BARCELONEANDO

Amor, comida y una camarera tuerta

Isabel Coixet rueda en Barcelona 'Foodielove', una agridulce reflexión sobre la vida sentimental

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Ramón de España

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Me acerco al rodaje de 'Foodielove', la serie de Isabel Coixet (guion y dirección) para HBO, que, como su título indica, va sobre el amor en general y el amor a la buena comida en particular. A lo largo de ocho episodios, asistimos a las cuitas sentimentales de una pareja que siempre queda en bares y restaurantes. Ella es Laia Costa, que trabaja más fuera de España que dentro y reconoce que la oportunidad de colaborar con Coixet no es de las que se rechazan alegremente, aunque ahora viva en Miami y esté enfocando su carrera hacia el mercado norteamericano; él es Guillermo Pfenning, un estupendo actor argentino al que algunos -no muchos- recordarán por su conmovedora presencia en 'Nadie nos mira', una magnífica película de la también argentina, aunque instalada en Nueva York, Julia Solomonoff, que no encontró su público y duró cuatro días en las salas: la vulnerabilidad y fragilidad del personaje de Pfenning, un actor gay que sobrevive en Manhattan cuidando al niño de una amiga o paseando perros de ricachones, era el punto fuerte de ese 'labour of love' cinematográfico exhibido bajo el radar.

Aunque Coixet insiste en que la comedia no es lo suyo, 'Foodielove' es una agridulce, y a veces humorística, reflexión sobre la vida sentimental. Cuando llego al rodaje, que tiene lugar en un bar frente a la estación de França, Guillermo está encajando un plantón de una mujer y es consolado por una camarera tuerta interpretada por Yolanda Ramos. "Lo del ojo a la virulé fue cosa suya", me comenta Coixet. "La tía es de traca". Me trago cuatro tomas de la secuencia y observo que Guillermo da mucha penita -eso lo borda- y que Yolanda se curra su papel secundario. Soy fan de Yolanda como lo soy de Jordi Sánchez; son dos actores cómicos sensacionales que suelen estar por encima de los productos televisivos en que se involucran. Si estoy zapeando y pillo 'La que se avecina' en un momentazo del infame Antonio Recio ("Mariscos Recio, el mar al mejor precio") me quedo enganchado a la pantalla hasta que Sánchez desaparece. Y lo mismo me ocurre con 'Benvinguts a la familia', en TV-3: la serie no me hace maldita la gracia, pero las apariciones de Yolanda Ramos son, como ella misma, de traca.

Yolanda Ramos y Jordi Sánchez son dos cómicos sensacionales que suelen estar por encima de muchos proyectos a los que se suman

El proceso ha sido largo hasta llegar a este rodaje, según me cuenta Coixet: "Tuve que escribir los ocho capítulos y que los aprobara la superioridad antes de recibir la luz verde. Eso sí, una vez en marcha, ningún problema. Tenemos una cámara estupenda y carísima y vamos a rodar en España, Italia, Francia y Japón. La serie está llena de momentos autobiográficos y puede que algún exnovio se reconozca y no se caiga muy bien, pero ya sabes que los que escribimos lo vampirizamos todo".

Aprovecho un alto para ir a tomarme un café con Yolanda Ramos. Desde que la conocí en un almuerzo en casa de Coixet es como si fuésemos amigos de toda la vida. Me comenta que la última película que ha visto es 'Mónica del Raval', del gran Paco Betriu, y la convenzo (creo) para que rebusque en Filmin hasta que encuentre 'Furia española', con Cassen y Mónica Randall, de cuando parecía que Betriu iba a ser el nuevo Berlanga (no lo fue no por falta de talento, sino por la mala suerte y las malas compañías entre productores, él ya sabrá a quién me refiero).

Cuando volvemos al set, ha aparecido Laia Costa vestida con un mono amarillo. Cruzamos cuatro palabras sobre su carrera internacional -que se inició con la película alemana 'Victoria'-, se queja, pero poco, de que no le envíen  buenos guiones -mejorando lo presente- desde su país natal y me cuenta que lleva cuatro largometrajes seguidos en Estados Unidos. Vive en Miami, en vez de en Los Ángeles, por motivos sentimentales y porque, según ella, ya no es obligatorio residir en Hollywood para montártelo, te basta con un buen agente y tu disponibilidad para viajar. Quiero creer que llega tarde a su cita de ficción con Guillermo y que a este se le va a pasar la tristeza que le he visto experimentar hace un rato frente a la camarera tuerta.