Memoria histórica

El bombardeo aéreo de Barcelona: 1.800 edificios alcanzados en 24 meses

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Toni Sust

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13 de febrero de 1937. Avenida Diagonal 332. Una bomba. Desperfectos generales que no presentan un peligro inminente.

15 de octubre de 1937. Sant Carles, 26. Una bomba. Ruina total.

7 de enero de 1938. Pere IV, 487. Hora de alarma: 17.58. Una bomba. Ruina total.

21-24 de enero de 1939. Muelle de Barcelona. Hora de alarma: 11.57. Número de bombas: 4.

Entre los hechos que han distinguido a Barcelona destaca uno particularmente trágico: el de haber sido una de las primeras grandes urbes en sufrir bombardeos aéreos masivos y sistemáticos, que después se convirtieron en una rutina relativa durante la segunda guerra mundial. Estrictamente, Barcelona no fue la primera.

El primer aviador en dejar caer una bomba desde un avión fue el italiano Giulio Gavotti, en Libia, en noviembre del 1911. Italia combatía contra el ejército otomano y Gavotti, que en principio volaba para observar a las tropas rivales, tuvo la idea de lanzarles explosivos y luego se lo contó en una carta a su padre: "Tomo una de las bombas con mi mano derecha, quito el dispositivo de seguridad y la arrojo. La veo caer por unos segundos hasta que desaparece. Luego de un instante veo una pequeña nube negra en medio del campamento. ¡Le di al blanco!". Se considera que el primer bombardeo planificado empleando aviones fue obra del ejército español en la guerra del Rif, o segunda guerra de Marruecos, en 1913, sobre objetivos militares: se lanzaron bombas de 10 kilos. También los italianos dejaron caer bombas en Abisinia en 1935, pero poco trascendió o poco importó a la opinión pública mundial.

A una orden de Francisco Franco se atribuye el primer bombardeo sobre objetivos civiles, por parte de aviones italianos y alemanes, en Madrid, en noviembre de 1936. Era solo el principio de una nueva forma de terror.

Churchill, homenaje y abandono

El caso de Barcelona se convirtió en uno de los más emblemáticos del castigo aéreo arbitrario sobre civiles, sin objetivo militar que justificara el ataque. Como se ha recordado a menudo, el primer ministro británico Winston Churchill elogió la capacidad de los “valientes” barceloneses para resistir el embate de la guerra y la puso de ejemplo para lo que se les venía encima a los ingleses por parte de la Alemania nazi (un recuerdo que ha orillado el hecho de que Churchill fue el principal responsable de que los aliados no acabaran con el régimen franquista una vez derrotaron a Hitler, lo que permitió más de tres décadas de dictadura en España, pero esa es otra cuestión).

Los primeros bombardeos que la capital catalana sufrió durante la guerra civil llegaron por mar. El primero que causó daños confirmados tuvo lugar el 13 de febrero de 1937, a cargo del crucero italiano Eugenio di Savoia.  Pero la mayoría, los más terribles, y más indiscriminados, puesto en su inmensa mayoría no estaban dirigidos a objetivos militares sino a atemorizar a la población, llegaron desde el aire, a cargo de pilotos italianos y alemanes. Los días que se recuerdan como los más trágicos son el 16, 17 y 18 de marzo de 1938: 41 horas de terror. El comandante británico N. P, Mac Roberts, enviado a Barcelona para ejercer de observador de los bombardeos, juzgó así la situación: “Cuando escribo estas líneas, Barcelona está sometida al terrorismo masivo desde el aire; su coraje y su firmeza ante los ataques aéreos me quedarán grabados en la memoria”. También los ataques de octubre de 1937 en la Barceloneta; el de la Escola del Mar, el 7 de enero de 1938; el de la iglesia de Sant Felip Neri, el 30 de enero del mismo año, y el de la Catedral, el 19 de julio de 1938.

Mucho se ha publicado al respecto de todo ello, pero ahora se dispondrá de una guía completa de aquella barbarie, publicada por el Ayuntamiento de Barcelona: ‘Topografía de la destrucció. Els bombardeigs de Barcelona durant la guerra civil (1936-1939)'. La obra, que entre otros aspectos incluye la cita del comandante británico, ha sido editada por el consistorio y elaborada por las historiadoras Laia Arañó y Mireia Capdevila. Su relevancia tiene un motivo claro: por primera vez se brinda un mapa que con todo detalle informa de dónde cayeron aquellas bombas y de qué efecto tuvieron. Y se geolocaliza cada punto que recibió las bombas, lo que dibuja un gran mapa del terror, y ofrece mapas detallados de la tragedia cotidiana en la que se convirtió la ofensiva aérea del bando nacional. No fue exclusiva de ese bando, pero sí más intensa, y en ocasiones especialmente despiadada.

Conmemoración 80 años después

El libro se edita cuando se cumplen 80 años de aquellos bombardeos y del fin de la guerra civil. Y la coincidencia entre los últimos ataques y la conclusión de la contienda no es forzada, porque los ataques aéreos sobre Barcelona se prolongaron hasta el 24 de enero de 1939, cuando faltaban apenas 36 horas para la entrada de las tropas franquistas en la ciudad.

La obra, que no solo consta de mapas, sino de un completo relato de lo sucedido, con testimonios de la época, ha sido presentada este miércoles en el Born Centre Cultural por el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello; el comisionado de Memoria del consistorio, Ricard Vinyes, y las dos autoras, vinculadas a la Fundació Carles Pi i Sunyer. Han relatado cuál era el propósito de su libro: documentar los bombardeos más allá de los ya citados, de los más conocidos.

Más de 1.800 inmuebles afectados

Arañó ha explicado que el censo no tiene en todos los casos la misma información. Se ha procurado lograr la dirección del edificio alcanzado, la fecha y hora, el número de bombas, el número de víctimas. No ha sido posible en todos los casos. Se han incluido solo los casos que tuvieron lugar en el término municipal de Barcelona.

Capdevila ha precisado el número de edificios que resultaron afectados: 1.800 en 24 meses, a 2,5 edificios dañados por día en ese periodoEn 1937 fueron 500 los inmuebles alcanzados. En el año en el que los ataques aéreos fueron más intensos, 1938, el número ascendió a 1.100. En los 25 días de 1939 en los que siguieron cayendo bombas se documentaron daños en 143 edificaciones.

Las autoras subrayan las zonas más bombardeadas fueron las más pobladas: Ciutat Vella, con especial atención a la Barceloneta y Poblenou; Gràcia; Eixample, y la fachada marítima en su conjunto. La concentración de bombardeos dificultó mucho la protección de la población, que en ocasiones no tenía tiempo ni de esconderse. Durante los bombardeos del 16 al 18 de marzo de 1938 365 edificios resultaron afectados.

Las últimas bombas, las de enero de 1939, dirigidas al puerto, las lanzó la Legión Cóndor, a la que el Ayuntamiento de Barcelona levantó en 1941 un monolito conmemorativo en recuerdo de pilotos alemanes caídos durante la guerra. Fue demolido en 1980 de forma discreta.