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La Rita Hayworth del Zoo de Barcelona pasa por el quirófano

El revolucionario doctor Steinmetz zanja la sinusitis crónica de Jawi, una dolencia que en orangutanes puede ser letal

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Carles Cols

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Acaba de pasar este sábado por el quirófano Jawi, la pelirroja veinteañera del Zoo de Barcelona, porque estaba literalmente hasta las narices de la sinusitis. La han operado el doctor veterinario Hanspeter Steinmetz y los cirujanos Hansruedi Briner y Meike Harder, que han viajado expresamente desde Suiza para poner fin al sinvivir de Jawi, orangutana con una vida sentimentalmente digna de Rita Hayworth, pelirroja inolvidable, y protagonista, tal vez algunos lo recuerden, de un capítulo estremecedor de ‘Veterinaris’. La intervención ha sido un éxito. Los orangutanes no hablan, Según dicen los indonesios, los miembros de esta especie son capaces de charlar tan amigablemente, pero callan porque son más listos que los humanos. Así evitan que les pongan a trabajar. La cosa es que si rompieran ese voto de silencio, los orangutanes venerarían en un altar al doctor Steinmetz, porque la sinusitis y su temible derivada, la saculitis aérea, pueden propiciar la muerte en este animal. En el quirófano de Zoo de Barcelona, al que ha tenido la suerte de ser invitado EL PERIÓDICO, se ha escrito una página de la historia del ‘Pongo pygmaeus’, la especie a la que pertenece Jawi ‘Hayworth’. Poca broma.

Los zoos europeos lideran esta cirugía con el propósito de llevarla pronto a la Indonesia matal de esta especie

Orangután arriba, orangután abajo, es esta la décima ocasión en que Steinmetz practica esta innovadora cirugía desarrollada personalmente por él en el 2006. En cifras absolutas, es cierto que el número de ejemplares que han pasado por el quirófano es aún muy reducido. Pero los resultados obtenidos son más que concluyentes. La temible cronificación de la sinusitis en este animal tiene un remedio más allá de los molestos drenajes de mucosidad que se practicaban hasta ahora. El siguiente paso natural es ahora exportar a las islas natales de esta especie, o sea, a Borneo y Sumatra, la técnica del doctor Steinmetz. De vez en cuando, como un Guadiana, resurge el debate sobre qué sentido tienen hoy en día los zoológicos. La operación de sinusitis de Steinmetz es una de las muchas respuestas que se puede dar a esa pregunta. Sin los zoos, algunas especies muy amenazadas, no solo los orangutanes, lo tendrían mucho peor.

Era la serpiente Ka, la tontorrona enemiga de Mowgli en ‘El libro de la selva’, la que se quejaba de las jaquecas que le ocasionaba su sinusitis, pero las grandes víctimas de esta molesta inflamación de los senos paranasales son los orangutanes, los pelirrojos más pillos del reino animal. Su morfología intracraneal no es equiparable a la del resto de grandes simios, incluidos los humanos. Los senos paranasales de cualquier lector de este artículo no son nada, en dimensiones, si se comparan con los de un orangután, desproporcionadamente grandes. La razón de tal singularidad evolutiva no está clara. Se sospecha que algo tiene que ver con el modo en que se comunican unos con otros. A gritos. Los orangutanes son grandes solitarios en las tupidas selvas tropicales que les dan cobijo. De los machos es célebre el llamado ‘long call’, el bramido con el que anuncian a las hembras que tienen ganas de mambo. Es solo una suposición que el volumen de ese grito guarda alguna relación con la peculiar estructura interna del sistema respiratorio de esta especie, pero, si es así, lo pagan con una propensión a la acumulación de mucosidad que, vista las viscosas e irreproducibles fotos que acompañan a la literatura científica sobre esta materia, no tiene parangón.

