Acabado el icónico puente de la Gola del Llobregat tras 7 años de obras

El nuevo puente sobre el Llobregat, en el Prat, ayer.
El nuevo y espectacular puente de la Gola del Llobregat, que será la alternativa al saturado paso de Mercabarna, se licitó el lejano 20 de mayo del 2008, en pleno gobierno tripartito de izquierdas en la Generalitat. Sin embargo, el 'boom' de las infraestructuras y también, como se ha dicho tantas veces, del déficit y de su consecuencia directa y duradera la deuda, llegaba ya a su fin con el estallido de la burbuja inmobiliaria y de la crisis.
La obra, considerada icónica por los ingenieros por su singularidad y atrevimiento técnico, ha sufrido desde entonces penurias presupuestarias y épocas de parálisis, pero sin llegar al abandono. Poco a poco, y en medio del silencio y el olvido generales, la estructura ha ido avanzando hasta que siete años después está lista para encauzar los miles de camiones y otros vehículos que sufren endémicas colas en el tránsito entre los polígonos industriales del delta.
La infraestructura ha superado ya la prueba de carga. Es decir, ha aguantado sin problemas el peso de tantos camiones llenos de tierras y rocas como caben en sus 304 metros de longitud total estacionados uno tras otro. Los cuatro carriles y los pasos para peatones y bicicletas del puente, al igual que los 700 metros de viales y dos rotondas de sus accesos a ambos lados del río estaban el viernes acabados, con señalización y zonas de vegetación incluidas. Apenas cuatro trabajadores ultimaban tareas menores en caminos laterales al río bajo la estructura.
La flamante y vacía obra contrastaba con el largo atasco en el sinuoso tramo de carretera que hasta ahora ha sido la principal vía de entrada y salida de los populosos polígonos Pratenc y ZAL 2. Son más de 11.000 los vehículos, en buena parte tráfico pesado, que pasan por allí. La ruta hasta el puente de Mercabarna, situado 500 metros aguas arriba, es el talón de Aquiles de la movilidad de la zona que tras el desvío del Llobregat hacia el sur en el 2004 ha quedado encajonada sin nuevos viales entre el antiguo y el nuevo cauce.
DESPUÉS DEL 24-M
El paso, sin embargo, no se abrirá hasta después de las elecciones del 24 de mayo, según informó la Conselleria de Territori. Después de una gestación tan larga y alejada de cualquier mirada, unas semanas pueden parecer realmente poca cosa. Conductores de tráileres consultados en pleno atasco no lo veían igual desde sus altas cabinas. «Con todo listo, debe abrirse de inmediato», soltaban a la primera.
La obra enlazará la carretera B-250 y la avenida del Onze de Setembre de El Prat, en el margen derecho, con la calle Cent del polígono Pratenc, en el izquierdo. Este tramo se incluye en el nuevo eje viario puerto-aeropuerto previsto desde la pasada década por el Ministerio de Fomento una vez ampliadas las dos infraestructuras. Tiene 10 kilómetros hasta el polígono Mas Blau, situado a la altura del aeropuerto. No obstante, como en otras obras del delta, los años han pasado sin que el Estado concretara e iniciara esos trabajos.
La Generalitat decidió asumir en el 2008, con gobiernos socialistas en Barcelona y Madrid, este corto pero complejo sector central sobre el río para contribuir a concretar todo el eje. Pero el vial, con el puerto y el aeropuerto ampliados a pleno funcionamiento, se ha quedado ahí. La inversión en cuentagotas del Govern en estos siete años ha sido de 29,2 millones incluidas actuaciones añadidas en el 2012. El plazo inicial se fijó nada menos que en 14 meses.
ESPECIALISTAS
El proyecto, con sus dos espectaculares y esbeltos arcos centrales de hormigón que sustentan con gruesos cables la plataforma del puente, lo han dirigido Manuel Reventós, Jordi Pascual, Juan Carlos Rosa y Jaume Guàrdia, ingenieros de caminos del despacho Reventós. Esta empresa es especialista en pasos elevados de diseño y técnica especiales. Entre sus casi 200 realizaciones están los nuevos puentes singulares sobre el Ebro de la Generalitat en Tortosa y Deltebre.
Una delegación de 30 ingenieros visitó en febrero la obra. Un portavoz del Col·legi de Camins la calificó de "icono de las infraestructuras de Catalunya". Estos expertos destacaron una de las operaciones. Para sostener la calzada con los 150 metros de luz entre los dos pilares-trípode invertidos se creó un apoyo de hormigón en medio del río. Cuando en una acción compleja los arcos y los tirantes se tensaron y aguantaron la losa, esa estructura se retiró.
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