BARCELONEANDO

Un siglo de olvido para Rusiñol

Los jardines del pintor lucen en una pionera muestra que le dedica el Museu del Modernisme

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NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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El tema de Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861 - Aranjuez, 1931) , "el tema, en mayúsculas", como subraya la historiadora del arte Mercedes Palau-Ribes, eran los jardines. Su obra más personal. Más íntima. Los descubrió en Florencia, en Fiésole, durante un viaje con Ignacio Zuloaga en 1894. Quedó prendado. Pero la cosa fue a más al año siguiente, durante una estancia en Granada. "Se dio cuenta que había encontrado su tema", sostiene la experta. Y a partir de entonces no dejó de pintarlos: señoriales, reales, humildes, exuberantes, de cementerio o de claustro. De toda clase y condición. Y en todos  sitios: València, Aranjuez, Mallorca, Girona, Granada, Sitges...   Hasta que en 1899 los presentó bajo el nombre 'Jardines de España' en la prestigiosa galería Art Nouveau de París. Tuvo un gran impacto y recibió grandes elogios. En 1900 repitió título, tema y éxito en la Sala Parés.

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La muestra de la galería decana de Barcelona fue la última del modernista en la ciudad con los jardines como protagonistas absolutos. Y por eso, porque el tema de Rusiñol llevaba más de un siglo de ostracismo, cuando el Museu del Modernisme le propuso comisariar una exposición sobre el pintor, Palau-Ribes lo tuvo claro: "Rusiñol, sí, pero sus jardines, y sobre todo, sus 'Jardines de España'". Dicho y hecho. Cuarenta y una telas del modernista con el tema lucen en la sala de la calle de Balmes. La mitad de ellas casi inéditas, pues no se veían en la ciudad desde principios del siglo XX. Y otras, como 'Calvari de Bétera II' y 'Jardí de Monforte II' no consta que hayan pisado nunca Barcelona. 

ORIGINALES DESAPARECIDOS

Hay más. 'Jardines de España' no es solo el título de la exposición actual y de las históricas. Es también el nombre con el que Rusiñol bautizó su gran libro de artista. Un álbum realizado en 1903 y repetido en 1914 que supuso "su pasaporte al éxito y la adopción del apelativo de 'El pintor de los jardines de España'", apunta Palau-Ribes. Un volumen en el que  el artista incluyó 40 láminas de los vergéles que él consideraba eran "el néctar de su modernismo" y que mejor expresaban su "ideario de artista-poeta". También "su mensaje estético y su visión  modernista del jardín".

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En él incluyó textos de poetas catalanes (Maragall, Alcover, Alomar...), en la primera edición; y castellanos (Machado, Pérez de Ayala, Juan Ramón Jiménez...), en la segunda. Y es el álbum que Falla pidió a su familia que le mandará a París cuando empezó a trabajar en una de sus composiciones más emblemáticas: 'Noches en los jardines de España', cuya partitura original se expone también en la muestra. Entre ambas ediciones, el álbum sumó 55 láminas (hubo 15 cambios entre un publicación y la otra), y de estas, 13 originales se exhiben en el Museu del Modernisme. "Un número altísimo", según Palau- Ribes, que  podría haberlo sido más si no hubiera telas repartidas por medio mundo . La comisaria ha localizado una en Argentina y dos en Cuba.  Pero todavía quedan 22 lienzos desaparecidos. La mayoría en colecciones privadas. La búsqueda sigue: "Espero que a partir de la muestra aparezcan el resto".  El último en hacerlo ha sido 'Arquitectura verda' (Granada). Apareció el pasado mes de noviembre en la Sala Parés de mano de un particular. Y otro se le resiste. Se trata de uno que compró el Gobierno francés en 1896 y del que se le pierde la pista en el Museu Fabre de Montpellier en 1957.    

UNA REALIDAD POÉTICA

La singularidad y unicidad de la muestra valen una visita. También la preciosidad de los jardines: atemporales e ideales. "Encuadraba lo que quería pintar y lo mejoraba. Lo pasaba por el tamiz de los sentimientos y de la estética. Reinterpreta la realidad de forma poética", explica Palau-Ribes.

Y si esto no basta. El museo, además, reúne en su colección permanente muchas de las joyas que atesoraban las grandes casas moderntistas de Barcelona. Ahí están, por ejemplo, las esculturas de Eusebi Arnau que adornaban la entrada de la casa Lleó i Morera y una copa ornamental de grandes proporciones que presidía la entrada de la casa Garriga i Nogués. O su continente: un edificio de Enric Sagnier construido en 1903 para albergar un almacén de la empresa textil Fabra i Coats.