LOS RECUERDOS DEL TURISTA

Recuerdos para el olvido

El esfuerzo de algunas tiendas por ofrecer suvenires de calidad se estrella contra un ejército de artículos baratos de mal gusto en las zonas turísticas

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zentauroepp37884633 suvenirs solidarios170402164636 / Carlos Montañés

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Barcelona no merece ser recordada con un imán ‘made in China’ de dos euros cuyo único nexo con la ciudad es que alguien en una remota fábrica estampó el nombre de la capital catalana. Pero contra la globalización y los suvenires ‘low cost’ perpetrados en serie en Asia -con idénticos diseños a los que imprimir el nombre de Barcelona, Roma, Paris o Londres- poco puede hacer ninguna política municipal. No es cuestión ya de mal gusto sino del vil metal. “La gente quiere recuerdos económicos”, opina un vendedor de la Sagrada Família al no poder justificar la falta de alma del arsenal de presuntos recuerdos de su tienda.

Pero dejando a un lado la calidad de la mercancía, lo que sí hiere la sensibilidad y el orgullo local es comprobar cómo en la mayoría de tiendas de suvenires industriales el traje de faralaes sigue estando en primera línea. Los establecimientos de la calle de Marina, Mallorca, Provença y toda el área siguen disponiendo en primer término el material que nada representa a la cultura barcelonesa ni catalana.

Así, mientras las tiendas vinculadas a instituciones públicas o culturales (las de Turismo de Barcelona  o las de museos como la librería Central del de Historia de Barcelona) apuestan por vender piezas de producción local, con diseño, referencias sutiles a la ciudad o simplemente iconos ligados a su carácter (del pavimento hidráulico a la huella de Cerdà), un ejército de castañuelas, zapatos de flamenco y toros desbordan en las tiendas populares, casi siempre regentadas por paquistanís propietarios de más de una. La sudadera de University Barcelona está hasta en la sopa.

ABUSO DE GAUDÍ

Los esfuerzos del ayuntamiento y el Govern por promover la identidad regional se quedan casi en un grano de arena en un desierto de bufandas del Real Madrid y de imitaciones malas del equipamiento del Barça. “Mi nieto estará encantado”, dice una inglesa con la camiseta de Messi entre las manos y un cojín con forma de emoticono en la otra. El resto del escaparate lo completan camisetas de Al Pacino y el Che y un despliegue de pulseras baratas que parecen salidas de un mercado turco. ¿Qué huella de Barcelona dejará esto?

Si el pobre autor de la Sagrada Família se levantara de su tumba volvería a caer fulminado al ver que el imperio del suvenir que rodea el templo (y no es peor al de la Rambla) utiliza tanto su nombre en vano.  Gaudí da nombre a varios establecimientos junto a otra palabra socorrida, como regalos o ‘fashion’. El nombre del monumento también preside la triste oferta comercial, y las imágenes de sus obras estampan toda la artillería de suvenires e imanes habidos y por haber, compitiendo con una sobredosis de 'trencadís'. Nada para recordar.