ANIMALES URBANOS

La playa de perros abre con todas las de la ley

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Carlos Márquez Daniel

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La Barcelona sin turistas existe. Son apenas 1.250 metros cuadrados situados en la punta norte de los arenales locales, justo antes del primer espigón del Fòrum. No hay forasteros -aunque se les intuye en la muy cercanía- porque esta parcela está reservada a los perros. Y a sus dueños, obviamente. Este sábado ha vuelto a abrir la playa para mascotas. Con una buena entrada y con un decreto de alcaldía recién estrenado que, tras dos años de pruebas, dota a este área de todas las bondades administrativas. Y garantizando que tenga continuidad, como mínimo, hasta que otro gobierno tumbe la iniciativa. 

La cosa no ha tardado en animarse. A eso de las 11 (abre a las 10.30 y cierra a las 19 horas) ya eran cerca de 60 los perros (el aforo máximo es de 100 canes) que se volvían locos con la arena, las pelotitas, las toallas de todo el mundo, los otros animales. Con todo y con nada en particular. Bastan unos minutos para darse cuenta de que los humanos que vienen a esta playa lo hacen por su mejor amigo, conscientes de que apenas van a poder tumbarse. A no ser que sean más de uno y se puedan ir turnando.

Del mismo modo que el padre intenta que el niño no sufra un percance marítimo, que no llene de arena a algún veraneante o que no destroce la construcción de un chiquillo holandés que lleva una hora en la orilla esculpiendo una réplica a escala del castillo de Haar, los propietarios de perros no se pueden relajar ni un minuto. Lanzar la pelota, nadar con ellos, secarlos, ducharlos, convencerles de que se metan en el mar, convencerles de que ya es hora de salir del mar, evitar que invadan la toalla de otro. 

Podrán usar la playa de Llevant hasta el 16 de septiembre, cuando termina la temporada de baño y la ciudad empieza a prepararse para las fiestas de la Mercè. Un par de empleados de Medi Ambient del consistorio se encargan de ir revisando la zona. A uno de ellos ya le tocó el año pasado. "La gente aquí es bastante limpia, mucho más que en las calles". Entre los usuarios, la queja generalizada es la falta de espacio. Pero, en definitiva, las sensaciones son buenas. Los perros, no hay más que verlos, encantados. 

Perros atados, en septiembre

Marzo del 2014. El gobierno de <strong>Xavier Trias</strong> aprueba la ordenanza municipal de protección, tenencia y venta de animales, que incluye la obligatoriedad de llevar los perros siempre atados en la vía pública. Se dio un plazo de año y medio de plácet para que Barcelona ampliara las zonas de ocio reservadas a mascotas. El gobierno de Colau amplió esa <strong>moratoria</strong>. El plazo vence el próximo septiembre, con lo que se podrá empezar a multar a todos aquellos que no lleven con correa a su can. <br/> La plataforma ciudadana <strong>Espai Gos Barcelona</strong> está repartiendo estos días unos folletos en los que informa de la situación y se queja de que los espacios para que los perros puedan correr en libertad son del todo insuficientes. Según este colectivo, la propia normativa establecía una área de ocio para perros por distrito de <strong>700 metros cuadrados</strong>. el consistorio, siempre según los afectados, prometió 19 ampliaciones y 29 nuevas zonas para mascotas. "Finalmente se ha quedado en tres ampliaciones y cuatro construcciones estrenadas", se quejan los usuarios.<br/> Espai Gos Barcelona considera que las superficies previstas, incluso cuando estén todas terminadas, serán insuficientes para la elevada población de perros que viven en la capital catalana. Calculan que son cerca de 150.000. Para hacerse una idea de lo que significa esta cifra, hay tantos canes como barceloneses entre de entre 0 y 10 años.<br/> Barcelona no se ha atrevido a aplicar otras medidas que sí han impulsado otros consistorios, como el de Mataró, que en su ordenanza ha incluido la obligación de <strong>diluir los orines callejeros </strong>de perro en agua. La sanción por el incumplimiento de la normativa puede ser de hasta <strong>750 euros</strong>. <br/> La <strong>ordenanza en vigor</strong> en Barcelona dejó en el 2016 un total de 2.201 denuncias por infracciones, casi 800 más que en el año anterior. La mayoría de ellas se pusieron por no llevar a los perros debidamente identificados. Esas multas pueden dispararse cuando la Urbana busque a perros sin atar.