BARCELONEANDO
Los 'yayoflautas' cumplen 7 años: jubilados de titanio
Los 'yayoflautas' celebraron su 7º aniversario con una comida colectiva en el Ateneu L'Harmonia de Sant Andreu
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
Olga Merino
Tiempo atrás, los jubilados se entretenían con la petanca, la evolución de las grúas y ciertas excursiones en autocar cuyo principal propósito consistía en regresar a casa con una lata de aceite, un queso manchego, un par de fuets y el convencimiento de haber conseguido el chollo del año. Pero llegó el batacazo del ladrillo y la placidez contemplativa se transformó en rabia. Pues bien, ya hace siete años de todo aquello, siete años de que los yayoflautas se constituyeron en colectivo, y el sábado quisieron celebrarlo con un almuerzo comunitario en el Ateneu L’Harmonia, en el barrio de Sant Andreu. ¿El lema de la cuchipanda? Siete años liándola parda.
El puente y la lluvia que trajo 'Leslie' deslucieron un poco el acto. El plan era comer fuera, en mesas largas dispuestas en el patio de la vieja Fabra y Coats, pero hubo que hacerlo dentro del Ateneu un poco apretujados, sin que las estrechuras menguaran el aire festivo. Más bien, al contrario. Nuestros abuelos tienen buen saque. De primero, ensalada y pica-pica variado; segundos a elegir, merluza al horno con patatas o bien lomo en salsa roquefort; y de postre, mousse de limón. Vino y cava, por supuesto. Así que fue una jornada en la que se olvidaron del colesterol, el azúcar y la tensión arterial. Mucha alegría en las mesas, muchas horas cotizadas entre la concurrencia y muchos chalecos reflectantes con sus habituales consignas contra los recortes de lo público: sanidad, educación, transportes y las sacrosantas pensiones.
El movimiento se constituyó el 27 de octubre de 2011 con la ocupación de la sede del Banco de Santander
Después de la comida, y de soplar un pastel con una vela del número siete, los asistentes fueron agasajados con un concierto de la coral. Porque resulta que los yayoflautas han montado un grupo de canto y grabado un cedé para recaudar fondos con viejas canciones reivindicativas: 'Bella Ciao', 'A las barricadas', 'Hasta siempre, comandante' y 'Tots junts vencerem', el 'We Shall Overcome' que cantaban los esclavos negros en las plantaciones de tabaco y popularizó Joan Baez en los 60.
En realidad, la efeméride exacta se cumple la semana que viene. Se considera fecha fundacional del movimiento yayoflauta el 27 de octubre de 2011, el día en que un puñado de jubilados cañeros, que se habían conocido en la acampada del 15-M en plaza Catalunya, decidieron pasar a la acción directa apoyando a sus hijos, y tomaron la sede del Banco de Santander en paseo de Gràcia. Protestaban por la especulación bancaria y la oligarquía financiera.
Aquella fue la primera de varias actuaciones para apuntalar lo que nos queda del estado del bienestar. Tal vez una de las más sonadas fue la ocupación del CAP de Bellvitge durante 222 días porque pretendían convertirlo en oficinas, aunque luego digan que las retallades son ilusión óptica. El movimiento nació en Barcelona y se extendió como una traca valenciana por toda España gracias al entusiasmo de estos estos jubilados incombustibles.
Los abuelos han montado una coral y grabado un cedé con viejos himnos reivindicativos
Ciertamente, parecen de titanio. Lo mismo organizan una mani, que recogen al nieto del cole o dejan la nevera llena de tápers. Pueden con todo, tal vez porque buena parte del colectivo yayoflauta proviene de la lucha antifranquista, el sindicalismo o los movimientos vecinales de los 70 en los barrios, y tienen callo en la pelea. Fueron los que se las tuvieron con los porrazos de los grises. Como Alfons Romero, portavoz del colectivo en Barcelona. Como Celestino Sánchez, Celes, diputado por el PSUC del primer Parlament de Catalunya. O como Rosario Cunillera, hija de una de las 500.000 personas que huyeron a Francia tras la guerra civil.
Han apretado tanto las clavijas al personal que al final han acabado por abrazar la causa yayoflauta veteranos que nunca habían militado en nada durante su juventud, como Ángeles Tarjuelo. Son esos jubilados que compensan con sus ahorros el salario de los hijos, sueldos que más que sueldos son una herida absurda.
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