El tesoro oculto de Gaudí

El arquitecto David García, en una sala de la vivienda.

El arquitecto David García, en una sala de la vivienda.

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Antoni Gaudí edificó en 1883, a sus 31 años, la Casa Vicens entre árboles y campos de cultivo de Gràcia, antes de que la villa se anexionara a la creciente ciudad de Barcelona, lo que sucedió 14 años después. La torre de veraneo de la familia del corredor de bolsa Manuel Vicens fue el primer encargo que recibió el arquitecto para alzar una vivienda privada. Adquirida el año pasado por la entidad bancaria andorrana MoraBanc, el inmueble se encuentra ahora inmerso en obras de rehabilitación para abrirse como espacio museístico a finales del 2016 o en el 2017.

Con su apertura al público, por vez primera se podrán visitar todas las obras de Gaudí catalogadas por la Unesco. La Casa Vicens fue declarada Patrimonio de la Humanidad en el 2005, al mismo tiempo que la Casa Batlló, la cripta de la Colònia Güell y la fachada de la Nativitat y el hipogeo de la Sagrada Família. Años antes, en 1984, ya habían sido reconocidas la Pedrera, el palacio Güell y el parque Güell.

«Era una casa enfocada a un jardín con palmeras», explica David García, uno de los tres arquitectos que trabajan en la rehabilitación, junto con José Antonio Martínez Lapeña Elías Torres. El acceso a la vivienda, a la que EL PERIÓDICO ha tenido acceso, es una preciosa reja de hierro forjado que llena la entrada de hojas partidas en muchas lacinias, duras, correosas y puntiagudas, que Gaudí encargó al escultor Llorenç Matamala.

«Ese magnífico entorno inicial lleno de plantas desapareció con el tiempo, pero nuestra idea es revalorizar el jardín en el pequeño espacio que ahora queda», explica García, que destaca que también la decoración interior está repleta de aves, de hiedras y de frutos del bosque, de uvas y de cerezas. «La casa tiene el mismo aire que el jardín, pero ahora está asfixiada por los edificios que la rodean», agrega. En una primera fase, se han realizado catas en las paredes para buscar los pigmentos originales. «En las reformas que se hicieron posteriormente no se respetó el color que había elegido Gaudí», lamenta el arquitecto.

La vivienda estaba en sus inicios orientada a poniente. «Por la tarde se contemplaba la puesta de sol, pero con la ampliación que se hizo en 1925, supervisada por Gaudí, se transformó en una casa a los cuatro vientos y se perdió la escalera original», precisa.

EVOLUCIÓN CONSTRUCTIVA

Francesc Caballé, doctor en Historia del Arte por la Universitat de Barcelona, y Reinald González, historiador especializado en documentación y archivos, firman la investigación de la evolución constructiva de la Casa Vicens desde Veclus, una empresa de estudios históricos y arqueológicos.

Su estudio se remonta a la primera mitad del siglo XIX, cuando Josep Maria Baró adquirió tres solares en el entonces llamado Camí de Sant Gervasi. «Allí construyó una finca de recreo. A su muerte, Rosa Montaner heredó la casa, que en 1877 fue a parar a manos de su hijo Manuel Vicens, que tenía su primera residencia en la calle de Jaume I. Vicens confió a Gaudí el derribo y la nueva construcción de la torre, siendo el primer encargo de obra de envergadura que recibió tras licenciarse», cuentan Caballé y González en el informe con el que trabaja el equipo de arquitectos encargado de la rehabilitación de la casa.

«Lo más importante era determinar la obra original de Gaudí», señala García. Para ello han recuperado los únicos planos del proyecto del arquitecto reusense, que se conservan «o que se han podido localizar hasta hoy», que son los que acompañaban la instancia que Vicens presentó en el Ayuntamiento de Gràcia en febrero de 1883 para solicitar los permisos. «Pero no incluían planos internos de las plantas», dice el informe.

Tarek Masri Costejà, asesor de Amura Capital, fondo de inversiones vinculado a la familia Mora, asegura que el objetivo de la adquisición de la Casa Vicens «es poner en valor joyas patrimoniales».