EL ASPIRANTE

Manuel Valls, aislado y desgastado en Francia

El exministro desató el odio de sus antiguos correligionarios socialistas tras perder las primarias y apoyar a Macron

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Irene Casado Sánchez

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"Las derrotas forman parte de la vida política (…) Un ciclo político se acaba (…) Este cambio de página también me concierne (…) Depende de mi tomar distancia, reinventarme a mi mismo". Con este discurso Manuel Valls asumía su fracaso político en las primarias socialistas, el 30 de enero de 2017, frente a Benoît Hamon. Quien fuera primer ministro bajo el mandato de François Hollande, abandonaba la carrera hacia el Palacio del Elíseo con una tajante derrota. "Manuel Valls toma las riendas, juega y pierde", titularía por aquel entonces el diario Le Monde, haciéndose eco de "una humillación mordaz": la mano derecha de Hollande, abatido por uno de sus exministros más contestatarios.  El político francés está estudiando una oferta de Ciudadanos para concurrir como candidato a la acaldía de Barcelona.

Desde entonces, en Francia, la trayectoria política de Manuel Valls se inscribe en un terreno minado: excluido del Partido Socialista; relegado al banquillo en el seno del grupo parlamentario de La República En Marcha, donde ejerce como diputado "afiliado" por la circunscripción de Essonne; y desdeñado por la opinión pública, el ex primer ministro parece haber agotado todos sus casquillos en una “reinvención” que no da ningún fruto.

El funesto balance del quinquenio de Hollande podría explicar el desgaste de Valls en su carrera política, pero no el actual ocaso que amenaza a quien fuera jefe del Ejecutivo. Para entender su aislamiento político y su perdida de credibilidad, es necesario remontarse a su derrota frente a Hamon. Valls asumió la victoria de su contrincante pero no respetó las normas de su entonces formación política, negándose a secundar su candidatura y pidiendo a sus electores apoyar a Emmanuel Macron en la carrera presidencial.

Acusado de traición

El 61% de los franceses consideraron que Valls había "traicionado su compromiso de apoyar al vencedor de las primarias de izquierdas", el 60% lo calificaron como un "hándicap" para el futuro de Emmanuel Macron, según un sondeo publicado por franceinfo, el 31 de marzo de 2017. Esta “traición” no sólo despertó el descontento de la opinión pública, sino también la cólera entre sus compañeros socialistas. “Ahora todos sabemos lo que vale un compromiso firmado sobre el honor de un hombre como Manuel Valls: nada. Lo mismo que vale un hombre sin honor”, condenaba tajante Arnaud Montebour, exministro de Economía bajo el mandato de Hollande y también candidato a aquellas primarias socialistas.

Desde entonces, aislado por completo del Partido Socialista, Valls ha tratado de abrirse camino en el seno del grupo parlamentario macronista, una tarea también complicada dado sus rifirrafes con el actual presidente de la República. “Si hay un traidor, si alguien ha acabado con Hollande, ese es Valls”, espetaba Macron al ser preguntado por una posible traición contra el ex presidente socialista, en el documental Emmanuel Macron, les coulisses d'une victoire (EM, los entresijos de una victoria).

Un ejemplo de la desconfianza que marca la relación entre los dos personajes políticos y aleja a Valls de un hipotético ascenso en el seno del Ejecutivo. En este contexto, el ex primer ministro ha encontrado en los últimos meses varios caballos de batalla con los que contrarrestar su desplome. Su defensa de la laicidad y su crítica posición frente a las cuestiones identitarias, así como su reciente acercamiento a la política catalana, lo mantienen a flote en el plano mediático francés.

La reinvención del dirigente político

El anuncio de su posible candidatura a la alcaldía de Barcelona de la mano de Ciudadanos, ha suscitado decenas de titulares en la prensa gala. "¿Y si Manuel Valls juega el centro-derecha en Barcelona?", se interrogaba el diario 'Libération'; "¿Valls candidato a la alcaldía de Barcelona? ‘Él sabe que está un poco quemado en Francia’", titulaba 'Europe1' un reportaje sobre la opinión de los ciudadanos de su actual circunscripción ante su hipotético futuro en la política española. Variedad en los titulares y unanimidad en los análisis: aislado en Francia, Manuel Valls es recibido con los brazos abiertos en su país natal, una "reinvención" que pocos vaticinaban y cuyos frutos son aún impredecibles.

Lo que actualmente parece constatado es el rechazo y menosprecio de los franceses hacia su ex primer ministro. Según el barómetro político YouGov, publicado por 'Le HuffPost' y CNews el pasado mes de diciembre, Valls es la tercera personalidad política más detestada en Francia, por detrás de la líder de extrema derecha Marine Le Pen y la polémica conservadora Nadine Morano.