Iniciativa educativa galardonada

Tras la puerta secreta

Alumnos del Àngel Baixeras trabajan en clase con elementos del edificio histórico y textos con los que estudiaron sus antepasados

El archivo 8 Material histórico del colegio.

El archivo 8 Material histórico del colegio.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Los nervios por llegar a quinto y poder acceder a los «rincones secretos» de la escuela son comunes entre los alumnos del colegio Àngel Baixeras, en el Barri Gòtic. Saber que podrán abrir ciertas puertas misteriosas, hasta ese momento vetadas, es una de las (muchas) motivaciones de los pequeños del centro, uno de los primeros del Patronat Escolar de Barcelona, inaugurado en 1922.

Como los otros seis colegios de la Xarxa d'Escoles Històriques de Barcelona, el proyecto que realizan los alumnos de quinto de primaria del Baixeras se basa en el aprovechamiento didáctico del gran patrimonio de la escuela. Patrimonio que bien puede exprimirse de las vivencias de antiguos alumnos, de la historia del propio edificio -de cuento- o del mucho y muy bien conservado material didáctico heredado de sus predecesores, una de las joyas del colegio.

Personas más críticas

«Investigando la historia de la escuela fomentamos la curiosidad de los pequeños; y ese despertar les hace ser también personas más críticas», explica Mercè Garcés, profesora del centro y encargada del premiado proyecto. «Creamos también sentimiento de pertenencia a la escuela y a la ciudad. Los niños sienten suya la historia, porque lo es, y eso es muy positivo, sobre todo en colegios como el nuestro, con niños llegados de muchos países distintos», prosigue entusiasta una sonriente Garcés.

La maestra enseña todos los rincones de la escuela -un verdadero museo- con pasión. «Es una lástima que desde la Administración no se esfuercen más en conservar este valioso patrimonio», reflexiona la mujer, quien prosigue: «El otro día veía por la tele la entrevista a Mas en el Palau y pensaba 'sí que lo tienen bien conservado, ojalá mi colegio lo tuviera igual'». La escuela es del 1922 y nunca se han cambiado las ventanas.

El colegio les sirve de trampolín para aprenderlo prácticamente todo. Desde geometría estudiando la forma de las preciosas lámparas o de las baldosas hasta quién fue y qué descubrió Albert Einstein, el científico que fue al grupo escolar durante su visita a Barcelona.

El testamento de Àngel Baixeras, artífice de la primera gran apertura de la ciudad al mar, con la urbanización de la Via Laietana, dejó los cimientos de la escuela bien claros en su testamento, que los pequeños estudian: «Lego a Barcelona pesetas quinientas mil, destinadas precisamente a la construcción y amueblaje de una escuela pública municipal que reúna las condiciones que la ciencia aconseja, especialmente con referencia a la higiene de los educandos, procurando buscar los mejores modelos a fin de que pueda servir de estímulo para la construcción en la ciudad de buenas escuelas públicas que tanta falta hacen...».