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Hoteles de Barcelona prueban usos como 'vivienda' u oficinas por horas para paliar el vacío turístico

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Patricia Castán

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En los pocos hoteles abiertos en Barcelona se ven hace meses escasos clientes, pero aún muchas menos maletas. La razón no es solo la extinción temporal del turismo a causa del covid-19, sino también la innegable realidad de que los hoteles del 2020 ya no son meros alojamientos para una estancia corta. Por sus puertas cruzan ahora personas que usan las habitaciones como oficinas por horas (estilo 'coworking') o incluso que han hecho de estos establecimientos un hogar temporal ('coliving'). También los visitan cada vez más catalanes o incluso barceloneses en busca de una experiencia nueva, como cenar y dormir en un hotel de superlujo a un precio nunca visto en la ciudad. Esta opción se ha convertido en la única vía para disfrutar de un restaurante en la ciudad, ya que con las restricciones sanitarias, solo los clientes alojados pueden tener acceso a la gastronomía y bares de los hoteles.

La nueva batería de iniciativas releva a los intentos previos del verano, más centrados en las terrazas, la gastronomía o el ocio, así como a las ofertas que apuntaban a un público más global, cuando aún se esperaba algo de turismo.

Pero las limitaciones que han obligado a cerrar la restauración y fijado el toque de queda en las 22.00 horas en toda Catalunya han dado un nuevo revés al sector hotelero en Barcelona, que con mucha lentitud iba progresando en su volumen de aperturas. De hecho, un puñado de establecimientos de lujo, como el Mandarin Oriental, Monument o Bagués tenían abiertos temporalmente solo los servicios gastronómicos, enfocados claramente al público local. Al no contar aún con huéspedes,con las nuevas reglas del juego han tenido que bajar la persiana del todo, agravando la crisis del sector. En estos momentos, la ciudad tiene activa (con alojamiento) un 30% de su planta hotelera, con una media sobre el 20% de ocupación. Y son estos los únicos que pueden mantener abiertos sus bares o restaurantes para quien pernocta.

120 euros dormir y cenar de lujo

Esta nueva circunstancia, aunque ha provocado muchas anulaciones de reservas de viajeros que descartan venir a una ciudad sin barras ni mesas, ha provocado algún cierre hotelero temporal y frenado nuevas aperturas, también ha espoleado al sector para buscar fórmulas para mantenerse activos. Entre otras, vinculando gastronomía con alojamiento, recuperando la idea de la media pensión o pensión completa.

El lujoso Eurostars Grand Marina acaba de lanzar la campaña (durante un mes) "Ven a cenar y te invitamos a dormir", por solo 120 euros (copa de bienvenida, cena, una noche de alojamiento y desayuno, para dos), para residentes en Catalunya, un precio impensable en dicha categoría.  El Majestic, en pleno paseo de Gràcia y reabierto recientemente, empezó lanzando el reclamo de habitaciones desde 159 euros como escenario perfecto de celebraciones románticas o aniversarios de muchos antiguos clientes o curiosos, cuentan. Pero ante el giro de la normativa han lanzado un paquete de superlujo que incluye también desayuno y una cena o comida para dos por un total de 259, que está teniendo "gran acogida" entre los catalanes con hambre de escapada a la capital y también para la ciudadanía, detallan fuentes del centenario hotel.

En el Arts, en primera línea de mar, la experiencia completa con desayuno, cena, habitación y párking cuesta ahora 275 euros, un precio inferior a lo que costaría solo dormir normalmente... El hotel prepara también pases de un día para 'coworking'.

El glamuroso Hotel W (vela) es otro de los que ofrecen estos 'packs', con panorámicas de infarto. En su caso, el Fire Sleep Fire, con noche de hotel en la categoría Fabolous Room con vistas al mar, con desayuno y cena en su restaurante Fire y aparcamiento, por un total de 275 euros. En breve presentará también planes de larga estancia.

Otro establecimiento con encanto, el Duquesa de Cardona, frente al Port Vell, ha orquestado las noches de viernes "inolvidables", consistentes en una copa de bienvenida, una cena romántica en su azotea (cuando llegue el frío será a cubierta), cóctel con música y magia en vivo, noche de alojamiento, desayuno e incluso baño en la piscina, por solo 140 euros.

Son solo algunos ejemplos de fórmulas combinadas. Manel Casals, director del Gremi d'Hotels de Barcelona, destaca a este diario que ni en el entorno más adverso este sector ha dejado de latir o tratar de "ir un paso más allá", incentivando nuevos usos. "El tema de la restauración nos ha hecho mucho daño, no solo estos 15 días previstos de restricción, sino que el efecto se notará al menos un mes y medio", opina. La incertidumbre de que la medida se extienda en el tiempo lleva a muchos potenciales viajeros a descartar Barcelona para viajes de placer o incluso trabajo.

