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'Santacollywood', una ciudad de cine

Los hijos de la inmigración descubren la pequeña, densa y dadá Santa Coloma de Gramenet, esa gran desconocida, como plató de rodajes

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Carles Cols

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En la televisión alemana se ha resuelto un crimen tremebundo por un feo asunto entre lateros, pero no una pelea cualquiera, sino un caso de aúpa, con francotiradores y un testigo clave con una amnesia nunca vista desde que a Gregory Peck lo psicoanalizaba Ingrid Bergman en ‘Recuerda’. Es, que quede claro de antemano, en una ficción televisiva, ‘Der Barcelona Krimi’, parece que una serie muy popular  en los hogares teutones. En ella aparecen, por supuesto, las postales habituales de Barcelona, pero con buen ojo se adivinan de vez en cuando algunas escenas rodadas en Santa Coloma de Gramenet, plató en alza para rodajes desde que un par de nativos colomenses, hijos de obreros en una ciudad sin industria, eligieron como oficio el de localizadores, profesión curiosa que  merece antes un punto y aparte para ser explicada.

Del 'book' de las localizaciones merece la pena, cuestión de gustos, la calle de Formentera

Igual que Paquita Salas tiene ‘book de actores y actrices, Krei, esta agencia con raíces en Santa Coloma, lo tiene de posibles localizaciones en las que rodar tal o cual serie, película o anuncio, y, como explica Manel Muns, uno de los miembros de esta pequeña compañía, “Santa Coloma es una ciudad muy dadá”, en el mejor de los sentidos de esa expresión, es decir, que como hizo Duchamp y el resto de la camarilla de dadaistas hace 100 años, esta ciudad de 120.000 habitantes encajonados en siete kilómetros cuadrados desafía el canon de lo que estéticamente es aceptado como bello y propone que no hay nada más estéticamente reconfortante que la normalidad. Querrán un ejemplo. Ahí va uno. La calle de Formentera.

Es esta una calle muy pequeña, proporcionalmente como la isla a la que está dedicada. Tan pronto como empieza ya termina. Está en las cotas altas de Santa Coloma. Es un balcón de lujo con una vista magnífica sobre la gran Barcelona, inusualmente oblicua, con una panorámica sobre las dos sagradas familias, la laica, de tres chimeneas, en Sant Adrià de Besòs, y la beata, de Gaudí, en el Eixample. La publicidad de un par de marcas de coches ya ha reparado en esa calle para lanzar sus modelos.

Barcelona lidera, por supuesto, el 'ránking' de rodajes, pero en el sector lamentan el estado de berrinche permanente de los barceloneses

El caso es que los fotógrafos Aina Yraola, Andreu Fernández y Alex Redorta tiene el encargo de Krei de hacer el ‘book’ de posibles localizaciones de Catalunya, para lo cual no todo lugar sirve. Primero está lo práctico. Tienen que ser espaciosos, para que puedan aparcar los camiones del equipo de rodaje. No está de más, tampoco, que el vecindario sea amigable. Dicen en el sector que en Barcelona, ese permanente estado de berrinche que empieza a ser una seña de identidad de los capitalinos invita a buscar paisajes en otras ciudades. Y es ahí donde, como explica la alcaldesa Núria Parlon, Santa Coloma abre los brazos.

“Santa Coloma es todavía una gran desconocida”, asegura Parlon. Tiene razón. Desde la otra riba del Besòs se ignora, por ejemplo, el imponente yacimiento ibero de Puig Castellar, con mejores vistas aún que la calle de Formetera, pero si no se desea ir tan atrás en el tiempo, se olvida además que no solo Barcelona tiene restaurantes con estrella Michelin, 22. Santa Coloma también compite en esa disciplina con el Lluerna, y con Ca l’Armengol y el Verat en la categoría Bib Gourmand, que se dice pronto.

Lo de ser plató de rodajes es el nuevo frente en el que la ciudad quiere guerrear, no de forma ocasional, como cuando Javier Bardem pasó por la ciudad para algunas de las escenas de ‘Biutiful’ o cuando Bellmunt plantó sus cámaras en la iglesia Major para rodar 'Pa d’àngel', sino de forma continua. Durante este 2020, adelanta Parlon, el ayuntamiento pedirá formalmente el ingreso en la Catalunya Film Commission, una de las primeras puertas a la que llaman las productoras cuando planifican una filmación. El impacto de un rodaje no se mide solo en euros. Si es posible, el propósito municipal es que las escuelas de teatro locales proporcionen los extras que requiera el director para cada escena.

El gancho de Santa Coloma (al menos así lo ven en Krei) es que, además de ese toque dadá que tiene lo bello de la vulgaridad, tiene una arquitectura que es la repera, pues al lado de un portal de los albores de los 70, perfectamente congelado en el tiempo, del que si salieran de súbitamente Fernando y Pepito el Yeyé cualquiera creería que eso es el Morrot barcelonés de 1971 en la movida jornada del Watusi, puede haber otro edificio modernamente 'millenial', y eso, parece, es el no va más de los rodajes, cambiar narrativamente de ciudad sin moverse de una misma calle.