Cara y cruz del comercio en el Born

Terraza llena de clientes en el paseo del Born, con el centro cultural al fondo, ayer.

Terraza llena de clientes en el paseo del Born, con el centro cultural al fondo, ayer.

T. P. / BARCELONA

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El refrán 'No siempre llueve a gusto de todos' se puede aplicar a los negocios implantados en el Born de Barcelona. Mientras los comerciantes del Born hablan de una caída del 50% en las ventas y acusan al ayuntamiento de desidia en el barrio, los restauradores de la zona han visto incrementar la facturación merced al público que atrae el centro cultural.

Los tenderos denuncian falta de iluminación y limpieza, así como los elevados precios de los alquileres, aunque estos se están amortiguando. Marga Domingo, presidenta de la asociación Born Comerç, critica "la dejadez por parte del ayuntamiento y la falta de apoyo a nuestras iniciativas" y lamenta que todavía no han podido entrevistarse con responsables municipales. A lo que una portavoz del gobierno municipal replica que sí se han reunido con representantes de Born Comerç. "Solicitaron colaboración para la dinamización comercial de la zona y la voluntad es estudiar medidas para avanzar en esta línea", dice.

Propietarios de restaurantes de las calles de Montcada y Vidrieria apuntan que tras "el habitual bajón que siempre se produce en enero, las ventas ya despuntan". Patxi García, encargado de La Taverna del Born, más contenido, cree que en todo caso el problema no es el entorno del Born, sino la crisis: "La gente se ha acostumbradado a no gastar y ha cambiado sus hábitos de consumo".

Para Marga Domingo, la urbanización de la plaza donde está el centro cultural del Born no les ha ayudado gran cosa. "Es una plaza muy dura, no hay ni un árbol y en julio y agosto es imposible cruzarla, parece el Valle de los Caídos". Para hacer más llevadero el 'ferragosto' barcelonés, la asociación compró medio centenar de hamacas y sombrillas para instalarlas en la plaza y pidió ayuda al ayuntamiento que se encargara de ponerlas y quitarlas. La petición cayó en saco roto. "Nosotros las instalamos dos o tres veces y ahora están muertas de risa en un almacén", apunta Domingo. Tienen previstas otras iniciativas para atraer a la gente. 

MODERNIDAD

Las comerciantes hablan de caídas de ventas de hasta el 50% en el 2015 respecto al 2014. Silvina Pelegrini  trabajaba en la tienda Havaianas que hay en la zona y explica que el establecimiento del Born fue "con diferencia" el que menos facturó de todos los puntos de venta que tiene la cadena repartidos por la ciudad. Eva Deulofeu, responsable del establecimiento de calzado deportivo Cruyff en la plaza Comercial, también ratifica esta caída de ventas y la achaca a que "interesa más potenciar el paseo de Gràcia como centro comercial para el turista". 

La comerciantes dicen que a esta zona "la han dejado morir". Las ventas en verano fueron bastante tristes "debido al calor, los turistas salían de noche y es cuando nosotros estamos cerrados, así que las ventas se han resentido mucho". Luego está, denuncian, la falta de seguridad. Hay una tienda que en los dos últimos años han sufrido cuatro hurtos, un atraco y dos tentativas para entrar por la fuerza en el local. El resumen es que cuando pasen los dos años que quedan para vencer el contrato de arrendamiento, el comerciante decidirá reubicarse "en otro sitio".  

En la tienda Antonio, de la calle del Comerç, apuntan que la zona necesita un “impulso de modernidad y una oferta diferenciada". "Se han perdido el cliente de paso y el turista nacional", agregan, y destacan la importancia de aprovechar los recursos patrimoniales que tiene la zona para captar nuevos clientes. "En todas las ciudades la gente suele  visitar las estaciones de ferrocarril y aquí estamos de espaldas y sin hacerle caso”, concluye. 

ALQUILERES ALTOS

En el local donde estaba instalada la marca Desigual ha florecido un supermercado regentado por paquistanís. El precio de los alquileres disuade a muchos emprendedores. Los tenderos explican que la última persona que ha renovado el contrato de alquiler ha pactado una renta de 8.000 euros mensuales por un espacio de entre 150 y 200 metros cuadrados. El propietario pedía inicialmente 12.000 euros. 

Joana Domènech, propietaria del negocio de ropa Rassel, confirma tambiém que el Born "nunca había estado tan dejado, pasado el primer año de la creación del centro cultural ya no se ha hecho nada". Denuncia que falta limpieza, las papeleras están a rebosar y la vigilancia ha bajado. Marga Domingo lo cuantifica: "Antes limpiaban tres veces al día y ahora, dos, y también hay menos control".

El consistorio explica que recibió quejas de los comerciantes de la zona del Esquirol por la suciedad de las calles, motivo por el que ha hecho, señala, una campaña de limpieza intensiva. Y alega que la escasez de lluvias no contribuye a mejorar la percepción expresada por los comerciantes.