UN DEBATE INCÓMODO

¿Se puede hablar de cultura charnega?

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zentauroepp43925702 barcelona 25 8 95 camping la ballena alegre en la carretera 190405102049 / CARLOS MONTAÑÉS

Helena López

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La tormenta se desató el lunes. Rueda de prensa de la cuarta edición de la <strong>Primavera Republicana,</strong> el ciclo de conciertos, obras de teatro y debates "para reivindicar los valores republicanos" organizado por el Ayuntamiento de Barcelona. Una convocatoria que no suele despertar demasiado entusiasmo en los medios y que hubiera pasado bastante desapercibida si no hubiera sido por la novedad de este año: el primer Festival de Cultura Txarnega, comisionado por la escritora Brigitte Vasallo Emboscada Col·lectiva. Pese a que poco o nada se sabía del festival, más allá de su provocador título, este bastó para encender la mecha. ¿Tiene sentido hablar de cultura charnega en el 2019? Algunos, los que se han encargado de avivar el debate, tienen claro que no. Sin el alud de críticas todo podría haber quedado en unas modestas jornadas más entre las cientos que se organizan cada año en la capital catalana. Hay en cambio quien cree que si solo poner el tema sobre la mesa escuece tanto, quizá tan superado no esté. Este texto, sin la más mínima pretensión académica, persigue únicamente recoger algunas perspectivas ‘charnegas’, más allá del chaparrón.

"Catalunya realmente ha sido muy potente y tiene como cosa muy positiva haber conseguido que parte de población que ha venido de otros sitios se sienta de aquí, como es mi caso. Yo soy nieta de Antonio el ‘esquilaor’ que hacía la aceituna en Lopera [Jaén] y soy profesora de catalán aquí. Ahí hay un camino, un recorrido. Pero esa ‘integración’ ha sido desigual. Es evidente que ese camino ha sido distinto para los hijos del que le tocó irse a Vic que para los que se fueron a L’Hospitalet. Eso es una evidencia que no sé por qué nos tomamos la molestia en fingir que no es así. Porque es así y esa es la madre del cordero de muchísimas cosas", señala Lucía López, profesora de secundaria en un colegio del barrio del Besòs, nacida y crecida en Sant Celoni, de madre y padre andaluces migrados a mediados de los 70. "Esa integración desigual yo la veo todos los días en clase. La mayoría de mis alumnos nacieron en Catalunya y me cuesta la vida convencerles de que el catalán es patrimonio suyo. Me vuelvo loca para que quieran hacer algo en catalán. Todo lo que se les plantea en catalán es ‘no’, ya sea ver una serie, ver una peli o hacer una obra de teatro", prosigue la docente. "Tenemos mucho prejuicio a la hora de reconocerlo -concluye-; hay cosas que hay que admitirlas y a partir de ahí se puede sentar una base buena para continuar".

Falta de oportunidades

Alba Sanjurjo tiene también contacto diario con chavales, en su caso de Nou Barris, donde ha nacido y crecido, y de donde es miembro activo de los movimientos sociales. En su caso, es segunda generación. Fueron sus abuelos, no sus padres, los que llegaron desde Cabra, en Córdoba, al Somorrostro, donde cuentan que había tantos cabreños que sacaban a la virgen del pueblo en procesión. "Hay cierto sector de gente que está intentando dinamitar los consensos sociales. Que el catalán es una lengua de acogida es algo que hasta ahora era de consenso. ¿Por qué Ada Colau ahora se pone a hacer sus vídeos de campaña en castellano? ¿A quién le interesa salir de este consenso ahora? No le encuentro sentido al hecho de reivindicar en este momento la identidad charnega. A mí, personalmente, no me interpela", reflexiona la joven, quien señala lo interesante de poner sobre la mesa la falta de oportunidades. "Seguramente no somos nosotros, los ‘charnegos’, los que actualmente estamos sufriendo la peor parte de esa ‘mala acogida’", señala. "Paremos de folclorizar y pensemos cómo acercamos esos consensos a esos chavales que, pese a haber nacido en Catalunya, no sienten el catalán como algo suyo. No usemos este debate como arma electoral", apunta la antropóloga, quien también reconoce que no es lo mismo ser hija que nieta de esa migración.

