Nuestro hombre en el punk

Jordi Valls impulsó el primer libro del mundo sobre la revuelta británica de 1977

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RAMÓN VENDRELL / BARCELONA

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Está escrito: encontrarás a un catalán allí donde vayas. Verbigracia: el abracadabrante Alejandro Cao de Benós es hombre con galones (indefinidos pero galones al fin y al cabo) del régimen de Corea del Norte.

El axioma también funciona en modo 'Ministerio del tiempo'. Verbigracia: Jordi Valls vivía en Londres en el verano de 1976, el lugar y el momento en que se fraguó la revuelta punk que estallaría en 1977. Y detectó que algo importante se estaba cociendo. Hubo un aviso el 20 de mayo, fecha de la primera actuación de Patti Smith en el Reino Unido, en concreto en el Roundhouse londinense con los Stranglers como teloneros. Allí estaba Valls. La confirmación de que nacía un episodio histórico llegó poco después cuando vio el primer cartel de una actuación de los Sex Pistols. "Con un nombre así no hace falta ni actuar. Es imposible mejorarlo", dice Valls. Finalmente pudo ver al grupo el 29 de agosto en el Screen On The Green, junto con los Clash en su bolo de debut y los Buzzcoks. "Entre el público estaba Siouxsie con las tetas al descubierto. Allí había una nueva electricidad". Siguieron otras veladas legendarias, como el festival punk del 100 Club, dos noches, las del 20 y el 21 de septiembre, con Sex Pistols, Clash, Subway Sect, Siouxsie and the Banshees, Stinky Toys, Damned, Vibrators y Buzzcocks. 

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Ya con un imperdible en la mejilla, llamó a Barcelona, a su primo segundo y antes que nada amigo Salvador Costa, y le dijo: "Ven tan pronto como puedas porque aquí está sucediendo algo increíble". Costa era fotógrafo, formado con Oriol Maspons, y en cuanto pudo se plantó en Londres. En tres noches de vértigo fotografió a Johnny Rotten todavía con galas de 'teddy boy', a los Stranglers, a XTC, a Generation X, a los Lurkers, a los Jam... Y, sobre todo, al público de los conciertos de estas bandas, con unas pintas arrebatadoras, todo muy casero aún, lejos de los uniformes hechos para llamar la atención sí o sí de solo unos meses después. Sí, en tres noches. Valls: "Íbamos de actuación en actuación. Acabábamos de ver a una banda en un club, nos íbamos a un pub a ver a otra y ¿a quién nos encontrábamos en la cola para entrar? A la banda que acabábamos de ver. Total, las actuaciones costaban media libra o a lo sumo una. Ese espíritu de comunidad duró poco, pero mientras duró fue el no va más".

REMESAS DE 20 EJEMPLARES

La provechosa razia londinense de Costa con Valls como cicerone se produjo a principios de 1977, cuando contados grupos ingleses de punk habían publicado un single (Damned) o un EP (Buzzcocks). ¿Elepés? Jua. De vuelta en Barcelona, Costa ofreció el botín fotográfico a Juanjo Fernández, editor de la revista 'Star', quien ni corto ni perezoso decidió publicarlo en el libro 'Punk'. Posiblemente fue el primer libro sobre el punk publicado en el mundo. "Salvador me mandaba remesas de veinte ejemplares y en la librería The Photographer's Gallery volaban", dice Valls.

Costa, fotógrafo de cabecera de la Banda Trapera del Río, falleció en el 2008. 'Punk' costaba 220 pesetas, según pone en la contraportada. Hoy te pueden pedir por él bastantes cientos de euros si lo encuentras.

Valls fue por primera vez a Londres en 1963 a estudiar inglés y de paso huir de un país cutre con ganas. En 1964 vio a los Rolling Stones en el Alexandra Palace y le chiflaron. Y en 1969 se quedó a vivir allí. Hasta el 2007, cuando regresó a Barcelona. De la década de 1970 recuerda: "Todo el mundo menos yo, que además tenía un buen trabajo y coche, vivía en 'squatts' y las fiestas que allí se montaban eran horribles, con el 'Tubular bells' de Mike Oldfield omnipresente". Se comprende que se entusiasmara con el punk. Que además le permitió montar el proyecto de música industrial Vagina Dentata Organ sin saber tocar ningún instrumento ni cantar. Eso qué más da. Lo importante es el concepto. En el 2007 ofreció una de sus pasmosas y según cómo aterradoras actuaciones en el auditorio del Macba: rompió 666 botellas. Exactamente 666 en honor a Aleister Crowley. Entre sus fans se cuenta el cineasta Albert Serra, que le ha reclutado para más de un espectáculo.