la regla del décimo hombre

El mejor plan para la Ciutadella es que no haya plan

El parque es para los barceloneses un lugar felizmente reconquistado y para los urbanistas un incordio para unir el Born con las playas olímpicas

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Carles Cols

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Con un par, este apunte sobre el parque de la Ciutadella tiene su punto de partida en una película de zombis. En ‘Guerra Mundial Z’. Lo de menos son las peripecias de Brad Pitt. Lo interesante aquí y ahora es una interesante idea que se sugiera a mitad de la historia. Israel ha conseguido contener a los zombis porque su gobierno ha aplicado a rajatabla la regla del décimo hombre, es decir, que cuando nueve personas están de acuerdo en que una decisión es la correcta, por ejemplo convertir la Ciutadella en un parque del conocimiento, abrir el zoo en canal para que el turismo transite entre el Born y la Vila Olímpica o ampliar de una a tres pistas el circo del Parlament, conviene que una décima persona defienda la tesis totalmente contraria, aunque no cree en ella.

En la guerra mundial de los zombis de la película, el décimo hombre lo tuvo más fácil. Tenía simplemente que defender que esos rumores que llegaban del lejano oriente de que los muertos mordían a la parroquia eran ciertos. Ahí va, pues, la propuesta contracorriente: dejen la Ciutadella en paz.

El traslado del Zoo

Los planes para reformar ese parque de nombre infame (recuérdese, la ciudadela militar no era una fortaleza para defender a los barceloneses, sino para causarles pavor) son tan ancianos ya que se remontan a la época en que los socialistas gobernaban la ciudad. Aficionados como eran los alcaldes y concejales socialistas a cambiar de piel de Barcelona con más frecuencia que una pitón en pleno estirón, se puso sobre la mesa, tal vez lo recuerden, la idea de trasladar el zoo al Fòrum o, si no era posible, al Montseny. Lo de menos era el destino. La cuestión era que la estación de França, con su gigante playa de vías, era una barrera insalvable para unir peatonalmente el centro histórico de la ciudad y las playas olímpicas. Había que buscar un canal de paso. La solución era fácil. Los leones, las morsas y otras bestias del reino animal no votan.

Ninguno de los varios planes que se han redactado o simplemente esbozado para reinventar el parque de la Ciutadella ha escondido que esa, la permeabilidad era la meta final. De nada serviría dar un uso a los edificios en desuso del parque si no iba de la mano de esa apertura de una nueva puerta trasera al recinto. En época de Xavier Trias como alcalde se llegó a presentar un boceto de una de las soluciones posibles, puede que incluso la menos traumática: un puente peatonal pasaría sobre el zoo, con vistas, quién sabe, sobre los elefantes y las jirafas.

La decadencia

Antes de proseguir, conviene retroceder un poco en el tiempo. No demasiado. Los JJOO, como se sabe, alumbraron una Barcelona esplendorosa, pero la Ciutadella no dejó de ser un ‘cul-de-sac’, un parque bastante ignorado, poco estimado y, en ocasiones, poco aconsejable. En su interior, una noche de 1991, fue asesinada a patadas por un grupo de ‘skinheads’ de extrema derecha una transexual, Sonia, que dormía en la glorieta cuando terminaba su jornada de prostitución. Fue un crimen terrible, homófobo hasta la náusea, con detalles que dejan en muy mal lugar la reacción colectiva ante aquella atrocidad, y que, visto con distancia, permite también retratar cuán distinta era entonces la Ciutadella.

Es difícil precisar cuándo y por qué los barceloneses decidieron en hacer suyo de nuevo ese parque, para practicar yoga, tai-chi, malabares, tomar el sol sobre la hierba, celebrar un pícnic en la zona infantil, tocar música o lo que sea. Lo cierto es que ocurrió. Trias, de nuevo como alcalde, tuvo la feliz idea de trasladar parte de la fiesta mayor de la Mercè a la Ciutadella y decir que fue un éxito sería quedarse corto. Ese es, en parte el informe que presenta el décimo hombre en esta particular ‘Guerra Mundial C’. La Ciutadella es un parque. Dejen ya de malmeter. Ningún plan debería ignorar que los barceloneses lo han hecho suyo a su manera.

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