DECLARADA LA EMERGENCIA CLIMÁTICA

BCN se marca como objetivo reducir el 50% de las emisiones en 10 años

El paquete de medidas incluye incrementar en 40 hectáreas la superficie verde, aumentar la recogida selectiva y crear centenar de refugios

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Luis Benavides

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'Esto no es un simulacro’. Bajo este lema, la ciudad de Barcelona ha declarado oficialmente la emergencia climática  con un acto solemne en el Saló de Cent del ayuntamiento. El equipo de Ada Colau ha desgranado algunas de las cerca de 100 medidas incluidas en la declaración con las que esperan reducir hasta dos millones de toneladas de CO2 en los próximos 10 años. Esto significará una reducción del 50% de las emisiones de gases con efecto invernadero respecto al 1992.

Colau, parafraseando a Greta Thunberg, afirmó que «la casa está en llamas y toca actuar ya». La batería de medidas con las que Barcelona «pasa a la acción» para luchar contra la crisis climática y mitigar sus efectos cuenta con un presupuesto de 563 millones de euros hasta el 2025. A continuación, las medidas más destacadas, por bloques.

URBANISMO

Más ejes cívicos y pulmones verdes 

La declaración coloca al peatón en el centro y eso se traduce en varias medidas para revertir el protagonismo del coche y la moto como la conversión de 15 kilómetros en ejes verdes y acelerar el programa de supermanzanas. En esta misma línea, el plan incluye actuaciones hasta el 2023 para mejorar la seguridad y la calidad ambiental de los entornos de 200 escuelas y se marca como objetivo incrementar en 40 hectáreas el verde público y no superficial priorizando las partes de la ciudad con un mayor déficit como la avenida Meridiana o el parque lineal de la Sagrera.

El plan también prevé intervenir en 10 puntos de la ciudad como el paseo Marítim de la Barceloneta y el Parc del Fòrum para crear nodos de biodiversidad y reservas de naturaleza que ofrecerán sombra y confort térmico

MOVILIDAD

Un transporte público más competitivo

La movilidad en la ciudad, responsable de un 40% de la emisiones de gases con efecto invernadero, depende  en exceso de los combustibles fósiles. Este modelo contribuye al cambio climático y también tiene efectos nocivos en la salud. Para revertir esta situación el plan apuesta por un cambio hacia una movilidad más sostenible y con una huella de carbono mucho menor. Para conseguir este objetivo, amén de la Zona de Bajas Emisiones del ámbito Rondes de Barcelona en vigor desde el pasado 1 de enero y estudiar un peaje de toxicidad, el ayuntamiento incrementará el número de vías con velocidad inferior a los 30 kilómetros por hora, reducirá carriles en vías como la calle de Aragó y extenderá el estacionamiento regulado en toda la ciudad para reducir el tráfico.

El consistorio también colaborará con la administraciones competentes para completar la red de tranvías, aumentar la oferta de buses interurbanos y desarrollar las inversiones necesarias en Rodalies y Regionales, así como acelerar las obras de finalización de la estación de la Sagrera. El consistorio ya trabaja con el puerto y aeropuerto para reducir su impacto.  Este apartado incluye la actualización de los planes directores de las dos infraestructuras para que incorporen medidas reales que permitan la  reducción de emisiones.

ENERGÍA

Placas solares y rehabilitaciones

En su declaración de emergencia climática Barcelona defiende el uso racional de la energía,  «basado en el ahorro, la eficiencia energética y la generación renovable que priorice el autoconsumo y la autogeneración de energía». Y para tender cada vez más hacia un modelo energético renovable contempla llenar los tejados  de instalaciones solares en unos 30 edificios municipales y en el espacio público, reforzar las ayudas públicas en las rehabilitaciones de viviendas  con un enfoque energético y ambiental, y desarrollar una ordenanza  que garantice que los edificios nuevos o reformados integralmente sean de «mínima demanda energética y máxima generación».

ECONOMÍA

Promoción de un turismo sostenible

El modelo de consumo predominante pone en peligro el equilibrio ecológico del planeta. En este apartado, el consistorio prevé estudiar la capacidad de carga turística de la ciudad y promover un turismo más sostenible, así como incluir criterios de economía social y solidaria en las contrataciones públicas.

El plan también recoge reclamar a la Generalitat de Catalunya el despliegue de la Ley de Cambio Climático, incluyeno medidas fiscales, y pedir la finalización e implementación de la Ley Catalana de la economía social y solidaria, así como los recursos necesarios para su desarrollo.  "Queremos una ciudad con una economía más justa, más social, más ambiental y que no deje a nadie atrás", detalla la declaración presentada por el gobierno municipal.

CONSUMO Y RESIDUOS

Contenedores inteligentes

El modelo de la economía lineal, basada principalmente en el 'usar y tirar', deberá dar paso a un modelo de consumo más sostenible. Hoy una persona en Barcelona genera un total de 483 kilos de residuos anuales (unos 1,32 kilos por día), mientras la recogida selectiva se encuentra estancada en el 38% y el ayuntamiento se ha fijado alcanzar el 65% para reducir la necesidad de incineración.

Para fomentar un consumo más responsable y un mejor reciclaje, el plan contempla la eliminación de los plásticos de un solo uso (mediante acuerdos voluntarios con el sector privado) y el despliegue de un sistema de recogida de residuos domésticos y comerciales individualizada a partir de contenedores inteligentes. 

Con el 2025 en el horizonte

La batería de medidas cuenta con un presupuesto de 563 millones de euros hasta el 2025 y presenta un objetivo algo más ambicioso que el Pla Clima, aprobado en el 2018 y que fijaba reducir en un 45% los gases con efecto invernadero respecto a los valores del 2005.  

Estas iniciativas se han trabajado durante meses junto a entidades y expertos. Este trabajo cuenta con el respaldo de una ciudadanía cada vez más preocupada por la crisis climática–quedó reflejado en el último barómetro municipal- y que pide medidas más valientes y contundentes.

Para trabajar esta declaración y el paquete de medidas asociadas, el consistorio creó la mesa de emergencia climática en la que participaron cerca de 300 personas en representación de 200 entidades. Ha habido cuatro sesiones y 15 talleres para que la declaración no sea del ayuntamiento sino de ciudad.  

Guerra de cifras

Según la Organización de las Naciones Unidas, las grandes urbes producen el 70% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (CO2). Este alto porcentaje es consecuencia de la densa población que albergan y la cantidad de energía que se consume en ellas, así como los desplazamientos por tierra, mar y aire.  La ciudad en su conjunto -contando el tráfico rodado, la gestión de los residuos y los hogares, entre otras fuentes emisoras- serían las responsables de 3,4 millones de toneladas anuales de CO2.