El Palace desnuda cien años de historia a través de las fotos de cientos de huéspedes

Una muestra y un libro radiografían la evolución de la ciudad, de sus huéspedes y del hotel

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Patricia Castán

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Un 26 de octubre de 1929, Pilar de Carulla se casaba con Joaquín Fuster por todo lo alto con un banquete en el salón Diana del Hotel Ritz, donde se sirvió un menú de nueve platos, casi tan largo como su velo de tul de chantilly. Medio siglo después, la pareja celebró su longevo amor  en el mismo escenario. Ambas imágenes ilustran los destellos de la flor y nata de la época y la fidelidad de los barceloneses a un hotel de lujo que trasciende mucho más allá de su función turística. Porque El Palace (tuvo que cambiar de nombre hace unos años tras un litigio) se convirtió con los años en sede de la vida social burguesa, en punto de encuentro de intelectuales a banqueros, en alojamiento de altos vuelos para famosos de amplio espectro (de Dalí a Freddie Mercury) o incluso en la cara opuesta, durante la guerra civil.

El centenario del hotel que cambió el panorama local del alojamiento desde 1919 ha traído un 2019 hiperactivo al edificio de Gran Via con Roger de Llúria, pero acaso lo más fascinante llegue ahora, con un recorrido de más de 300 fotos recopiladas en el libro 'Del Ritz a El Palace', presentado la tarde de este lunes con el trampolín de una exposición con un tercio del jugoso material, abierta a todos los ciudadanos hasta final de noviembre. La gracia es que el 80% de esa artillería visual la han aportado los propios protagonistas en los últimos meses, después de que el establecimiento hiciera un llamamiento.

Memoria y emoción

«La respuesta ha sido muy emocional, ha venido mucha gente, incluso de avanzada edad, a traer personalmente las fotos que guardaban de sus momentos en el hotel», relata Jean-Marie Le Gall, su director. Su equipo ha trabajado en la selección e incluso se ha nutrido de la hemeroteca personal de algunos exempleados que guardaban fotos como oro en paño. El capítulo Entre bambolinas es testigo en sepia de entrañables posados como el de su chófer hasta 1954, Juan Torres Haro, o del que fue primer maitre durante largos años, Fernando Cubeles. 

En 'Del Ritz a El Palace' aparecen  clientes famosos y escenas de la sociedad burguesa 

Los banquetes de boda, puestas de largo y celebraciones de postín -que, relata Le Gall, con los años han perdido peso frente a los eventos corporativos- , se despliegan por décadas en el majestuoso vestíbulo del hotel, a la par que  se asoman rostros famosos o escenas de desfiles de moda. En el libro, hay lugar también para las dedicatorias que tras su paso dejaron desde Ella Fitzgerala John Wayne, pasando por Sofía Lore, Polanski, Gary Grant, Jane Birkin, Maradona, Pelé, Woody Allen, Withney Houston o John Le Carré, entre un larguísimo elenco.

Pero un siglo de vida, en blanco y negro o color, da también para  grises. Como los periodos de guerra y posguerra, cuando se convirtió en comedor popular de la CNTy UGT, con colas de comensales hambrientos en formato ya de autoservicio. El valor documental incluye otras imágenes poderosas, en este caso de colectivos desfavorecidos, como las meriendas ofrecidas por Navidad a los niños acogidos en la Casa de Maternitat i Expòsits, de 1925 a 1930.

Unas mesas en las que se sentaron de Alfonso XIII a Lluís Companys. Y así, se suceden desde felices rostros anónimos a familias de renombre, a los que la dirección del hotel ha querido ahora «conectar» con la memoria del local,  sin perder de vista el futuro, al que se alude en las imágenes del Salón Cugat. Porque el Palace se ha renovado conservando su incombustible clasicismo -sin rival en la capital catalana- pero aunando las «necesidades del cliente del siglo XXI», dice Le Gall. 

Se ha empeñado también en acercarse al barcelonés, por lo que mantendrá iniciativas sorprendentes, como cine de Navidad en su azotea  acondicionada o un espacio efímero de gastronomía alpina en enero.  Dice en el prólogo el médico y escritor Jaume Aleu (el cliente con más estancias del hotel) que desde allí vio forjarse, dice,  a la Barcelona «obstinada en convertirse en una  ciudad trascendente, cosmopolita y global». 

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