofreciendo ya lo tengo aquí”, advierte Duatis con la contundencia con la que habla, entre cántico y cántico. Luego el grupo recorre durante un rato calles del barrio con sus pancartas contra el cierre de la caja: Arenys, el parque de la Vall d’Hebron, General Mendoza, Santa Rosalía, Besòs y al final Fastenrath de nuevo

Los manifestantes recorren las calles cercanas a la agencia que cerrará.

Los manifestantes recorren las calles cercanas a la agencia que cerrará. / Robert Ramos

Los bancos que se van

La situación no es nueva: los bancos han pasado de poblar de agencias cada 100 metros de las tramas urbanas, de la ciudad más grande a los pueblos pequeños, a cerrarlas masivamente en los últimos tiempos. De nuevo, para los jóvenes no es algo hiriente: la banca digital y el pago con tarjeta son la norma, más desde la pandemia. Otra vez: para los mayores no es tan fácil.

Por eso en el barrio los vecinos se alarmaron al conocer que la única agencia que les queda iba a cerrar sus puertas. Luis Cairell, presidente de la Asociación de Vecinos de la Teixonera, recuerda que en cuatro años han cerrado ya cuatro agencias bancarias, dos de Caixabank, una del BBVA y una del Santander. La quinta será la última.

“La orografía conlleva complicaciones añadidas para las personas mayores del barrio. Por eso las manifestaciones”, declara. Subraya que la Teixonera es un barrio en el que hay mucha gente mayor: “Es gente que molesta a los bancos, porque le da trabajo. Yo tengo 73 años y me defiendo porque tuve la suerte de poder estudiar pero aquí hay analfabetismo. Dile a esa gente que use la banca digital. Es imposible”.

Los comercios

Pero no solo los mayores lamentan el cierre. Los responsables de los comercios cercanos a la agencia afirman que será un problema grave para ellos. Lo afirma Julio Carbó, titular de una farmacia en la calle de Arenys, que necesita tenern cambio a mano. En parte tiene que ver con la edad de sus clientes, que suelen pagar en metálico, como hace un hombre que entra a comprar mientras él se explica.

La operación hasta ahora no le costaba mucho. Ir hasta la calle de Judea a buscar cambio será mucho más engorroso. Además, dice, solo le dejarán solicitarlo un día por semana. Un poco más abajo, también en la calle de Arenys, los empleados de una ferretería se pronuncian en términos similares. No solo el cambio, también llevar la caja. Lo que costaba un par de minutos puede llegar a la media hora entre ir, venir y completar la gestión necesaria. Lo mismo opina Asunción Méndez, propietaria del bar Noni, en la calle de Arenys: “Antes me escapaba un momento al banco. Ahora no sé cómo lo haré”.

La pequeña manifestación se acaba, después de que varios agentes de la Guardia Urbana adviertan a los que recorren las calles de que no pueden cortar el tráfico sin pedir permiso a la Departamento de Interior de la Generalitat. “Lo hemos intentado, pero solo se puede hacer por internet”, protesta alguien.

Es decir, el mismo problema de los bancos pero en otro frente. Una cabo de la Guardia Urbana hace una llamada y les indica lugares donde lograr ayuda para hacer la petición a Interior por internet. Y el mundo digital vuelve a marcar un gol a la tercera edad, en un partido que ya está ganado y perdido, respectivamente. Pese a todo, el jueves que viene, proclama Montserrat Duatis, volverán a protestar. 

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