BARCELONEANDO

Camarón en Roger de Flor

Hay un nuevo local cerca de la Sagrada Família. Aspiran a reinventar el flamenco

Entrada de Casa Camarón, con una imagen del cantaor y la inscripción de una frase que solía dirigir al público antes de sus recitales.

Entrada de Casa Camarón, con una imagen del cantaor y la inscripción de una frase que solía dirigir al público antes de sus recitales.

ELOY Carrasco

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Puede la Barcelona que ve fluir ríos soberanistas convertirse en el corazón del flamenco, no ya de la ciudad, sino de la Península entera? A por un sí rotundo como respuesta se lanzan los promotores de Casa Camarón, atrevidos prosélitos del genio de la Isla de San Fernando que puso patas arriba el género con 'La leyenda del tiempo'Fue un disco que en su momento (1979) cayó como agua en aceite hirviente, con chisporroteo contrariado de los ortodoxos. Hoy casi nadie discute que hay un antes y un después de aquellos poemas de Lorca en la garganta sobrehumana de Camarón, mito agigantado por una prematura desaparición que arrebató a la música quién sabe qué grandezas.

"Manolo Caracol [nada menos] no afinaba. Camarón era un piano, siempre perfecto. Fue un superdotado, un revolucionario y un gran investigador. Lo innovó todo". Se expresa con indisimulado entusiasmo Simón Montero, presidente de la Federació d'Associacions Gitanes de Catalunya y una de las turbinas de la nave flamenca que acaba de echarse a navegar en la calle de Roger de Flor, 230, a mayor gloria del ídolo fallecido hace ya 23 años, cuando tenía 41, en el badalonés hospital de Can Ruti.

Como la Sagrada Família está cerca, el maridaje con los turistas ansiosos del tópico 'spanish' es tentador. No le hacen ascos, admite Jordi Porta, otra vela del barco, aunque la vocación es mucho más audaz. "Reinventar el flamenco", sentencia Montero. Casa Camarón ocupa el amplio espacio (el aforo solo del tablao es de 185 personas) que en su día fue el restaurante La Dida, cerrado hace un par de años. A la entrada recibe una imagen del cantaor y la frase que solía decir antes de los recitales: "Bueno, pues voy a 'cantá' un poquito por alegrías y luego por 'tó' lo que ustedes quieran...". De las paredes cuelgan discos, dedicatorias, fotos del maestro. Con Lola Flores, Caracol, Rancapino, Dolores Vargas, Mairena, Tomatito, Paco de Lucía...

Tótems. Un pequeño museo erigido con la complicidad de Dolores Montoya, 'la Chispa', viuda del artista, donde incluso brilla un vestido de flamenca dorado cedido por Vicky Martín Berrocal.

Suelas, dedos, voces

Donde estaba el horno del asador que aquí hubo se alza ahora el tablao. Los empresarios aspiran a que por ahí suden las mejores suelas y tacones, los dedos más raudos y las voces de mayor desgarro. En Barcelona existen ya una decena de sitios flamencos, casi todos orientados al aplauso mecánico y el billete ligero de visitantes poco advertidos en este arte. Pero, sin ánimo de ofender, añade Montero, el plan es que el "lugar de referencia" de la comunidad flamenca esté a partir de ahora en Roger de Flor. Vuelo, que no falte: abierto siete días a la semana, prometen acción 'non stop'. Aparte de las actuaciones diarias, desde hoy, y en miércoles sucesivos, habrá 'Juaneles por sevillanas', veladas organizadas por Los Juanele, veterano local vecino del Paral·lel; se han registrado ya audiciones cazatalentos para dar paso a jóvenes grupos, desfilarán algunos grandes impartiendo clases magistrales y las 'jam sessions' de los sábados auguran jarana. Para demostrar que no bromean cuentan como director artístico con Israel Suárez, 'El Piraña', considerado como el mejor del mundo al cajón.

"A mi me han salido los dientes escuchando a Camarón", dice Simón Montero. Le regaló 'La leyenda del tiempo' a Jordi Porta. Hasta entonces, a él el flamenco ni fu ni fa, pero se le abrió el oído. Ambos pormenorizan sus desvelos para que la apuesta cuaje, incluido insonorizar la fiesta ("hemos ido con un medidor de decibelios por todas partes"), y que los vecinos no tengan queja. Para La Bodeguita, antesala del tablao donde se come y se bebe, han reclutado a Fernando Olivares, cocinero trotamundos que vivió en Ho Chi Minh y hasta llegó lejos en el Top Chef vietnamita. Camarón es un planeta.