Visita al muy barcelonés castillo de Fu-Manchú

Christopher Lee se propuso en 1969 dominar el mundo desde el parque Güell, al menos en una de aquellas alocadas historias que rodaba Jesús Franco

FU MANCHU

FU MANCHU / periodico

CARLES COLS / BARCELONA

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Uno de los lugares más visitados de Barcelona y prueba inequívoca de que todo tiempo pasado fue mejor es el castillo de Fu-Manchú, al que las guías oficiales se emperran en llamar el parque Güell, lo cual es un disparate, porque ya hay una cripta, unos pabellones, un palacio y unas bodegas con ese mismo apellido. Más merecería ser conocido por el nombre del malvado personaje creado por el escritor de novelitas de aventuras Sax Rohmer, porque en 1969 se rodó allí nada menos que ‘El castillo de Fu-Manchú’, película de Jesús Franco de la que prácticamente nadie se acuerda (claro, sus incursiones en el vampirismo lésbico tenían más pegada), pero que tenía como protagonista a Christopher Lee, que se dice pronto, un mito, un hombre mayúsculo más allá de su profesión de actor.

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Vamos por partes. El parque Gü…, perdón, el castillo de Fu-Manchú no es a vista de pájaro gran cosa. La web del diario inglés 'The Guardian' ofrecía a sus lectores hace un par de meses un pequeño divertimento, un test visual que consistía en adivinar a qué ciudades del mundo correspondían las fotografías de distintos pulmones verdes urbanos tomadas desde un satélite. La de Barcelona, al lado de las demás, daba penita, por lo chiquirritín del parque, pero una vez en él, las cosas cambian. Primero, porque si uno se planta en la calle de Olot (por situar al lector en el mapa, el acceso más recomendable, de cabeza a la escalinata del dragón) se le pone cara de Macbeth en el quinto acto, el bosque de Birnam se mueve, pues suben como guerreros, algo exhaustos por la pendiente, decenas sino cientos de turistas.

JAVIER MARÍAS ENCAPUCHADO

Hace 47 años aquello era un erial, el lugar perfecto para esos rodajes de bajísimo presupuesto que organizaba Jesús Franco, que parece que eran un despiporre, o al menos así los recuerda, como alguna vez ha contado, Javier Marías, sobrino del director, que precisamente en aquella historia de Fu-Manchú aparece como extra, encapuchado y haciendo el ganso, aunque en otra localización, no en el parque de Antoni Gaudí. Qué envidia.

El argumento de 'El castillo de Fu-Manchú' era puro género pulp. El temible protagonista inventaba una máquina capaz de convertir el agua en hielo, vamos, eso que todo el mundo conoce como frigorífico, pero a lo bestia, de modo suficiente, al menos, como para provocar el hundimiento de un buque de pasajeros que no es que recordara al 'Titanic', sino que directamente Franco saqueó algunos rollos de otra película, 'La última noche del Titanic', de 1958. Eso cuentan Rafael de España y Salvador Juan i Babot en su libro 'Balcázar, más allá de Esplugas City', una deliciosas nostalgia de aquella productora que durante años hizo volar la imaginación de los niños con la réplica de un decorado de 'western' que se contemplaba nada más salir de Barcelona en dirección sur. Pero del libro vale la pena reparar en otro detalle relacionado con 'El castillo de Fu-Manchú', y es que como señalan los autores, los escudos de 'trencadís' con las 'quatre barres' que hay por aquí y por allá en el parque se supone que son el sello de la organización criminal que lidera el personaje de Christopher Lee. Si se entera el 'Abc', lo lleva a portada.

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TRES TETILLAS

La cuestión es que tras un agotadora ascensión hasta el castillo, el plan inicial de posar como Lee, hierático, con los ojos achinados y a los pies de la sala hipóstila, muy pronto se revela más difícil que cualquier plan diabólico de dominar el mundo. Por favor, menudo gallinero, y eso que con el cobro de una entrada se supone que la presencia de turistas en el parque es ahora menor. El reto, pues, queda pendiente para otra ocasión, a poder ser antes del 7 de junio, primer aniversario del fallecimiento de Drácula, de Frankenstein, de la momia, de Rasputín, de Sherlock Holmes y de su hermano Mycroft, que ya es mérito, de Scaramanga, el hombre con tres tetillas, de Lucifer, de Saruman.., pero, sobre todo, desde una provinciana mirada barcelonesa, del dueño y señor del castillo de Fu-Manchú.