Encuesta

La pandemia dispara la sensación de inseguridad de las mujeres en Barcelona

El 37% de las entrevistadas asegura que en este año y medio se han sentido más vulnerables ante la violencia machista, un porcentaje que incrementa entre personas migradas, racializadas o LGTBI

rambla

rambla / Albert Estévez (EFE)

Carlos Márquez Daniel

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La inseguridad en la vía pública ha sido siempre una de las principales preocupaciones de la ciudadanía de cualquier gran ciudad. Barcelona no es una excepción. Ahora, con la pandemia, con el cambio de hábitos y rutinas, con una calle mucho menos transitada, esa sensación ha aumentado de manera inquietante entre las mujeres y las personas no binarias. Según una encuesta, el 37% de las mujeres manifiestan que ha incrementado su percepción de inseguridad ante la violencia machista. El porcentaje es aún mayor entre las mujeres racializadas, inmigrantes o del colectivo LGTBI.

El sondeo lo llevaron a cabo a finales de 2020 las entidades Àmbit Prevenció, Col·lectiu Punt 6 y Crecación Positiva y contó con la participación de 938 mujeres. Pone de manifiesto la importancia de la proximidad y de los espacios de confianza, y señala la soledad en la calle y el cierre de comercios como los aspectos que más alimentaron esta sensación de vulnerabilidad durante las etapas más crudas de la pandemia. Por todo ello, los impulsores reivindican un "urbanismo feminista". "La realidad demuestra que muchas ciudades reproducen un urbanismo androcéntrico que ha dado prioridad a un sistema capitalista y patriarcal, privilegiando todo lo que se relaciona con la masculinidad hegemónica", reza el análisis de la encuesta. Este sistema, concluyen, "excluye a la mayoría de la población: mujeres y personas no binarias, personas que pertenecen al colectivo LGTBI, minorías étnicas, personas migradas, población indígena o personas con diversidad funcional".

Lugar de residencia

El 37% de las mujeres y personas no binarias consultadas afirman que su sensación de inseguridad relacionada con la violencia machista en el espacio público ha crecido, un porcentaje que escala hasta el 44,5% en el caso de las personas LGTBI y hasta el 62% si se pregunta a las mujeres racializadas. También la edad es un factor, puesto que las menores de 28% han respondido en un 47% que sí se han sentido más frágiles mientras que entre las mayores de 62 años han sido el 25%. También existe una diferencia notable respecto al lugar de residencia. Entre el millar de entrevistadas hay vecinas de los 10 distritos de Barcelona, y las de Ciutat Vella expresaron una sensación de inseguridad superior a la del resto, de un 51%.

Sara Ortiz Escalante, urbanista y socióloga del col·lectiu Punt 6, lamenta que la pandemia haya puesto "todavía más de manifiesto una realidad de la que se habla desde hace décadas sin que las cosas cambien de manera sustancial". Censura especialmente el hecho de que la violencia machista se cebe más con mujeres que por su origen u orientación sexual sufren una doble discriminación. Por todo ello, considera que el urbanismo "ya tarda en incorporar de una vez una visión feminista que trascienda a la percepción capitalista del espacio público". Y no solo con más policía o cámaras de seguridad. Lo que reclaman es un cambio social, de mayor conciencia, de sensibilización y con la participación activa de las mujeres. Sobre si los resultados les han sorprendido, dice que en el fondo reflejan una realidad "muy triste que nos interpela a todos, que nos frustra y que arrastramos desde hace demasiado tiempo". "Lo único que ha hecho el covid es visibilizarlo y agudizarlo más". Es decir, más que una sorpresa es una constatación.

El impacto de la policía

Consultadas por su situación durante el confinamiento más crudo, el 20% de las entrevistadas asegura que, más allá de la sensación de inseguridad, fue víctima de algún tipo de violencia machista. Llama la atención que en el 22% de estos casos se declaran haberse sentido violentadas por los cuerpos de seguridad del Estado. La mayoría, un 65%, no denunciaron los hechos, y un 27% de las mujeres no tiene claro que la situación que vivieron sea punible. Las experiencias personales compartidas evidencian que la pandemia generó nuevos hábitos, vinculados a las restricciones pero también a la necesidad de evitar situaciones de vulnerabilidad en la calle. Tales como quedarse a dormir en casa de otras personas o en lugares "en los que normalmente no se quedarían, generando situaciones que las exponen a nuevas violencias que quizás no se den en otras circunstancias".

Montbau, durante las primeras semanas de toque de queda en Barcelona

Montbau, durante las primeras semanas de toque de queda en Barcelona / Albert Estévez (EFE)

La movilidad es otro de los aspectos analizados por la encuesta. El 9% de las mujeres y personas no binarias consultadas asegura que han dejado de usar algún tipo de transporte por miedo. En el caso de las mujeres migradas, son el 15%. Sobre todo ha disminuido el uso de metro y bus y también los desplazamientos a pie. Tiene lógica, puesto que son los ámbitos en los que es más fácil coincidir con otros usuarios del espacio público. Sobre las razones que generaron esa sensación de inseguridad (podían elegir distintas respuestas), la poca gente en la calle fue la respuesta más repetida (52%), seguida del cierre de las tiendas (26%), las restricciones horarias y el toque de queda (20%) y la menor presencia de gente conocida en el barrio (14%). También aparece la presencia policial en un 9% de los casos, porcentaje que sube hasta el 16% en el caso de las mujeres migradas. Llama también la atención que el 37% de las consultadas sostienen que el uso de la mascarilla ha incrementado esta sensación de inseguridad.

Por todo ello, en sus conclusiones, el informe estima que las políticas públicas, también cuando hay una pandemia sanitaria de por medio, deben incluir "a las mujeres y a las personas no binarias en la mejora de las ciudades", puesto que su experiencia negativa "pone de relieve las carencias del cuidado del tejido urbano de las ciudades". En definitiva, que cualquier persona pueda salir de cas sin miedo.

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