Comercio centenario
La tienda Santa Eulalia cumple 180 años y lleva su moda a una muestra en el Palau Robert
El icónico establecimiento de lujo rememora su historia y su legado de alta costura con una exposición abierta a todos los públicos desde hoy hasta el 23 de enero
Patricia Castán
Periodista
Periodista en El Periódico de Catalunya desde 1996. Ha ejercido de redactora y jefa de sección en Gran Barcelona. Especializada en los ámbitos de economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.
Patricia Castán
Solo quienes tripulan un comercio histórico en Barcelona saben la gesta que supone mantenerlo generación tras generación. Santa Eulalia no solo ha superado esa prueba tras 180 años de historia, sino que además ha sabido ir reinventándose comercialmente al son de los tiempos: de los tejidos a la ropa a medida, la alta costura y el prêt à porter de sello propio, hasta llegar al formato multimarca de lujo con el que hace años se ha convertido en referente local.
A punto de cumplir aniversario redondo, el establecimiento se quiere acercar de nuevo a los barceloneses con una exposición singular que refleja todo el glamur de casi un siglo de moda --desde que irrumpió en la alta costura-- y que se inaugura este martes en el Palau Robert.
Hasta el 23 de enero, Santa Eulalia abre su propio armario de los (mejores) recuerdos, así como los cedidos para la muestra por la Fundació Antoni de Montpalau, el Museu del Disseny de Barcelona, el Centre de Documentació i Museu Tèxtil de Terrassa y el Museo del Traje del Madrid. Con todos ellos, no solo invita a un recorrido por el diseño de moda desde 1935 (de cuando data el primer abrigo exhibido, de lana y astracán), sino que proyecta la historia y evolución del comercio desde su nacimiento en 1843 en la calle de la Boqueria, junto a la Rambla.
Por aquel entonces, Josep Taberner levantó la persiana en la Barcelona enmurallada para despachar tejidos. Sans resume la historia: en 1908 este emprendedor se asoció con su bisabuelo Lorenzo, al que luego sucederían su abuelo y su padre. Cada relevo ha ido orientado a preservar la continuidad y el arraigo de la casa, afirma. El abuelo Luis puso el listón muy alto en 1926 cuando importó a la capital catalana desde París los desfiles de moda para mostrar sus colecciones y abrió el grifo a los modelos exclusivos.
Un ejército de costureras entre un equipo de más de 700 trabajadores dio cuenta de lo que llegó a ser Santa Eulalia en los años 60, en el edificio de paseo de Gràcia, 60, adonde se mudaron en 1941. El empresario cree que los años 50 y 60 marcaron una etapa de esplendor comercial de la moda en la ciudad, por la estabilidad política tras las guerras, y su apuesta por estar a la última. La burguesía local se rendía a sus presentaciones y a la evolución de las tendencias.
En 1944 extendieron sus tentáculos hasta el número 93, que centraliza toda su actividad desde 1995, cuando reenfocaron su modelo empresarial. Con la moda "cada vez más globalizada", explica a este diario, dejaron de crear sus propias colecciones de alta costura y prêt à porter femeninos para desplegar algunas de las mejores firmas del mundo, tanto consagradas como de diseñadores emergentes. Así, aunque tuvo que ponerse al frente del negocio con solo 22 años, Luis Sans acabó protagonizando el giro a los nuevos tiempos y a la rehabilitación total de su establecimiento hace pocos años.
Piezas que vuelven a su almacén
Y aunque alguien pueda pensar que guardan prendas centenarias tomadas de cada colección, la realidad es que los modelitos atesorados en su almacén (guardan unas 200 piezas) se han ido recuperando "durante muchos años". Cuando alguna antigua clienta ha hecho alguna cesión para evitar que su armario acabe en el olvido o la basura, o cuando algún heredero ha hecho lo propio por no darle uso. O cuando algún oteador de esos tesoros textiles las ha descubierto y adquirido. Otro tanto sucede con las piezas cedidas de las distintas colecciones, con el rasgo común de haber salido de los talleres de Santa Eulalia en algún momento previo a 1995.
Si el 175º aniversario se llevó a las calles, en esta ocasión se ha querido apostar por la moda y la historia, en un formato abierto al público y gratuito y a pocos pasos de la tienda.
Pese a la continua merma de negocios emblemáticos en la ciudad, la marca barcelonesa --que mantiene viva la sastrería masculina-- se ha erigido también en una rareza en el tramo alto del paseo de Gràcia, donde el lujo se alimenta esencialmente de turistas de alto poder adquisitivo. Sans confiesa que el tercio de clientes foráneos de los últimos años ha pasado a representar un 26% desde la pandemia. Sin el comprador ruso y chino, el cliente local tiene más peso. Este último se caracteriza por su fidelidad, y acaso la razón final de que Santa Eulalia siga en forma y cosechando reconocimientos, como el Premio Nacional de Comercio Interior, hace menos de un año.
El empresario, que también preside la asociación de comerciantes del eje, es optimista al evaluar su recuperación tras la crisis sanitaria. En unos días el paseo estrenará luces de Navidad nuevas, inspiradas en Gaudí, uno de sus grandes reclamos.
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