a causa de la pandemia

El último Tango en Barcelona

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Patricia Castán

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Suma y sigue la lista de negocios que no reabrirán cuando el Govern levante las restricciones. No habrá tiempo para un último baile final en el Tango, la entrañable sala de fiestas que deja huérfanos a cientos de incondicionales maduritos que alegraban sus tardes entre bachatas, pasodobles, rumbas, boleros, tangos y también 'hits' comerciales. Los rigores de los tiempos de pandemia mantenían su pista clausurada desde marzo, demasiados meses para resistir con unos gastos fijos devastadores para una caja vacía de ingresos. 

El telón se ha bajado sin poder despedir a los muchos jubilados -con una media de 65 años- que se mantenían en forma al son de sus orquestas. "Entre semana apenas se cubrían gastos, pero era muy gratificante ver disfrutar a la gente mayor. Y el fin de semana estaba muy animado", relata Marco Antonio García, administrador de la sociedad, abocada al concurso de acreedores. La sala, que ha escrito varias décadas de diversión en el Eixample, ya pasó por otra quiebra hace un lustro. Entonces se hicieron con su gestión empresarios nocturnos que (con distintas sociedades y alineaciones) ya dirigen locales como Arena Metro, Arena Clàssic y Safari Disco Club, que esperan mantener a flote si llegan las ayudas de la Administración.

Reflotar el negocio fue duro, pero poco a poco lograron ir renovando parte de las instalaciones y servicios, aunque aún lucía un interiorismo marcadamente retro, memoria de otros tiempos. Cuenta Marco que la clave fue darle una doble vida a Tango, con tardes de baile agarrado y noches como discoteca para público LGTBI, con un aforo que con el tiempo y las nuevas normativas ajustaron a unas 700 personas. 

Ocio bajo mínimos

La viabilidad del local se ha estrellado con una crisis sanitaria que está dejando KO al sector del ocio nocturno. Empezando por un alquiler que pesaba como una losa. "Eran 40.000 euros al mes más IBI", detalla la misma fuente. Tras varios meses de impago lograron renegociarlo con la propiedad (un gran tenedor) y reducir la deuda, pero ahora se les volvía a exigir esa cuota mensual, pese a que el baile seguirá vetado varios meses. Si se le añade la Seguridad Social de una plantilla de 37 personas (con la que dice haber alcanzado acuerdos) y facturas de 1.500 euros de electricidad por la gran potencia contratada, la quiebra era matemática pura, explica.

Ya no habrá una resurrección del Tango, porque la licencia es propiedad de la sociedad. A esos cotizados 2.500 metros cuadrados les aguarda otro futuro comercial. Pero ¿qué será de las tardes de los bailongos? Otras salas con la misma banda sonora se encuentran también en jaque, confirma Ramón Mas, presidente del Gremi d'Empresaris de Discoteques de Barcelona, que lleva meses pidiendo la reapertura y ayudas económicas que eviten un alud de cierres. 

Los más mayores corren el riesgo de quedarse sin espacios donde divertirse, mover las caderas, relacionarse o incluso ligar presencialmente. Dibujan un público menos rentable en cuanto a consumo de copas, admite el sector, pero en un horario y perfil que no genera problemas ni incivismo, sino todo lo contrario. En Tango hasta les sacaban aperitivos de pastas y platillos de jamón, que ya no volverán.

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