La pirueta de los hoteleros activos está yendo más allá, en busca de servicios que no tropiecen con limitaciones. Uno de los más interesantes es el del 'coliving', que se está implantando tanto en hoteles de pleno centro como del área metropolitana. "Hay gente que por la pandemia ahora no puede convivir en un piso pequeño, o estudiantes que no saben cuánto tiempo podrán asistir a clase y no pueden comprometerse a alquilar un piso seis meses, o gente que no puede pagar una fianza en momentos de tanta incertidumbre.... Hay que reinventarse y dar fórmulas muy flexibles", resume Camille Gil, responsable de Comunicación Corporativa. Por eso, en los Campanile han implantado la larga estancia (mínimo un mes) a partir de 500 euros, que incluye párking, limpieza, internet y opción de restauración a precio de derribo incluso en la habitación. En una clara apuesta por los "valores de contribución a la sociedad", aceptan mascotas, ofrecen una noche gratis a los autónomos que han de viajar por trabajo, hacen donaciones a bancos de alimentos...

Las estancias de larga duración apuntan a quienes no se quieren o pueden comprometer con un piso en alquiler por meses o necesitan un espacio propio durante la pandemia 

Otro hotel que ya figura para siempre en el ADN de Barcelona como pionero y único Gran Lujo que se volcó con la máxima generosidad para el aislamiento de pacientes leves durante el confinamiento fue el Cotton House, que ejerce de nuevo como hotel convencional, pero ha añadido la opción de larga estancia, de uno a 12 meses, con los servicios de un hotel y menús especiales. Han hecho lo propio con otros establecimientos del grupo: los Praktik Bakery, Essens, Garden y Rambla, así como el AC Victoria Suites con hasta dos dormitorios. En todos ellos los espacios comunes se usan como el 'hogar' provisional, y hasta las zonas de trabajo se acomodan para esa nueva vida, con internet, limpieza y demás servicios.

Pero la lista no deja de crecer, con opciones que alcanzan los apartamentos turísticos de lujo Suites Avenue, en el paseo de Gràcia, desde 1.500 euros al mes, con comodidades para vivir y trabajar.

Trabajar por días, semanas o meses

En algunos casos, los hoteles han preferido poner la diana en los profesionales que necesitan un espacio de trabajo seguro y cómodo. Profundizan en los llamados usos híbridos, atendiendo a que muchos potenciales usuarios no pueden o quieren atarse a un 'coworking' contratado por meses (negocio que ahora vive horas bajas en zonas como el Poblenou) y prefieren opciones más elásticas o económicas, que en hoteles de otros países ya están más implantadas. La opción también se dirige a quienes teletrabajan pero prefieren hacerlo unas horas fuera de casa. 

Kimpton Vividora, un cinco estrellas boutique en pleno centro, ha contado en septiembre con medio centenar de usuarios diarios de este coworking, donde todos los espacios comunes quedan disponibles las 24 horas, con tarifas desde 9 euros al día a 79 al mes, con servicio de wifi, agua, cafés... y acceso a gimnasio reservado, piscina y terraza para los abonados mensuales. Con la nueva restricción del Govern, han optado por suspender este servicio voluntariamente unos días, que esperan remprender en breve. En el Grums, en Poble Sec, los espacios comunes de trabajo se limitan estos días a huéspedes, pero mantienen la opción de alquilar sus habitaciones como oficinas privadas por horas. Sea solo por trabajo o en' packs' con comida, por ejemplo. La flexibilidad de este hotel es máxima: han impulsado habitaciones combinadas con restaurante y spa, sea para una noche o unas horas. "Hay gente que está reservando una habitación por horas para poder cenar, tiene mucho éxito", explican, tras implantar nuevos sistemas de limpieza con virucidas nebulizados. Esta opción con un circuito de aguas cuesta, por ejemplo, 99 euros (noche entera, 147). 

En el Eixample, el Gallery promueve su concepto Homtel (de 'home' y hotel, para estar como en casa), tanto para trabajar en sus habitaciones habilitadas como oficinas diurnas (con wifi, impresoras, cómodas mesas...), como en sus espacios comunes acondicionados. A la par ofrecen el alojamiento de larga estancia (más de un mes) a precio cerrado. Y bonos especiales de hasta 45 noches para consumir cuando se guste. 

Derby Hotels ha convertido su emblema, el Claris en un hotel idóneo para reuniones de trabajo y presentaciones seguras y con todo tipo de facilidades, tanto en su amplia azotea, a la fresca como en una galería semiabierta. Sus habitaciones también pueden ejercer ahora de lugar de trabajo.

 Tristes previsiones al menos hasta Semana Santa

Los puntos suspensivos vuelven a irrumpir en el calendario de muchos hoteles, que siguen posponiendo su reapertura ante las incertidumbres y cambios que implica la pandemia. Esta semana son 132 los activos, un 30,14% de la oferta local, mermada de nuevo por las restricciones en restauración. Hasta final de año está prevista la reapertura de algo más de una veintena, pero la cifra podría desmontarse si se prorrogan las citadas limitaciones, o en función del tipo de toque de queda que se pueda llegar a implantar. Casals recuerda que un septiembre normal las pernoctaciones rondan el 1,6 millones, mientras que este no han pasado de 120.000. No contempla una reactivación (mínima) hasta Semana Santa, siempre que la pandemia lo permita. El cambio de fecha del congreso mundial de móviles, retrasado a junio, ha empujado muchas reaperturas a esa fecha, ya que deja sin ningún aliciente los meses de por sí flojos de invierno. 

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