Frustrante reestreno

El Tibidabo reabre con errores de organización

Las familias que compraron entradas anticipadas sufren largas colas para acceder al parque

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Ha reabierto sus puertas el Tibidabo y las colas más largas no han sido las de ninguna atracción, sino las de las puertas de acceso de las familias que llegaban a la cima de la montaña con las entradas compradas con antelación. Más rápida era la cola de quienes llegaban sin entrada. El mundo al revés. Ha habido, lógico, indignación. La excusa de los responsables del recinto es que fallaron en las previsiones. Desde que entre en funconamiento la Cuca de Llum, ante de un mes, la entrada tendrá un coste de 35 euros por cabeza de adulto o niño de más de 120 centímetros de altura, funicular incluido.

La reapertura, vista la asistencia, ha quedado claro que era muy deseada tras un año de pandemia. El parque ha reabierto con un 80% de sus instalaciones operativas. Han quedado pendientes para una mejor ocasión recintos como el Hotel Krüeger o el avión, que este 2021, por cierto, cumplirá 94 años.

El error de cálculo

¿Qué ha sucedido? Según ha explicado a Betevé el jefe de operaciones del Tibidabo, Bruno Querol, la dirección del recinto creyó que la mayor parte del público subiría al parque con los autobuses lanzadera, que salen de la plaza de Catalunya y del aparcamiento de Sant genis, en la Vall d'Hebron, y que están incluidos en el precio de la entrada. Cuando funcione la Cuca de Llum sólo irán a la plaza del Doctor Andreu. Pero la previsión falló y muchas familias han preferido utilizar el coche. Aparcar el vehículo en el estacionamiento del Tibidabo cuesta 13 euros, que podrá parecer poco o mucho, según cada bolsillo, pero que parece una ganga al lado de los 12 euros que cobran solo por utilizar el funicular, si bien en el caso que se abonen los 35 euros por la entrada al parque, el funicular estará incluido.

La reapertura del recinto ha sido, pues, accidentada. El enojo de quienes llegaban con los deberes hechos, es decir, la entradas ya pagadas, y los hijos entusiasmados, se ha visto acrecentado al comprobar que los visitantes que llegaban con las manos en los bolsillos hacían colas mucho más cortas.