LA CONVIVENCIA CON EL COVID

Barcelona estrena el lunes una incierta nueva movilidad

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Carles Cols

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La nueva movilidad es, como dijo Churchill en una ocasión, aunque por supuesto sobre otra materia, “una adivinanza envuelta en un misterio dentro de un enigma”. Entre el lunes y el martes, final de agosto y primero de septiembre, respectivamentre, está previsto que Barcelona y su entorno metropolitano recuperen el tráfico de coches, el ir y venir en metro, el esperar el bus bajo la marquesina, el pedaleo en bicicleta, el sano ejercicio de ir a pie cuando es posible y el gastar batería del patinete, pero, he aquí la incógnita, no se sabe muy bien en que proporciones. Del Govern de la Generalitat se esperaba este jueves alguna concreción sobre cómo aliviará las aglomeraciones en el suburbano (reuniones de más de 10 personas, aunque con mascarilla), sobre todo porque lo que ocurra a partir del lunes será solo un ensayo de un examen mayor, el de la vuelta al cole a mitad de mes, fecha que suele estresar el tráfico en Barcelona hasta los límites del atasco. Eso se esperaba, aunque, más o menos, con la misma fe con que Vladimir y Estragon esperaban a Godot.

La portavoz del Govern, Meritxell Budó, dijo sin concretar mucho que durante las horas punta la frecuencia de paso de convoyes será tan alta como permita la red del suburbano. También, que ese concepto, hora punta, se ampliará más allá de lo habitual. Pero la  principal solución, se escudó, está en manos de las empresas, a las que pidió que flexibilicen las horas de entrada al puesto de trabajo, se supone que para que esta sea escalonada, o que, mejor, mantengan el teletrabajo como alternativa a la labor presencial. Fue simplemente una apelación lanzada a través del micrófono. Dicho en latín habría sonado a conjuro y el efecto mágico habría sido exactamente el mismo.

El repunte de los contagios

El discurso epidemiológico oficial es que el actual repunte de los contagios se produce en las reuniones familiares, ya sean encuentros vacacionales o posvacacionales. Entre conocidos, las mascarillas no siempre se usan y, vino a sostener la portavoz del Govern implícitamente, más peligroso es ese almuerzo cosanguíneo alrededor de la mesa que pasar media hora codo con codo con desconocidos dentro un vagón. Con todas las dudas que tal afirmación puede lógicamente generar, lo cierto es que Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) ha echado el resto para que así sea, explica la concejala Rosa Alarcón. Los pasamanos se descontaminan con luz ultravioleta y la ventilación transporta compuestos virucidas, para aumentar la asepsia de las instalaciones.

La cuestión es que el lunes comienza la más incierta operación retorno a la cotidianidad y, cifras en mano, las autoridades argumentan que, guste o no, el metro y, en segundo lugar, el bus son las únicas soluciones de transporte con capacidad de satisfacer la demanda si se pretende llegar a tiempo al destino. El coche particular, que fue la movilidad que más rápidamente creció durante el primer desconfinamiento, ha perdido espacio este verano con la batería de medidas que el Ayuntamiento de Barcelona ha tomado en beneficio de los peatones y su distanciamiento social. También lo ha perdido a favor de un notable incremento del carril bici, medio de transporte alternativo que es una de las incógnitas por resolver.

Las cifras del pedal

Alarcón, muy prudente, invita a no imaginar Barcelona como un amanecer de una nueva era a pedales. Es cierto que la venta de bicicletas ha dejado no pocas tiendas sin apenas existencias y que la venta de segunda mano ha sido un no parar, pero París, recuerda la concejala, con una orografía más idónea y tras unas inversiones muy atrevidas ha logrado que la movilidad a dos ruedas y sin moto represente como mucho un 9% del total. No está mal, pero, es una porción pequeña del pastel. En Barcelona, antes del covid-19, la bicicleta represntó en contadas ocasiones un 2,5% del total de los dos millones de desplazamientos diarios. Ahora, alcanzar un 5% ya sería un éxito, por lo saludable que es y porque, aunque poco, descongestionaría algo el metro.

159 trenes simultáneamente

El examen a la nueva movilidad el lunes y el martes, en definitiva, está en el suburbano. Antes de la pandemia, en otoño, TMB aprobó una escalonada inversión de 400 millones que incluía la compra de nuevos y más modernos vagones de metro para sustituir los más ancianos o, ya puesto, aumentar la frecuencia de paso sin jubilar ningún convoy. Eso último es lo que sucederá al menos en las líneas 1 y 5, las más demandadas por los usuarios. Uno de los objetivos fijados, por ejemplo, es que la línea L5, durante las horas de más afluencia, pase con regularidad un convoy cada menos de tres minutos. Durante la hora punta matinal (que antes comenzaba a las siete y ahora, por esponjar, a las seis) habrá en la L5 hasta 35 trenes en ruta. En la L1 serán 33. Entre todas las líneas,159. Son cifras sin precedentes, posibles, además, porque como consecuencia de la pandemia no hay acontecimientos extraordinarios que obliguen a reservar fuerzas, como los partidos de fútbol, los conciertos o, en breve, la fiesta mayor de la Mercè.

El del lunes y el martes es, en cualquier caso, solo el primer examen. El segundo, toda una selectividad de la movilidad, está previsto para mitad de mes, cuando abran las escuelas.