Barcelona aglutina cada vez más colmados de horario libre

Autoservicio regentado por paquistanís en Roger de Llúria con Mallorca.

Autoservicio regentado por paquistanís en Roger de Llúria con Mallorca.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cualquier barcelonés tiene ya uno a pocos metros de casa, donde satisfacer cualquier compra cotidiana de emergencia en horarios que hace unos años hubieran resultado intempestivos. Los colmados tipo badulaque, regentados casi siempre por inmigrantes, siguen proliferando en la ciudad, avivados por la alianza de estos con las grandes cadenas de alimentación, que ven en esta fórmula (menor de 150 metros cuadrados) una vía para aumentar su distribución una vez los súper convencionales echan la persiana. El ayuntamiento tramitó 785 licencias de comercio alimentario de estas dimensiones a lo largo del 2013, con el Eixample a la cabeza, con 162, seguidos por un centenar en Gràcia. Este epígrafe comprende también otros tipos de establecimientos tradicionales, pero los colmados de horario extralargo representan una parte importante de la nueva oferta. Repartidos por la mayoría de manzanas, pugnan por su pequeña cuota de mercado en medio de la creciente competencia, regentados habitualmente por paquistanís, nepalís, indios y chinos.

La eclosión de estos negocios en el 2012, como avanzó este diario hace justo un año, ha dado paso cada vez más a la entrada en escena de los grandes grupos del sector, que en el formato de súper grande deben limitarse a los horarios diurnos, pero que con esta fórmula pueden tener muchas más horas de venta. La clave reside en que el titular del comercio sea un particular autónomo, aunque trabaje con el paraguas de una cadena (tipo Suma, Condis, CoAliment, Spar...), como establece la ley autonómica de horarios comerciales. La Confederació de Comerç de Catalunya, no obstante, considera que en la práctica se ha hecho una interpretación light de la normativa al permitir que la rotulación sí aluda al nombre de la cadena. Los nuevos empresarios actúan como franquiciados y tienden a ganar horas de apertura (cada vez hay más de 24 horas) y hasta reparto a domicilio.

MÁS CALIDAD / La parte buena de esta tendencia a la alianza, destaca su secretario general, Miguel Ángel Fraile, es que la marca distribuidora garantiza la calidad y supone un mayor control de los alimentos y productos despachados en estos colmados y su rotación.

El interés por abrir este tipo de comercios sigue vivo en la ciudad, aunque dé la sensación de que se ha llegado a la saturación en muchos barrios. La razón es que no precisan una gran inversión, que la gran oferta de locales comerciales de barrio vacíos ha encogido los alquileres y que, pese a la crisis, la alimentación es una compra de necesidad. Y no hay duda de que el éxito turístico de Barcelona es determinante en la efervescencia del fenómeno en el centro. Ciutat Vella llega alinear varios en una misma  calle, como Escudellers o Joan de Borbó. Parece no importar, porque siempre hay algún turista en busca de bebida, comida u otros enseres, y para el que el factor precio es secundario.

El volumen de licencias solicitadas para establecimientos de alimentación menos de 150 metros cuadrados creció ligeramente en el 2013 respecto al año anterior, en especial en Eixample, donde profileran los hoteles y donde los súpers convencionales no son muy numerosos pese a el distrito más poblado.

Hay que destacar que otros negocios en auge, como las fruterías, no están incluidos en este concepto.

De hecho, los pequeños establecimientos alimentarios con degustación (tipo charcuterías), que suelen gestionar empresarios autóctonos, se contabilizan aparte y también viven un repunte, alimentado por la crisis y el aluvión de nuevos emprendedores. Si en el 2012 se tramitaron 51 licencias, la cifra creció a 82 en el 2013, con el Eixample también como protagonista, con 27 locales, seguido por 10 en Sants-Montjuïc y 9 en Horta-Guinardó y Gràcia.

Estos establecimientos, de otro perfil, han suscitado críticas en la confederación y en el Gremi de Restauració, porque su normativa es más permisiva que la que afecta a los bares y restaurantes, afirman.