Con mucho gusto
El día que se acabó el turrón
Pese a ser uno de los postres más logrados, los turrones son víctimas de una estacionalidad brutal
No hay nada que hacer. Llega el día de los inocentes y el turrón queda acuchillado inevitablemente, sin la más mínima posibilidad de volver a la mesa como el postre delicioso que es. He intentado buscar entre chefs fórmulas para darle nueva vida tras el desastre, pero jamás he conseguido una respuesta que me permita augurar que el Alicante y el Xixona tienen otro futuro que no sea esperar al año siguiente.
En un tiempo pasado, pedí una receta al chef Xavier Pellicer, mientras revolvíamos papeles en una tienda de subastas, y me llevé a cambio una ecuación mágica para preparar un pastel de zanahoria y naranja tan sugerente como sabroso. Hice la misma consulta a Joan Roca, se puso serio como un profesor universitario, que es su manera de ser serio. Con un quizás habló de una copa de turrón, cortado finamente, y fruta, todo ello potenciado con un aguardiente volátil. Como las recetas comentadas son bocados de viento, decidí que este tema finalizaba con la fiesta de los inocentes. Exactamente para dar entrada a otros dos postres de existencia brevísima: el 'panettone' y el 'tortell' de reyes.
El tamaño del 'panettone'
Este brioche en cúpula, en principio, puede dar algo más de juego temporal. Los italianos venden muy bien, hasta cafeteras que comprimen la cafeína a extremos irritantes. Son capaces de oupar su espacio navideño con el famoso pan de Toni, según la leyenda milanesa. Van por buen camino porque han provocado una batalla dialéctica entre los defensores del 'panettone' grande contra los de pequeño formato. En este caso es inútil seguir a Aristóteles, afirmando que en el justo medio está el mejor.
Ya se sabe, lo escribió Thomas de Quincey, incluso un asesinato (teniendo en cuenta que siempre son horribles), puede llevarse a cabo con mayor o menor estética, es decir, unos son más buenos que otros. Con el 'panettone', depende del artista que lo elabora. Los hay siniestros e individuales y horribles y grandes. Algo próximo nos puede pasar con el 'tortell'. Si no es de nuestra pastelería de cabecera, podemos hacernos con un salvavidas de corcho, eso sí, iluminado por todas las frutas confitadas del mundo.
Père Magloire XO, un Calvados a 45,50€
Hay bebidas destinadas a días especiales. Aguardientes resumen de un saber antiguo que se conserva a pesar de la cultura del gintonic. Una de las más nobles es el Calvados, el destilado de sidra elaborado a partir de manzanas cultivadas en Normandía. Las mejores son las del Pays d'Auge. Son 150 variedades que permiten hacer de una tonelada de fruta 800 litros de sidra y de esta una cantidad minúscula de Calvados. En el caso del XO Père Magloire, no se trata de una destilación continua, sino de una doble, en alambique de cobre, lo que garantiza una riqueza aromática única en la que se aprecia el aroma de la manzana ensamblado con las notas que proporciona la barrica de roble tras unos nueve años de reposo normando.
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