efectos de la presión turística
BCN limita la entrada de grupos guiados a la Boqueria
No evitará las aglomeraciones habituales de los centenares de turistas que entran prácticamente solo para mirar y hacer fotografías pero aliviará de alguna manera una situación que la mayoría de los comerciantes del mercado de la Boqueria ya calificaban de «insostenible», como denunciaron el pasado verano ante el Ayuntamiento de Barcelona, cuando le pidieron una regulación. Y es que el consistorio ha anunciado que a partir de esta semana, y todos los viernes y sábados hasta las tres de la tarde, está vetada la entrada de grupos de 15 o más personas que vayan con guía a esta instalación de la Rambla, convertida en parada obligatoria de los miles de visitantes que transitan el paseo cada día, lo que llega a convertir en insoportable la compra para los vecinos.
El alcalde de Barcelona, Xavier Trias, ha firmado un decreto que limita esa afluencia, aunque bien es cierto que los grupos organizados son los menos y una buena parte de los turistas que acceden lo hacen a título individual. Ese decreto establece también que si un grupo de las características señaladas accede al mercado en el horario no permitido los vigilantes de seguridad serán los encargados de informar de la imposibilidad de continuar la visita al recinto, y los acompañarán hasta el exterior. Según el consistorio, los vigilantes del mercado de la Boqueria ya han recibido la formación necesaria para efectuar esta nueva tarea.
70 MILLONES DE VISITAS ANUALES / Esta restricción de visitas organizadas las mañanas de los viernes y sábados responde a una petición que los comerciantes formularon de manera oficial al Instituto de Mercados de Barcelona el pasado verano, cuando pidieron que se regulara el acceso de los grandes grupos de visitantes para evitar las aglomeraciones que complican la actividad normal del equipamiento. No obstante, ya entonces Óscar Ubide, el gerente del mercado, por el que se estima que pasan unos 70 millones de visitantes al año, dejó claro que los comerciantes no están en contra del turismo.
Algunos, más bien, todo lo contrario. Porque durante los últimos años, mientras los vendedores de productos frescos se han ido viendo cada vez con mayores problemas para retener a una clientela que se ha visto expulsada del recinto por la multitud de visitantes, muchos tenderos han visto una tabla de salvación y han ido reconvirtiéndose y poniendo las miras, algunos de manera exclusiva, en los turistas. Solo hay que ver la proliferación de puestos de fruta que se han abonado a la venta de zumos, monotemáticos de chucherías o los nuevos establecimientos de comida rápida.
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