EL EFECTO EN LA CALLE

Contradicción en bandeja

Peatones comprimidos 8 Escaso espacio de paso entre una terraza del paseo de Gràcia y una fachada en obras, ayer.

Peatones comprimidos 8 Escaso espacio de paso entre una terraza del paseo de Gràcia y una fachada en obras, ayer.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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La matemática es difícil de casar con los tragos, el tapeo y la alegre cháchara de terraceo estival. Si el Ayuntamiento de Barcelona aplica el metro con rigurosidad tendrá que barrer no solo miles de mesas y sillas, sino también cientos de puntos de encuentro cotidianos. Otro damnificado con historia, que se suma a la lista que se ha asomado a las páginas de EL PERIÓDICO en las últimas dos semanas, es la terraza de la Bodega Sepúlveda. Décadas de historia para un tijeretazo sentenciado en base a la nueva normativa. No porque sus tres mesas sean muchas, sino porque hace un par de años se instaló muy cerca una parada de autobús cuya distancia es ahora incompatible con la actividad. Si la aritmética se impone, será el fin.

Las entidades vecinales reivindicaron, con razón en muchos casos, que la actual ordenanza primara al peatón antes que al negocio privado que se vale de la vía pública. En la FAVB veían «inadmisible» eliminar bancos públicos para instalar terrazas, especialmente en ejes tomados por el turismo.

Pero la regulación de esta treintena de zonas turísticas o especialmente concurridas de terrazas se ha dejado justamente para el final. Y los primeros en ser regulados

-los negocios de barrio, en general- son quienes sufren ahora los agravios comparativos que se quisieron erradicar con una megaordenanza. «Lo que se decida ha de ser igual para todos, porque algunos hemos acatado la orden, aunque sea injusta», explicaba ayer un operador de la calle de Urgell, que ha perdido la mitad de su espacio habitual.

Múltiples frentes

En la zona alta prosigue la recogida de firmas y se plantea una acción popular, con sillas en la calle, para hacer ruido. En Sants, se preguntan cuántas terrazas decapitadas arrastrarán consigo a pequeños negocios de barrio que apenas tienen tirón si solo conservan su oferta interior. En Gràcia se eliminarán establecimientos con décadas de historia. En algunos casos bastaría con tolerar 10 centímetros de menos de distancia respecto a una fachada o un cruce...

«El ayuntamiento olvida que quienes utilizan las terrazas también son vecinos», decían ayer los comerciantes aglutinados ante el ayuntamiento, buscando un término medio que evite la sobreocupación de las calles sin castigar peligrosamente a la oferta ya consolidada. En cambio, sí parece urgente poner orden en las calles de éxito. Este diario ya documentó hace unas semanas el overbooking de mesas en puntos como la plaza Reial, Y el recién renovado paseo de Gràcia cuenta con algunos veladores, como el de la foto o a unos pasos del cine Comedia, donde las mesas devoran la nueva acera mientras el sufrido paseante se empareda entre sillas y andamios.

A  unos cientos de metros, en Bailèn, en el bar Pirineus, Mercedes se pregunta cómo cuadrará las cuentas del negocio familiar cuando pase de seis mesas de cuatro sillas a solo dos, para parejas.