Cultura nacida en los márgenes

Nacida en Garaño, León, Aurora Álvarez llegó a Verdún a los 13 años. Ha dedicado toda su vida a poner en valor la cultura de y en la periferia. La cultura nacida en los márgenes, donde está la mezcla. Esa ha sido la base del Ateneu Popular de Nou Barris, al que lleva vinculada desde su fundación hace 41 años. "No entiendo la necesidad de poner sobre la mesa el tema charnego justo ahora, que tenemos una mezcla de muchas partes del mundo. El término charnego se superó. La cultura catalana ha sabido trabajar muy bien la cohesión a través de la cultura, precisamente. Volverlo a poner en el centro del debate es un error. La oportunidad ahora es otra. Tenemos a personas de procedencias muy diversas y tenemos la oportunidad de sumar más, de que de esa mezcla nazca una cultura distinta, más rica", considera.

Pese a que también considera anacrónico abrir ahora ese debate, Isabel Martínez, periodista nacida y criada en el barrio de la Salut de Badalona y vecina de Llefià, se muestra crítica con "el relato idealizado de 'un sol poble'""Es un asunto que no gusta tratar porque no se ha gestionado bien", asegura. "Hasta la universidad, nunca me sentí señalada, porque toda la gente de mi entorno era como yo. La relación era de igual a igual. Todos teníamos el mismo contexto social o las mismas raíces. Fue en el momento de tener que salir del barrio cuando me di cuenta de que, para algunos, había catalanes de primera y de segunda, y yo, nosotros, estábamos entre los de segunda", expone esta hija de madre leonesa y padre guadalajareño, quien tampoco se siente interpelada con la etiqueta de charnega, pero no oculta sus dudas sobre la eficacia del ascensor social. 

"Reapropiarnos del insulto es un acto político. Se trata de celebrar qué somos y cómo nos sentimos. Sí, somos charnegas y nos gusta serlo y tenemos cosas a explicar"

Brigitte Vasallo

— Comisaria del Festival de Cultura Txarnega

Voces como las de Lucía, Alba, Aurora Isabel, así como las de Yolanda o Silvia o..., son las que a la pensadora Brigitte Vasallo le gustaría escuchar la tarde del próximo 13 de abril en la Fabra i Coats. Pese a sus visiones distintas sobre si existe o no esa identidad, todas coinciden en reivindicar con orgullo sus orígenes. Queda atrás aquella verguenza de que te vieran hablando en castellano con tus padres. Verguenza con la que, sí, crecieron muchos niños en la Catalunya de los 80.  

"Charnego siempre ha sido un insulto. Reapropiarnos del insulto es un acto político. Se trata de celebrar qué somos y cómo nos sentimos. Sí, somos charnegas y nos gusta serlo y tenemos cosas a explicar sobre cómo es y cómo ha sido nuestra experiencia", explica la comisaria del festival, quien insiste en que es una propuesta abierta. "Se trata de juntarlo y hablarlo juntas. Es un festival familiar, al que esperamos vengan muchas familias. Queremos que nuestras madres tengan un papel protagonista", cuenta antes de responder algunas de las preguntas que más le han repetido durante esta semana.

-¿Existe una cultura charnega?  

-Somos una generación que ha crecido con una cultura dentro de casa y otra en la calle. A partir de ahí hemos construido miradas diversas. Yo tengo ganas de hablar del tema. Somos catalanes y tenemos orígenes diferentes que no están reflejados en ningún sitio.

- Otra de las preguntas que más se han hecho estos días es ¿por qué ahora?

- Ahora es el momento en que esa primera generación ya está en lugares de suficiente responsabilidad como para poder hacerlo. Somos la primera generación que ha tenido acceso a estudios superiores y que hemos conquistado la palabra pública.

-¿Qué les dice a los que aseguran que es un tema ya superado?

-Si estuviera tan superado como dicen, a todo el mundo le hubiera hecho gracia que hiciéramos un festival con sillas de cámping en el que pedimos a la gente que comparta las cintas de casete que escuchaban en los largos viajes en coche al pueblo. El malestar que ha provocado ha mostrado la evidencia de que no estaba superado, sino bajo la alfombra. Estoy muy dolida por el linchamiento al que estoy siendo sometida estos días en las redes sociales. Miles de perfiles contra uno solo es violencia y tiene una intención clara: intentar acallar a una voz en concreto.