Barceloneando

Tiro a diana de figuras de porcelana

Cualquiera puede venir a romper figuritas a lo Hulk con un mal día. Sin remordimientos. Aquí se considera una obra de arte. Es una ‘performance’ del centro Santa Mònica de Barcelona

diana

diana / Laura Guerrero

Ana Sánchez

Ana Sánchez

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Uno aquí se siente más desinhibido que Hulk con un mal día. Habrá una treintena de figuritas de porcelana con diana de fondo. Caminas junto a la estantería con paso dubitativo. Ese brillo en los ojos que precede a una travesura. Coges un payaso risueño sin delicadeza. Nadie grita: “¡¡¡Ten cuidadooo!!!”. Ninguna madre ni abuela a la redonda te mira con cara de desaprobación. ¡Clin! ¡Clonc! ¡Plaf! El sonido vintage de “me la voy a cargar”. Aquí se considera una obra de arte. 

Es una de las 'performances' de la nueva exposición del centro de arte Santa Mònica (La Rambla, 7). Se ha convertido en el paraíso del estresado. Cualquiera puede venir a hacer añicos figuritas contra una diana. Sin remordimientos. Sin excusas. Sin lo sientos. “Hay gente que me da las gracias”, se ríe Xesca.

 Xesca Salvà. 43 años, mallorquina, escenógrafa. Artista interactiva. A ella lo que le gusta, dice, es hacer jugar a la gente. Ha estado dos meses recolectando figuras de porcelana: 400 en total. Sí, ha vaciado todas las tiendas de segunda mano de Barcelona, promete. Muchas, muchas visitas a los Encants. “Yo quería que fueran figuras de segunda mano –las 400 lo son-, que tuviesen historias. Muchas están rotas y pegadas. Todas tienen una carga”. Algunas han salido incluso de su propia casa. “Le dije a mi madre: ‘Dame algo’ -se ríe-. Pero no le dije que era para romper, solo que no volverían”. Parece que no hay compasión cuando hay una diana de por medio. De momento, solo se ha indultado a un perro.  

Algunas de las figuritas para hacer añicos.

Algunas de las figuritas para hacer añicos. / Laura Guerrero

Que por qué no monta una mini habitación de la rabia, le dicen ahora. Podría ser un negocio. En Vilanova hay una en el centro de ocio Axerum: te dan una barra de hierro y una sala que destrozar: platos, vasos, impresoras, ordenadores. Ni que fueran los discos duros de Bárcenas. La diana del Santa Mònica se ha convertido en un nuevo 'hot spot' donde sacar el Hulk interior. “No pensaba que la gente vendría aquí desesperadamente –resopla Xesca-. Yo creía justo lo contrario. Que verían las figuras y les costaría dar el paso de romperlas. Y no, no, para nada –se ríe-, qué va, qué va”.

“¿En serio lo puedo hacer?”. Fue una de las preguntas más repetidas durante la inauguración de la muestra, la semana pasada . Se estrellaron 100 piezas de porcelana en un solo día. La petición estrella: “¿Puedo traer figuritas de casa?”. “No lo había pensado antes –responde la artista-, pero sí, claro que se puede. Lo pide mucha gente”. 

No es fácil elegir. En la estantería caben 32. Se ven poses estilizadas con aire de Lladró y carnaza de 'pongos'. Solo se deja romper una por persona. “Para repartir el placer”, se ríe la artista. El público, cuenta, acaba haciendo cola para terminar de hacer añicos los trozos que quedan bajo la diana. “Guau –aún se sorprende Xesca-, cuánta necesidad de romper cosas”. 

Restos de las figuras hechas añicos que se van almacenando bajo la diana.

Restos de las figuras hechas añicos que se van almacenando bajo la diana. / Laura Guerrero

"Este". Eliges un payaso sonriente procurando que no se os crucen las miradas. Agarras a tu víctima con torpeza de novato. Buscas la foto en el mural de al lado: están las 400 figuras de la 'performance'. Rellenas una ficha en plan catálogo y grapas la foto. Ya puedes ir a estrellarla a la diana. Liberación exprés, aún no sabes muy bien por qué. 

Xesca posa junto al mural con las 400 fotos de las figuras que se romperán hasta mayo.

Xesca posa junto al mural con las 400 fotos de las figuras que se romperán hasta mayo. / Laura Guerrero

'Un cuerpo incoherente', se llama la obra. “El cuerpo que decían los catálogos que tenías que tener –explica su ideóloga-. Es todo como muy ideal. Sea la figura que sea, está siempre la idea de felicidad”. Esa sería la moraleja del experimento artístico, a poco que rasques. Es un juego con capas subterráneas, invita la artista. “Cada uno elige en qué capa juega”.

Primera capa: Instagram. Postureo puro y duro: lanzas la pieza ante la cámara con sonrisa de selfie. Te llueven 'likes' con clack.  

Segunda capa: “¿Qué me dicen a mí las figuritas?”, Xesca lanza al aire la reflexión. “Todo el mundo tiene estos objetos en casa –detalla-. Es una capa de intimidades. ¿Qué hago con ellos?, ¿decido tirarlos? Entonces ya no es para hacerme una foto en Instagram, sino porque tengo un vínculo”.

Arqueología artística

Aún se puede rascar un poco más. Tercera capa: “Toda la carga social y política que tienen estas piezas –concluye la artista-. Están llenas de escenificaciones del poder. Muchas son mujeres, siempre felices, parejas felices, niños felices, matrimonios que se dan besos. ¿Cuál es la idea de sociedad que estamos transmitiendo a través de las figuritas que tenemos en las estanterías?”. 

La muestra tendrá segunda parte. “Para mí la obra de arte –detalla Xesca- serán los restos que quedarán en el suelo”. Los fragmentos de las 400 figuras pasarán a ser pasto de la arqueología artística. “Haré una actividad abierta donde la gente pueda venir a hacer de arqueólogo –adelanta-. Investigar qué ha quedado, como si fuera un futuro próximo”. Cómo reflejan los restos la sociedad. Y aún quedaría una tercera etapa: “Reconstruir otro cuerpo diferente, reinterpretado”.  

Contacto extraterrestre

No es el único rincón del Santa Mònica donde hacer añicos la tradición. Una vuelta por el exconvento y hasta te entran ganas de que te abduzcan los alienígenas. Al menos los dos reptilianos hipnotizantes de Robert Llimós: pinturas realistas, define él, del avistamiento ovni que asegura que presenció en Brasil hace más de una década.  

'La tradición que nos atraviesa', así se titula la nueva exposición del Santa Mònica, la segunda desde que Enric Puig Punyet tomó las riendas. “Un espacio de experimentación”, así resume ahora el centro el director. Chup-chup creativo con moraleja. Hasta el 1 de mayo, una veintena de artistas debaten en torno a una pregunta: “¿Cómo nos enfrentamos hoy a la tradición que nos atraviesa y nos hiere?”. La respuesta incluye hasta un cuarto oscuro

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