LA NUEVA VIDA DE CAN BATLLÓ

Del activismo a la vida cotidiana

El espacio autogestionado de Can Batlló prepara un parque infantil para ofrecer espacios habilitados ante el desembarco de niños

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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La presencia de la alineación de gala del Centre Social de Sants, desde el fundador y socio número uno, el veterano Josep Charles Santaló, al actual presidente, también curtido en mil batallas, Josep Maria Domingo, daba buena cuenta de la trascendencia del momento para el movimiento vecinal del barrio, que se ha dejado media vida en 'abrir' Can Batlló"¡Bienvenidos a La Bordeta!", decía con una sonrisa de oreja a oreja Domingo a las 28 familias. Para muchos de ellos era un "bienvenidos de nuevo" -uno de los requisitos para acceder a ellas era ser de este barrio, de Sants o de Hostafrancs-, pero algunos venían de zonas más alejadas. Su llegada es asumido por todos como una oportunidad, no solo para rejuvenecer el barrio y revitalizar el tejido asociativo, sino para introducir sangre nueva al proyecto autogestionado que se está desarrollando en el viejo recinto fabril.

Sangre nueva como la de los hermanos Mercedes y Víctor Giménez, quienes deben su aterrizaje en el barrio a su madre. "Me informé a una amiga, se lo comenté a mis hijos y, aunque no me hicieron demasiado caso les apunté. Y mira, les tocó a los dos", explica satisfecha y emocionada Mercedes (madre).

"Ahora van a hacer un parque infantil aquí, autogestionado, como el pipicán y la biblioteca popular, y nos irá muy bien, con la cantidad de niños que hay", apunta Ernest Medina. "Van a hacer, no; vamos a hacer", le rectifica su padre, uno de los 'currantes' del Centre Social. Un grupo de activistas del taller de carpintería llevan varias semanas trabajando en él. Hacía falta un espacio para los más pequeños. Los niños mayores ya tienen las pistas de fútbol y básquet, también autogestionadas y también construidas por ellos; un "ellos" que ahora esperan ensanchar.

DERRIBOS QUIRÚRGICOS

Además del parque, otra de las novedades más allá de los pisos de Can Batlló serán los derribos de varias de las naves frente al Bloc 11, la primera nave en la que entraron ahora convertida en bar, sala de exposiciones, centro social y biblioteca. "Hemos logrado que salven una pared para que no se pierda la idea de calle ni se desdibuje la fábrica. Nos dicen que será un derribo quirúrgico", explica Joan Costa, otro de los veteranos. Mientras llegan los derribos para dar paso a los usos definitivos, prácticamente todas las naves propiedad del ayuntamiento están llenas de actividades, con usos provisionales que van desde un espacio de crianza hasta una mezquita.

Jordi Soler, también uno de los omnipresentes, recuerda también otra victoria del colectivo: la arcada entre los pisos privados en una de las entradas. "No estaba prevista y suponía volver a cerrar el recinto -cuenta-. Les obligamos a que abrieran un paso".

VECINOS, NO TURISTAS

Los parlamentos frente a la finca fueron breves, pero claros. Más allá del "¡Bienvenidos a La Bordeta!" de Domingo, el presidente de la cooperativa de vivienda de la FAVB, Pep Miró, quien acudió junto a la presidenta de la entidad, Anna Menéndez, destacó la importancia de construir pisos que sean hogares. "Aquí habrá vecinos, no turistas", concluyó haciendo un guiño a uno de los principales frentes abiertos en la FAVB.

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