Rafael Cortiella, ilustrador: "Ahora dibujo mucho más relajado, sin fecha de entrega"
El dibujante que realizó el cartel de 'Psicosis' para España da clases como voluntario en un 'casal d'avis' de Horta-Guinardó
Luis Benavides
Periodista
LUIS BENAVIDES / BARCELONA
Los carteles publicitarios de las películas El último tren de Gun Hill (1959), protagonizada por Kirk Douglas y Anthony Quinn, y Psicosis Psicosis(1960), dirigida por Alfred Hitchcock, tienen una cosa en común: la firma de Rafael Cortiella (Barcelona, 1931). Este ilustre ilustrador vecino de Gràcia, también creador de personajes de cómic como el agente secreto Sutton Clay, imparte ahora cursos de dibujo en el Casal de la Gent Gran del Baix Guinardó (Marina, 380).
-¿Cuándo empezó a dibujar?
-Me formé en la llamada Escuela de Artes y Oficios La Lonja, pero dibujo desde muy pequeño. Durante nueve años alterné mi trabajo como administrativo con algunos encargos, hasta que decidí centrarme en mi carrera como ilustrador.
-¿Y se podía ganar bien la vida solo con sus dibujos?
-Sí, pero echaba muchas horas. Tenía muchos clientes, por todo el mundo, algunos tan importantes como la distribuidora de películas Paramount Pictures. Hacía cosas del oeste, románticas, de terror…
-Sin internet, documentarse debía ser mucho más complicado.
-¡Mucho más! Compraba revistas de todo tipo para recortar siluetas, caras, manos, armas… Esos recortes eran mi base de datos. Si me pedían que el protagonista empuñara una pistola Colt 45, no me la podía inventar. Necesitaba verla.
-¿Cómo llegó a dar clases en el casal de gent gran?
-Todo empezó porque me compré una cámara digital y no me aclaraba mucho. En este casal ofrecían un taller de fotografía y me apunté. Una de las chicas del equipamiento reconoció mi apellido. De pequeña leía las historietas de Puck, serie juvenil del estilo de Los cinco.
-¿Disfruta con el taller de dibujo?
-Mucho. Llevo ya tres trimestres dando clases con este curso y estoy encantado. Ellos aprenden, pero a mí también me llena mucho ser voluntario en el casal.
-¿Es su primera experiencia como profesor?
-No, monté una escuela de dibujo con un colega en la calle de Torrent de les Flors, en Gràcia. Se llamaba Croquis y funcionó unos 18 años. Solo abríamos por la noche porque teníamos mucho trabajo.
-No suelta nunca el lápiz.
-Eso nunca. No sé hacer otra cosa. Eso sí, ahora dibujo mucho más relajado, sin fechas de entrega.
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