REACCIÓN DEL AYUNTAMIENTO A UNA ENTREVISTA DE EL PERIÓDICO
Trias visita la 'BCN en miniatura' de Gràcia
El alcalde intentará incluir la maqueta solidaria en la ruta del Bus Turístic
Viene el alcalde y esas tres palabras tienen textura, casi sabor, casi son comestibles, como las frases que ponen fin a una expectativa; como una visita de los Reyes, por ejemplo. Viene el alcalde, ñam: se saborea y se come, porque si uno en esta ciudad tiene un proyecto, y si los políticos aún le parecen digeribles, una visita del alcalde es un espaldarazo, con mayúsculas, quién sabe si el espaldarazo máximo, el no va más de las visitas. «Nos hace ilusión», dice Jordi Gualde cuando el político aún no ha llegado, cuando el local es espera todavía. Los trenes giran en su bucle y las locomotoras tiran humo, una voz opaca anuncia las salidas del AVE y todo extrañamente parece provisional, como si alguien en algún rincón estuviera esperando la entrada en escena del edil para pulsar el botón que hará que los coches ronroneen y las diminutas figuras se pongan a hablar.
Xavier Trias visita como es costumbre las fiestas de Gràcia. Irá de calle engalanada en calle engalanada, visitará a los ganadores, la calle de Verdi, tendrá conversaciones breves y casi siempre insulsas, estrechará manos y tal vez acceda a hacerse fotos, pero antes ha decidido visitar, durante media hora, el local de la plaza del Nord donde Gualde y su cohorte de ayudantes construyen desde hace cuatro años una gigantesca maqueta de trenes, una Barcelona de los años 30, una Barcelona en miniatura, como reza la publicidad. Una gigantesca miniatura. En la vida de un alcalde, y en su agenda, nada menos que una deferencia, incluso en agosto y en vacaciones, que tal vez el edil no tendría si los ayudantes de Gualde no fueran enfermos mentales, y si la maqueta no se hiciera bajo el paraguas de la asociación Arapdis (y en un local suyo), y si todo el proyecto no tuviera un evidente componente social. «Hacer Barcelona también es una terapia», dijo a este diario el arquitecto técnico y apasionado de las maquetas de trenes en una entrevista publicada el viernes en este diario. «Si el alcalde nos visitara nos haría un gran favor», también decía. Y en efecto. Aquí está el alcalde. O casi. A punto de llegar.
Conversaciones de tren
Mientras duran las fiestas de Gràcia, la Barcelona en miniatura está abierta al público (mañana y tarde), y antes de que llegue el alcalde ya hay un puñado de visitantes en el lugar. También está Roser Vega, coordinadora de Arapdis, cuyas palabras, antes, durante y después, dan otra dimensión a la visita. «Los recortes nos han afectado, como es natural, y ahora mismo estamos en una situación muy delicada a nivel financiero. Nos han revocado unas ayudas y eso nos ha llevado a plantearnos si podemos seguir prestando ciertos servicios». Cosa que más tarde comenta con el alcalde, que toma nota y asiente, y dice que sabe lo que estas asociaciones están sufriendo con la crisis. A un alcalde nunca se le espera solo para hacerse una foto con él.
¿Y qué es exactamente una visita de alcalde? También es algo de otra dimensión, un sostenido intercambio de sonrisas, de preguntas y de respuestas. Importa el qué, no el cómo. «Está bien montado, ¿eh?», dice el alcalde. «Gracias, alcalde», dice Gualde. «¿Y esto es el Tibidabo?», dice el alcalde. «Bueno, más o menos», dice Gualde. «¿Y esto qué es?», pregunta el alcalde. «Esto es La Sagrera, alcalde». «Esto sí que es futurista, no sabemos cómo acabará esto de La Sagrera», dice el alcalde. «Esto es Les Punxes, alcalde, y esta es La Rotonda…», dice Gualde. «Esto va a cambiar», lo interrumpe el alcalde. «Somos meticulosos», dice Gualde. Y de repente falla un tren. «Este sí que va fatal, el de Cercanías, tenemos una infraestructura complicada en Cercanías». Y Trias y Gualde se lanzan a hablar de trenes. Un alcalde y un arquitecto especialista en maquetas.
El viernes, en la entrevista, Gualde decía que la maqueta la tiene que hacer a lo pobre, con materiales baratos, lo cual es otro síntoma de estrechez. De modo que al alcalde, con humildad, le pide que el Bus Turístic, que tiene una parada cerca, haga un poco de publicidad de la maqueta. ¿Por qué no? A tres euros la entrada de los adultos (los niños no pagan), sería una ayuda. Una buena ayuda. Al alcalde le parece factible. ¿Por qué no?, parece también pensar. Y dice: «Se puede hacer, se puede hacer».
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