Steinmetz inició en el 2006 un viaje a los ignotos conductos sinusales de esta especie, aventura que le ha convertido en una celebridad

El problema, sin ahondar excesivamente en ello, es que un simple resfriado puede derivar en una sinusitis en un orangután y, fácilmente, en una saculitis aérea. Los centilitros de mucosidad que son capaces de acumular pueden invadir los pulmones. De ahí a la neumonía y la muerte hay solo dos pasos. Lo que Steinmetz ha desarrollado es un técnica endoscópica, a través de la nariz, que agranda los conductos sinusales. Parece fácil, pero para llegar aquí tuvo antes que realizar un microscópico viaje a la anatomía de estos grandes simios, menos conocida de lo que cabría suponer. Realizó primero tomografías a orangutanes fallecidos y conservados en formol y, en el 2006 y en el Zoo de Zurich, se puso manos a la obra con un primer paciente. En aquel 2006 fue, precisamente, cuando Jawi tuvo su primer resfriado serio. Verla ahí este sábado por la mañana, 14 años después, tendida sobre la mesa de operaciones, puede encoger un poco el alma, y más porque se ha quedado dormida con los ojos abiertos, pero el fin no puede ser más noble.

Jawi es historia viva del Zoo de Barcelona. Fue el primer bebé orangután nacido en la ciudad. Eso fue hace 23 años. Es hija de Locki, con la que se lleva bien a pesar de lo que ocurrió. Se preguntarán qué fue. Pues que el zoo le buscó pareja a Jawi cuando alcanzó la adolescencia. El elegido fue Karl, un hermoso ejemplar procedente de Alemania, un tipo que tal vez la quiso tanto como Orson Welles a Rita Hayworth, pero igual de faldillero que el director de ‘La dama de Shangái’. Total, que se arrojó en los brazos de Jawi, sí, pero también y sin disimulo en los de su madre Locki. Las dejó embarazadas a ambas. De aquel apareamiento nació Jingga, todo un personaje.

Como madre primeriza, Jawi fue catastrófica. Accidentalmente le rompió un brazo a  la criatura. La sanación de aquella fractura dio pie a uno de los episodios más emocionantes de ‘Veterinaris’, que tuvo su epílogo tiempo después cuando Jingga, ya estupendamente recuperada, se hizo famosa en las redes sociales por desternillarse de risa cuando un visitante del zoo hizo un pequeño truco de magia junto al cristal de su hogar.

La que durante un par de días no estará para risas en Jawi. La operación ha sido un éxito. Más rápida de lo inicialmente previsto. Unos 90 minutos han necesitado Briner y Harder para acceder a los recónditos conductos sinusales a través de las narices de Jawi. Los han ampliado para que corra mejor el aire. Las molestias postoperatorias no son gran cosa, dice Steinmetz. Un leve sangrado por la nariz y, tal vez, un ligero dolor, pero solo por el vaciado de mucosidad que le han realizado antes de intervenir ya se sentirá mucho mejor. Podría hablar y contarlo ella misma. Pero, ya saben, tiene miedo de que la pongan a trabajar.

Disney se equivocó de animal

El doctor Hanspeter Steinmetz, además de un tipo encantador, es un especialista capaz de responder preguntas para subir nota. El viernes tuvo la amabilidad de conversar unos minutos sobre los pasos que tuvo hasta dar por fin con una solución a la maldita sinusitis orangutana. Fue muy didáctico. Llegado el momento, aceptó encantado la pregunta más inesperada. ¿Podía Ka, la serpiente de ‘El libro de la selva’, padecer una sinusitis? Necesitó un minuto para aclarar ideas. La respuesta es que no. Los ofidios no tienen conductos sinusales. No había caído nunca en ello, pero le extrañó que la factoría Disney, a la que tiene por muy rigurosa a la hora de retratar animales en sus películas, cometiera ese error que queda parcialmente corregido por el papel que protagonizan en esa misma historia los orangutanes. Ahí está el rey Louie, que secuestra a Mowgli para que le revele el secreto del fuego. La curiosidad de los orangutanes es sobradamente conocida en los zoológicos. Más que eso incluso. De todas las bestias de un parque, la más capaz de fugarse es esta. La ganzúa para abrir puertas no tiene secretos para un orangután. Ya lo han hecho. No es raro, pues, que quieran también conocer cómo prender fuego.