Llamada de socorro

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La fundación advierte de que el encarecimiento de precios dispara sus previsiones de déficit y amenaza a la entidad con condicionar los servicios que presta

Una mujer sin hogar durmiendo en un portal en Barcelona.

Una mujer sin hogar durmiendo en un portal en Barcelona. / Albert Bertran

Jordi Ribalaygue

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El encarecimiento de precios asfixia a la Fundación Arrels, que ha atendido a más de 2.000 personas sin hogar en Barcelona en lo que va de año. La inflación ha desbordado las previsiones de déficit de la entidad: la organización comenzó el año calculando que los gastos superarían en 325.000 euros a los ingresos, pero la previsión ha escalado a 432.000 euros más. La amenaza es cerrar 2022 con un agujero de 757.000 euros.

“Si nuestros servicios fueran temporales, no se podrían renovar”, ha advertido el director de Arrels, Ferran Busquets, para subrayar que la entidad atraviesa una situación crítica. Aunque ha admitido que no se plantean cerrar por ahora instalaciones ni dejar de ayudar a los sintecho a los que ya respaldan, el descuadre contable sí limita las opciones de incrementar las atenciones y amenaza la apertura de un nuevo centro abierto durante toda la semana.

“Es preocupante porque este año lo podemos intentar sostener como podamos, pero no se puede repetir”, ha advertido Busquets, que ha suplicado donativos de la ciudanía y, a su vez, que crezcan las subvenciones de las instituciones públicas. Arrels recibe 800.000 euros del Ayuntamiento de Barcelona y cerca de 500.000 euros de la Generalitat, que contrribuyen a sufragar los cinco millones de euros de gasto de la entidad, que cuenta con 130 domicilios que albergan a 210 personas. “En cierto modo, las administraciones tienen un punto de obligación, porque damos respuesta a una situación a la que ellos no la dan. Sería bueno ese apoyo”, ha reflexionado Busquets.

El director ha señalado que uno de los motivos de la asfixia de las cuentas de Arrels es que el precio de los recibos de los suministros de las viviendas en que se alojan personas sin hogar se ha encarecido. “Tuvimos un gasto de 185.000 euros en 2021 y ahora subirá a 289.000 a finales de año. El coste de mantenimiento de los pisos ha subido un 8%”, ha comparado Busquets. A su vez, han remitido las donaciones privadas, la principal fuente que financia la fundación. “La previsión a finales de septiembre es que recibiríamos 130.000 euros menos y, a final de año, 217.000 menos”, concreta el responsable.

Margen hasta febrero

Busquets ha señalado que se marca de margen hasta febrero para decidir si debe tomar “decisiones críticas” en caso de que, como mínimo, no se obtengan fondos suficientes para revertir el déficit no previsto de unos 400.000 euros. En todo caso, ha remarcado que procurarán no recortar las atenciones que ofrecen a los más de 1.200 personas que se estima que duermen cada noche en la calle en Barcelona. “Reducir gasto significa, en el fondo, reducir servicio y calidad del mismo. Decir que no podemos ayudar por motivos económicos no es que sea el plan B o el plan C, sino que es el plan Z”, ha enfatizado.

El director ha indicado que “reducir las partidas presupuestarias es muy difícil” para Arrels, que maneja materia frágil. “En caso contrario, la gente que depende de nosotros quedaría totalmente desamparada. No se puede permitir ningún paso atrás, es gente que ha salido de un infierno, así que haremos lo que sea necesario”, ha esgrimido.

El director ha señalado que el patrimonio que Arrels ha acumulado gracias, sobre todo, a legados da algo de margen para obtener rentabilidad, pero a costa de hipotecarse y endeudarse a largo plazo. En todo caso, se ha mostrado confiando en que la ciudadanía responderá al SOS que la organización ha lanzado. De desatenderse la llamada de auxilio, Busquets intuye que “no será por desconfianza, sino porque la situación económica está realmente mal”.