"Son días de intensidad negativa"
Tres lectores de EL PERIÓDICO explican el "desasosiego" que reina en la ciudad desde el 17-A
El 17 de agosto una furgoneta conducida por un yihadista criado en Ripoll mató a 13 personas en la Rambla de Barcelona, a las que se sumaría días después otra víctima mortal. En su huida de la ciudad el terrorista asesinó a otra persona. Al dolor y la conmoción causados por el atentado se sumó casi de inmediato la tensión derivada de los episodios del proceso soberanista. Una verdadera montaña rusa emocional.
¿Son estos últimos los dos meses más intensos que ha vivido Barcelona? Ni mucho menos en términos históricos, pero tal vez sí a escala de muchas vidas. Salgamos de dudas. "Sí, en mi vida, sí", responde sin dudar Antònia López, de 51 años y recepcionista. "Totalmente", secunda Júlia Lara, de 55 y administrativa. "Sin duda alguna, pero para mí es una intensidad negativa. Lo Juego Olímpicos los viví intensamente de modo positivo, todo esto no", añade por su parte Jordi Querol, arquitecto jubilado de 79 años.
Estos tres lectores de EL PERIÓDICO explican el estrés que viven como ciudadanos de Barcelona desde el 17-A.
-Lara: Desde agosto se vive un clima de incertidumbre.
-Querol: El atentado fue brutal, inadmisible.
-López: No nos hemos recuperado aún de ello...
- Querol: ... pero vino el 11 de septiembre enseguida...
- López: ... y la gente cogió esa Diada aún con más fuerza por todo lo que había pasado el 17-A. Recuerdo ese día, cuando mi hija, que trabaja en Pintor Fortuny, llegó a casa y se me tiró a los brazos llorando por la tensión que había vivido.
"Lo estoy pasando fatal"
La angustia generada por el atentado, lejos de haberse rebajado con el transcurso de las semanas, ha ido a más a medida que se sucedían los episodios del 'procés'. "Yo lo estoy pasando fatal -asegura Querol-. Imagino que influye estar a punto de cumplir 80 años. Luché contra el fascismo en la universidad: sé lo que es correr delante de las porras. Ahora, al volver a ver las porras, aunque sea por otros motivos, lo paso fatal".
Este arquitecto (que dice sentirse, por este orden, catalán, español, europeo "y un poco americano", pues visita Nueva York con frecuencia) explica, sin ocultar su dolor, que Catalunya está dividida "en dos trozos". "Descohesionada", matiza. También para Lara la situación es "muy delicada". "Yo tengo pesadillas por la situación política. Sí, hay desasosiego".
Y los medios de comunicación, critican estos ciudadanos, no siempre contribuyen a la calma deseada. "La tele es un bombardeo. Yo casi no la veo porque me pongo de mal humor", dice López. Ella cuenta que, aunque a nivel personal esta tensión no le ha afectado, sí ha visto cómo compañeras suyas de trabajo se han dejado de hablar. "No quiero ser negativa. Hace años superé un cáncer y desde entonces veo las cosas de otra manera. Nuestros gobernantes tendrán que ponerse de acuerdo", sostiene.
En general, las ganas y el deseo de salir bien de este atolladero político se entremezclan con la tribulación. "Esta sociedad está cascada. Puedes subrayarlo. Para no discutirte con familia y amigos, no se puede hablar del tema político", comenta Querol. "Están saliendo cosas que creíamos que estaban ya enterradas. En Catalunya, pero también en España", concluye Lara.
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