La concejala Sanz anuncia un "plan de colección" del zoo para primavera

El adiós de los delfines da paso al debate sobre qué especies tienen cabida en el recinto de la Ciutadella

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CARLES COLS / BARCELONA

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El adiós de la orca Ulises, que en 1994 dejó Barcelona por San Diego, casi alcanzó la categoría de catarsis infantil colectiva en esta ciudad, provocada, tal vez, por algún que otro titular de la escuela del paroxismo periodístico. “Ulises descubre que es una orca”. “Ulises vive la edad del pavo”. “Ulises ya se gana los peces que come”. Parece difícil que con la futura marcha Anak, Blau, Nuik y Tumay se repita algo así, pero, en cierto modo, la partida de los delfines tendrá más consecuencias para el Zoo de Barcelona que aquel sentimental adiós de hace 22 años. Entonces no se cuestionó el modelo del zoológico barcelonés. Ahora, parece que sí.

El grupo de trabajo que durante el último año ha debatido sobre el futuro del zoo se ha reunido la noche del jueves con tres cuestiones sobre la mesa: los delfines, el modelo organizativo del recinto (saltan chispas entre la empresa municipal que lo gestiona y los empleados del parque) y, sobre todo, el futuro del zoológico, es decir, qué especie, tras los delfines, está ahora amenazada, no por la naturaleza, sino por los vientos políticos que corren.

RETO PARA PRIMAVERA

Uno de los asistentes a la reunión ha explicado que el encuentro del grupo de trabajo no ha sido plácido. Ha habido agrios enfrentamientos. Eso, en cualquier caso, hasta es natural. Como en la sabana, cada cual defiende su territorio. Lo llamativo –en opinión de la fuente consultada— ha sido un anuncio que ha realizado la teniente de alcalde Janet Sanz, que ha comunicado su propósito de tener a punto cara a la próxima primavera lo que ella ha llamado un “plan de colección”, una expresión curiosa, algo decimonónica, que significa que quiere tener una lista de qué especies tienen cabida en el Zoo de Barcelona y cuáles no. ¿Deben exhibirse, por ejemplo, grandes simios en los zoológicos? Sanz no ha abierto explícitamente este melón en la reunión, pero algunos grupos animalistas no esconden que tienen el cuchillo frutero a punto si se les da la oportunidad.

El anunciado debate sobre el futuro del zoo es todavía neblinoso, salvo para los delfines, que se irán. El portavoz de CiU, el grupo que en el anterior mandato municipal programó desde el gobierno la renovación del delfinario y ejecutó la ampliación del recinto de los elefantes, la construcción de los dormitorios de las jirafas y el remozado profundo de la charca de los hipopótamos, sostiene que lo que realmente está en peligro de extinción es el propio zoo por culpa del debate errático que ha puesto en marcha la alcaldesa Ada Colau. Su tesis es que la clausura del delfinario puede ser solo la primera pieza del dominó que cae.

TRES EJES

La reunión del grupo de trabajo, discusiones al margen, no permitó constatar con claridad si eso es lo que sucederá, entre otras razones porque a los asistentes no se les entregó en mano el documento de 91 páginas elaborado por los coordinadores de las sesiones donde se profundiza (o al menos eso se supone) en cuáles serán los próximos pasos a dar. Lo que sí se comunicó fueron los criterios generales. Son tres ejes. Trabajar en la conservación de especies amenazadas, fomentar la investigación en colaboración con la universidad y promover la función educativa del zoo, sobre todo entre niños y adolescentes. Es una declaración muy ambigua, pero, por ejemplo, dos de las últimas grandes inversiones de las que presume CiU, las vinculadas a los elefantes y los hipopótamos, ya no encajan. No debería estar, en esa lógica, en el plan de colección. Las jirafas, más suertudas, sí, más que nada porque acaban de ser declaradas especie amenazada.