los antecedentes

La transformación de la Meridiana en un bulevar supuso un chasco vecinal

La última reforma de la avenida se completó en 1995 y les supo a poco a los vecinos que la había reivindicado

zentauroepp41752816 barcelona  17 3 1991  vista de la avenida meridiana  foto  s180123200845

zentauroepp41752816 barcelona 17 3 1991 vista de la avenida meridiana foto s180123200845 / periodico

Carles Cols

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En 1993 se prometió un futuro feliz a los vecinos de la Meridiana. “Será un bulevar”, se les dijo. Se aceptaba su reiterada queja. No querían vivir en los arcenes de una autopista urbana, porque lo era. Prometer un bulevar, como se vio después, era como aquel maître que de la carta sugiere como plato principal couilles de mouton al vino blanco, que no son más que testículos de cordero. Se cumplieron los plazos, sí, en 1995 estaban finalizadas las obras, pero el plato servido decepcionó a más de uno.

Pasados poco más de 20 años, vuelven las obras. Se dedicaron entonces a aquel proyecto 3.000 millones de pesetas, que era mucho, aunque hoy en euros la cifra empequeñece, unos 18 millones de euros al cambio. La cifra a retener, sin embargo, es la otra, esos 20 o a veces menos años en que parecen caducar algunas de las grandes inversiones de la ciudad. ¿Por ejemplo? El anillo viario de Glòries, donde muere o nace la Meridiana, según se mire, inaugurado en 1992, con ese aspecto futurista de cómic de Moebius, y que pasados apenas 10 años de su estreno ya se debatía la conveniencia de derribarlo y dar paso a un nuevo concepto. Su padre, José Antonio Acebillo, antaño arquitecto en jefe del Ayuntamiento de Barcelona, argumentó que ya había sido amortizado. Sic gloria transit mundi, le faltó decir. Así pasa la gloria del mundo, una frase para esculpir en mármol precisamente ahí, en la controvertida plaza de las Glòries.

El proyecto de 1993 fue como el 'maître' que ofrece 'couilles de mouton' y la sorpresa llega cuando trae el plato

La vida útil de la Meridiana ha sido, al menos, algo más larga, de casi 25 años. A la anterior operación urbanística, la de 1993, hay que reconocerle, en cualquier caso, la valentía inicial, porque la Meridiana fue durante muchos años una simple prolongación de la autopista AP-7 dentro de la trama urbana de la ciudad. Apenas había pasos de peatones entre Fabra i Puig y Aragó, todo eso en una época en la que, además, aún no estaban construidas las rondas de circunvalación. Es decir, era sí o sí la puerta de entrada norte de Barcelona. En 1993 se prometió a los vecinos un bulevar porque las rondas ya eran operativas desde los Juegos Olímpicos y se interpretó que se podía ser osado en la reducción de carriles y en la ampliación de aceras. Se hizo, efectivamente, pero con más timidez de la que deseaban los vecinos.