Los manteros quieren volver al puerto
Los vendedores irregulares se manifestarán el lunes contra la presión policial que impide su actividad
Guillem Sánchez
Redactor
Periodista de sucesos. Antes trabajé como redactor de sociedad en la Agència Catalana de Notícies (ACN).
Profesor asociado en la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna.
Libros Publicados: 'El Estafador' (Editorial Península) y 'Crónica del Caso Maristas' (Ediciones B).
GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA
Los manteros expulsados del Port Vell siguen buscando un nuevo lugar para anidar en Barcelona. En el Port Vell, una zona bajo la autoridad de la Policía Portuaria, que no cuenta con agentes suficientes para contenerlos, habían encontrado su zona de confort. Allí se establecieron y crecieron. Llegaron a ser más de 200, según el ayuntamiento, o más de 500, según la oposición.
Pero con la activación del dispositivo Colom, que suma agentes de Mossos, Guardia Urbana y Policía Portuaria, tuvo lugar el desembarco policial que los ha expulsado de allí. Desde entonces no han podido «volver a trabajar», explica Aziz, portavoz del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes.
Por eso ayer celebraron una asamblea en la Casa de la Solidaritat. Participaron «un centenar» de ellos y acordaron que el próximo lunes se movilizarán. Será en una manifestación que partirá a las siete de la tarde de Drassanes y llegará hasta la plaza del ayuntamiento. Será para dejar claro que quieren «volver al puerto», aclara Aziz.
Durante estos últimos cuatro días la presión policial ha sido constante a lo largo y ancho de la ciudad. No pueden acercarse al Port Vell, donde varias dotaciones de antidisturbios refuerzan a la Policía Portuaria. Tampoco pueden recuperar espacios que cedieron cuando descubrieron el oasis del puerto. El parque Güell, la Sagrada Família, la plaza de Catalunya, la Rambla o el Portal del Àngel cuentan ahora con agentes uniformados de la Guardia Urbana. Es una saturación de cuerpos de seguridad que no les da tiempo a desplegar sus mantas de camisetas y zapatillas falsas.
Aunque esta búsqueda de un nuevo nido para vender su material falsificado está resultando improductiva, de momento, no se han dado episodios violentos entre vendedores y policía. «No queremos enfrentamientos», subraya Aziz. Tampoco los busca la policía municipal, que se esfuerza en que noten su presencia sin tener que entrar en contacto directo con ellos. Esta semana las intervenciones de fardos han sido mínimas. «Con cuentagotas», detalla una fuente de la Urbana.
Estos días, policías y manteros se avistan desde lejos. Entre ciudadanos ocupados en sus cosas. A la espera de que surja alguna solución, unos no quieren dejar de vender, los otros no pueden dejar que lo hagan.
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