regulación compleja

Dos años de aritmética hotelera para ganar plazas

La tolerancia para ganar camas en zonas perimetrales tiene límites estrictos y algunos vecinos incluso combaten ese incremento

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Patricia Castán

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Cuando en enero del 2017 se aprobó el famoso PEUAT (plan especial urbasnístico de alojamientos turísticos), parte de la hostelería local tembló. No solo porque se cerrase el grifo al crecimiento de camas en las zonas más demandadas, sino porque las reglas del juego eran tan complejas que incluso abrir en la periferia de Barcelona era un reto. Casi se precisa un algoritmo para encajar sin fisuras legales un establecimiento turístico en Sants o el 22@, por no hablar de los frentes vecinales que se abren incluso en dichas latitudes.

Dos años después, la dinámica del mercado ha llevado a los inversores hoteleros a ampliar miras, con lógica de mercado. Sería absurdo pensar que un turista no es capaz de recorrer seis u ocho paradas de metro para dormir, si le compensa con precio u otras prestaciones, como sucede en otros grandes destinos europeos.  

Pese a esa consigna práctica, los 16 operadores con informes favorables vigentes no abren la veda de aperturas periféricas descontroladas. De hecho, algunos de los proyectos en marcha casi coparán las plazas disponibles en determinadas zonas, porque las reglas de las distancias se encargarán de mantener el freno.

En conjunto, la tolerancia máxima prevista es de unas 11.000 nuevas camas, hasta nueva revisión del plan, como han reclamado algunos grupos políticos durante estos dos años. En la zona 3, de crecimiento sostenido (todo lo que queda más allá de Ciutat Vella, del Eixample, de una parte de Sants-Montjuïc, Gràcia, Sarrià-Sant Gervasi, Horta-Guinardó y Sant Martí), se contabilizó que solo un 2,09% de la población era flotante sobre la residente, y que solo sumaban -pese al amplio territorio- un 10% de las plazas hoteleras y de pisos turísticos. Le correspondieron pues, 456 plazas en el barrio de Sants; 1.464 entre Les Corts y Sarrià; 564 entre Gràcia y Horta; 1.045 entre Sant Andreu y Nou Barris, y 501 en Sant Martí. O sea, 4.030. Pero además, para evitar su concentración, en función del número de plazas han de guardar distancias de incluso más de 250 metros. En este ámbito, hasta ahora el mayor proyecto se ubica en la Zona Franca, con 408 camas.

Áreas en transformación

Otro cajón, la llamada zona 4, con ámbitos de regulación específica, por ser áreas en transformación, prevé topes como 1.480 plazas en la Marina del Prat Vermell; 3.000 en el pujante entorno (por la futura estación) de la Sagrera y 2.600 en el 22@. Incluso en esta última zona, un proyecto grande y bendecido como el del solar de Cristóbal de Moura, 49, con 450 camas, ha levantado protestas vecinales contra la tematización turística de la zona. 

Al margen de las habitaciones totales, la irrupción de cada construcción implica unas distancias, reglas de densidad, de amplitud de fachadas y de calles que complican cada siguiente proyecto, lo que viene a ser un muro de contención de cara a un excesivo crecimiento. Esa rigidez ha sido cuestionada por el sector hotelero y de los pisos turísticos, aunque en paralelo ha disparado la cotización de las licencias vigentes de cara a su lucrativa reventa.