LA CARA IRREGULAR DE UNA ACTIVIDAD TURÍSTICA

Trapicheos sobre tres ruedas. La noche de los triciclos turísticos

La zona de la Barceloneta y la Vila Olímpica se llena de bicitaxis irregulares durante la noche

Bicitaxi en el paseo de Colom.

Bicitaxi en el paseo de Colom. / FERRAN NADEU

Anna Rocasalva

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“¿Cuánto me costaría ir al Hotel Vela?”, pregunta un cliente a un conductor de un bicitaxi. “Para ti, 10 euros, amigo”, contesta el 'rider'. “Venga, te lo dejo en ocho”, regatea, al ver al usuario poco convencido. Y es que, al caer la noche, el frente marítimo de Barcelona se llena de triciclos que no cumplen con la normativa. En la mayoría no hay folletos turísticos. Tampoco hay información sobre las tarifas. Hay que fiarse de la palabra del conductor, a pesar que la ordenanza municipal especifica que se debe informar de las rutas autorizadas y las condiciones de circulación a los clientes.

Actuando como pequeñas lanzaderas, estos vehículos transportan a sus pasajeros a lo largo del paseo Marítim, desde el Hotel Vela hasta la zona de discotecas y viceversa. A toda pastilla, los conductores usan la potencia de sus piernas para activar el mecanismo de asistencia eléctrica  al pedaleo y llevar el vehículo al límite de su velocidad, mientras los clientes, entre la diversión y el susto, se agarran donde pueden. “Muchos son copias baratas de los triciclos de marcas como Cycles Maximus, que acostumbran a romperse con facilidad cuando se conduce de forma tan temeraria”, revelan algunos conductores del sector.

Poco importa la prohibición de conducir por dentro de Ciutat Vella impuesta en la remodelación de la ordenanza municipal. Durante el día es harina de otro costal pero por la noche, si hay demanda, hay oferta. Tampoco parecen importar las zonas de circulación establecidas. Del centenar de bicitaxis que se mueve por el lugar, la gran mayoría utilizan el propio paseo y son pocos los que escogen el carril bici como estipula la normativa. “¡Run, run, run!”, chilla un turista al conductor de su “trixi”, pidiéndole que siga a otro como si fuese una persecución policial en pleno paseo, provocando que los patones se aparten de un salto.

"Run, run, run!", chilla un turista al conductor, para que persiga al triciclio donde van sus amigos

“Dejé de trabajar de noche por la peligrosidad de las mafias que operan en esa zona”, comenta un 'rider', que prefiere no dar su nombre “por miedo a represalias”. “No era la primera vez que vendedores ambulantes u otros conductores intentaban atracarme a mi o a mis clientes, además de tratar de vendernos alcohol y otras substancias”, lamenta. Y es que, especialmente durante los fines de semana, no es difícil conseguir substancias ilegales a bordo de un bicitaxi también ilegal. Algunos conductores las venden ellos mismos y, si no tienen en ese momento, las proporciona algún “compañero” al que llaman por teléfono y que suele encontrarse expidiendo cervezas a pie de calle.

“Desde hace unos años han llegado gente que desconocen la normativa municipal e incluso el código de circulación”, explica el exconductor de 'rickshaws' Isaac Salinas. “Algunos empresarios empezaron a alquilar vehículos sin ningún tipo de control, manteniendo a los trabajadores en un régimen de falsos autónomos, y esto ha perjudicado mucho al sector”, añade.

Para Mireia Herrera, coordinadora de la Federación de Otras Actividades de la Intersindical Alternativa de Catalunya, esta realidad responde a una situación de precariedad que se reproduce en otros ámbitos laborales. “Posiblemente, a nivel municipal, se hubiese podido hacer mejor si se hubiese contado con la participación directa de los trabajadores y si se hubiese apostado por un modelo horizontal como el cooperativismo”, afirma Herrera.

De momento, para controlar esta prácticas irregulares (entre otras) la Guardia Urbana peina la zona cada 15 minutos pero, en cuanto asoman las luces azules, es tan sencillo como subirse al vehículo y poner tierra de por medio pedaleando.

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