Los aficionados soslayan la huelga de metro llegando antes y marchándose después

Los turistas causan las principales aglomeraciones por desconocimiento del paro

Imagen de la estación de metro de Les Corts instantes antes del Clásico

Imagen de la estación de metro de Les Corts instantes antes del Clásico / PERIÓDICO

MAURICIO BERNAL / BARCELONA

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Los aficionados llegaron antes al Camp Nou y demoraron la vuelta a casa para soslayar la huelga del metro, convocada en el delicado día del clásico. Un Barça-Madrid, al fin y al cabo, es un plan que a casi nadie le importa alargar, y no era un especial sacrificio adelantar unas horas la llegada al campo, o a sus alrededores, antes de que empezara el segundo tramo de paro de la jornada (a las seis y media), y esperar un poco, hacer una cerveza en un bar, un poco de tertulia, no eufórica, como lo hubiera sido en caso de triunfo, pero tertulia, al final, mientras se normalizaba el servicio (a las once). Fue lo que hicieron muchos, los informados. Los otros causaron pequeñas aglomeraciones en el suburbano.

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El taxista es un servicio de información en sí mismo, y fue esa raza de personajes urbanos la que primero empezó a sentir los efectos de la huelga. "A las seis de la tarde ya se empezaron a formar colas en la Rambla, en la plaza de Catalunya, de gente que quería ir al Camp Nou, turistas sobre todo", explicaba uno. "Te ofrecían 50, 100 euros por llevarlos al campo". Para entonces ya había empezado el paro -implicó una reducción del 50% en el servicio- y los que no habían sido previsores tomaban medidas desesperadas. En los andenes del metro se notaba la huelga, pero no hubo escenas de caos ni descontrol. A esas horas, entre las seis y las ocho y media, era casi imposible encontrar un taxi en Barcelona, pero a partir de ese momento, ¡oh!, por arte de magia, la mayor parte iban con la luz verde. El partido había comenzado y todos estaban en el campo o en sus casas, o en el bar. La demanda de transporte se desplomó. Dos horas de calma chicha.

ESTRATEGIAS DE REGRESO

Que terminaron cuando acabó el partido. Había taxis alrededor del Camp Nou, pero la gran mayoría estaban aparcados con el taxímetro en marcha, esperando a clientes a los que no les importaba pagar 100 euros para ir y volver del estadio. "A los míos los recogí en el Arts y los vuelvo a llevar allí, así que no son gente que se fije en el dinero", decía un taxista. TMB había dispuesto dos autobuses adicionales que los más previsores salieron a buscar mucho antes de que terminara el partido, incluso antes de que el Madrid marcara el segundo. Fue entonces, con el gol de Cristiano, a pocos minutos del final, cuando todo se desbocó; el campo -ya en serio- se empezó a vaciar; había huelga del metro y en el ambiente flotaba la pregunta de qué iba a pasar. No mucho, en realidad. Pudo ser peor.

Se establecieron categorías según las estrategias: los que nunca iban en coche pero esta vez lo hicieron. Los que viven en la ciudad, no especialmente lejos del estadio, y estaban dispuestos a caminar media hora para llegar a casa. Los de la cerveza mientras tanto. Y los desinformados turistas, que afluían en masa a las estaciones de metro (Les Corts, Collblanc, Badal, Maria Cristina) causando una que otra aglomeración. "Nada muy distinto de lo habitual -explicaba el vigilante que regulaba los accesos a Les Corts-. De hecho, vienen más escalonados que en un día normal".

Situación soldado avisado.