"¿Cómo es posible tener trabajo estable y no poder pagar un piso?"

Lucía López acaba de encontrar un piso de 640 euros y 45 metros para ella y sus dos hijos en Navas

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Lucía López está agotada, frustrada y alucinada tras la "durísima" experiencia de encontrar una vivienda para ella -recién separada- y sus dos hijos pequeños. Apenas da crédito al panorama que se ha encontrado en Barcelona. "¿Cómo es posible tener un buen trabajo, estable, y no poder pagar un piso?", se queja está maestra de secundaria con una ligera reducción de jornada, recién instalada en su nuevo (micro)hogar. Tiene unos 45 metros cuadrados, dos habitaciones (una sin ventilación) y se ubica en un tercero sin ascensor, en el barrio de Navas (Sant Andreu) en la frontera con los barrios del Guinardó y el Camp de l'Arpa. Ha negociado pagar 640 euros.

Hace nueve meses, tras la separación, alquiló lo primero que encontró, con la única condición de alejarse poco de El Clot, ya que tiene con su expareja la custodia compartida de los hijos. Pero la vivienda tenía algunas incomodidas no visibles a primera vista y siguió de alta en las alertas de los principales portales inmobiliarios, a la espera de un milagro y de ser más rápida que el resto de aspirantes. No ha dejado de buscar, primero en torno a los 600 euros, luego acercándose a los 700, desconcertada porque la oferta cada vez era menor y peor, y siempre pensando en las necesidades de su familia.

Pero llega un momento en que uno asume que "hay que hacer renuncias". Y en su caso fue el espacio, con tal de encontrar un domicilio reformado y acogedor, aunque sea subiendo con su prole a pie. De momento, es optimista y se aferra a su miniterraza, a las buenas comunicaciones de la zona y el ambiente de barrio. Una litera es la solución para la habitación pequeña, donde no cabe más. Cocina y comedor comparten estancia, y también serán zona de juegos infantiles.

"No es que no haya mercado de alquiler, es que resulta impagable", reflexiona. Una pareja puede sumar dos nóminas, agrega, "pero hay muchos monoparentales con hijos que tienen este problema de vivienda". Y toma conciencia de que sus condiciones de espacio son "peores" que cuando sus padres inmigrantes llegaron en los años 70. A corto plazo no tiene esperanzas de nuevas mudanzas. "Por estos precios todo lo que sale es pequeño o penoso", explica en pleno traslado. 

Su caso, además, es 'privilegiado' porque ha comprobado como su profesión "inspira confianza" y le facilita ser una buena candidata a las viviendas cuando hay que batallar por ellas.