ÉRASE UNA VEZ EN... LA FONT D'EN FARGUES (43)

"¡Son los jardineros del colegio, mamá!"

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zentauroepp55923772 barcelona 19 11 2020 barcelona repor sobre la feina en salut201123151000 / JORDI OTIX

Helena López

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Es difícil valorar quién echa más de menos a quién, si los alumnos a los jardineros o los jardineros a los alumnos. Hay indicios claros en ambos sentidos. Una de las incontables cosas que el covid se ha empeñado en llevarse por delante es el estrecho (y precioso) vínculo entre los usuarios de la <strong>Fundació 3 Turons</strong> -personas con problemas de salud mental- y los niños del <strong>colegio Font d'En Fargas,</strong> para quien los primeros no son solo los eficientes jardineros del cole -que lo son- sino también sus maestros en el cuidado de las plantas y el huerto (una de las señas de identidad del centro). "Han crecido viéndolos por el colegio con sus chalecos", cuenta Lluïsa Terrades, directora de este verde colegio público en el barrio del que toma el nombre. La maestra comparte una anécdota que define bien el importante papel contra el estigma que juega la intensa colaboración entre ambos centros. Anécdota que también destaca -en otro momento, en otra conversación- Joan Gubern, educador de la fundación 3 Turons. Ambos explican que un día una madre le dijo a su hijo, alumno de la escuela, al pasar frente a la sede de la fundación, en el vecino, Carmel: "Mira, hijo, aquí están los loquitos de tu colegio". "No, mamá, no son loquitos, son los jardineros de la escuela", le respondió el niño.

La relación -ahora a distancia por el maldito coronavirus- empezó hace más de 10 años. "Teníamos el entorno del patio del colegio muy deteriorado e invitamos a todas las entidades de Horta-Guinardó vinculadas a Carmel Amunt a que nos ayudaran a arreglarlo. Vinieron de la fundación y ahí descubrimos que tanto ellos como nosotros podíamos aportarnos muchas cosas", recuerda Terrades. Desde entonces el mantenimiento del mucho verde que caracteriza a la escuela y su privilegiado entorno ha corrido a cargo de los usuarios de la fundación, que son vistos por los pequeños como expertos, "rol que les empodera y refuerza su confianza en sus capacidades", subraya Gubern, quien habla desde el impresionante exterior de la Masia Can Soler, en una de las puertas de Collserola, otro de los escenarios de esta bonita relación. "Hasta hace dos años solo eran ellos, los que venían al colegio a ayudarnos con las plantas, el huerto, la balsa..., pero pensamos que nuestro niños también podían ayudarles a ellos. Ahí es cuando empezamos a subir a Can Soler a ayudar a la fundación [quien gestiona este equipamiento municipal] en la limpieza de los entornos de Collserola y de los recuperados campos de olivos, como ellos", narra Terrades.

"Los usuarios de la fundación asumen el rol de expertos con los niños, lo que les empodera muchísimo, además de hacer cambiar la mirada del otro hacia ellos"

Joan Gubern

— Fundació 3 Turons

Para no perder ese vínculo ahora que con el covid los jardineros no pueden interactuar con los niños, desde la escuela han tenido una idea. Una más. Le han pedido a la fundación -especializada en la acción comunitaria y la transformación- si les pueden hacer un 'tió' para cada grupo burbuja de infantil y el primer ciclo de primaria. Antes tenían un solo 'tió' para todos, pero con el covid necesitaban uno por burbuja. "Les pedimos solo para los pequeños, pero creo que ya nos tienen a punto uno para cada aula", explica agradecida la directora. Para acabar de hacer redonda la experiencia educativa -aquí no dejan perder ni media oportunidad de aprender- la escuela ha pedido a los grandes que redacten una carta formal a la fundación para pedirles los tiós.

Dejar huella

Los grandes del curso pasado -tan grandes que ya están en primero de ESO- fueron los protagonistas del proyecto #CactusExperience con el que acaban de ganar el premio de la Red Española de Aprendizaje-Servicio (que les entregarán en unos días en una gala virtual). En esta ocasión la idea salió de la fundación. Para que los alumnos de sexto no se quedaran sin poderse despedir de la escuela les propusieron un reto. Que plantaran cada uno un cactus en su casa durante el confinamiento -los usuarios de la fundación les mandaron el kit y les ensañaron cómo hacerlo vía videollamada- para, cuando todo pase, plantarlos en el patio y así dejar huella.

Los vídeos de agradecimiento enviados por los críos a los usuarios de la fundación ponen la piel de gallina. Sus protagonistas son niños de 12 años, los más pequeños todavía 11; preadolescentes que se llevaron la peor parte de lo más duro del encierro, que les hurtó su último año en el colegio antes del tan esperado como vertiginoso salto al instituto, y que se muestran infinitamente agradecidos con el detalle de la fundación. "Espero que la vida os devuelva todo lo que habéis hecho por nosotros" o "ahora nos vamos al instituto y ya no nos veremos tanto, pero tenéis que saber que os llevaremos siempre en el corazón".

Además de intentar que los mayores no se quedarán sin despedirse del colegio, la #CactusExperience les permitió tocar tierra (aunque fuera en una pequeña maceta). En un momento de conexiones digitales les permitió volver a conectar con la naturaleza, como estaban acostumbrados en el colegio, además de ser al fin y al cabo un acompañamiento emocional.

Este no es el primer premio que reciben. Su proyecto de aprendizaje y servicio 'Junts' recibió el Premi Inclusió de la Discapacitat del Premi Aprenentatge Servei de l’Associació Catalana d’Integració i Desenvolupament Humà (ACIDH).